BUHEDERA: 6 años

BUHEDERA: 6 años
Periodismo
Diciembre 23, 2013 08:47 hrs.
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Por Guillermo Fárber › todotexcoco.com

¡Ay, si se pudiera! No fui especialmente feliz durante mi infancia, a pesar de que tuve todos los elementos para serlo, lo cual quiere decir que fui (por usar una palabra suave) un desagradecido. Este mensaje anónimo me da una nueva oportunidad:



DECLARACIÓN

“Presento mi renuncia a ser adulto. He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente. Quiero navegar barquitos de papel en un estanque y hacer anillos tirando piedras al agua. Quiero pensar que los dulces son mejor que el dinero, pues se pueden comer. Quiero tener más tiempos de recreo y pintar con acuarelas. Quiero salir cómodamente de mi casa sin preocuparme cómo luce mi cabello. Quiero regresar a mi casa, a una comida casera y que alguien corte mi carne. Quiero recostarme a la sombra de un viejo árbol, y beber limonada con mis amigos en un día caluroso de verano. Quiero abrazar a mis padres todos los días y enjugar mis lágrimas en sus hombros. Quiero regresar a los tiempos cuando la vida era simple y todo lo que sabía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas. Eso no me molestaba, porque no sabía que no sabía y no me preocupaba el no saber.
Cuando todo lo que sabía era ser feliz porque no sabía las cosas que preocupan y molestan. Quiero volver a pensar que el mundo es justo, todo el mundo es honesto y bueno, y que todo es posible. En algún lugar de mi juventud maduré y aprendí demasiado. Aprendí de armas nucleares, guerras, prejuicio, hambre y de niños abusados.

Aprendí sobre las mentiras, matrimonios infelices, del sufrimiento, la enfermedad, el dolor y la muerte. Aprendí de un mundo donde saben cómo matar y lo hacen. ¿Qué pasó con el tiempo en que pensaba que todo el mundo viviría para siempre, porque no entendía el concepto de la muerte, excepto cuando perdí a mi mascota? Cuando pensaba que lo peor que podía pasar era que alguien me quitara mi pelota o me escogiera de último para ser miembro del equipo.
Entonces no necesitaba lentes para leer. Quiero alejarme de las complejidades de la vida y excitarme nuevamente con las pequeñas cosas una vez más.

Recuerdo cuando era inocente y pensaba que todo el mundo era feliz porque yo lo era. Caminaría de nuevo en la playa pensando solo en la arena entre los dedos de mis pies y la concha más bonita que pudiera encontrar, sin preocuparme por la erosión y la contaminación. Pasaría mis tardes subiendo árboles y montando mi bicicleta hasta llegar al parque, sin la preocupación de que me secuestraran. No me preocupaba el tiempo, las deudas, o de dónde iba a sacar el dinero para arreglar el carro. Sólo pensaría en qué iba a ser de grande, sin la preocupación de lograrlo o no. Quiero vivir simple, nuevamente. No quiero que mis días sean de computadoras que se caen, de montañas de papeles en mi escritorio, de noticias deprimentes, ni de cómo sobrevivir unos días más al mes cuando ya no queda dinero en la chequera. No quiero que mis días sean de facturas de médicos o medicinas, de chismes, enfermedades y la pérdida de seres queridos. Quiero creer en el poder de la sonrisa, del abrazo, del apretón de manos, de la palabra dulce, de la verdad, de la justicia, de la paz, los sueños, de la imaginación.
Quiero creer en la raza humana y quiero volver a dibujar muñecos en la arena.

En suma, quiero volver a mis seis años nuevamente… y ya está decidido.”

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