Cambiar el INE

El Instituto Nacional Electoral deberá cambiar de cara en 2018 si quiere tener credibilidad en los resultados de los comicios y en la manera de coordinar campas y elecciones.
Desde la llegada de Lorenzo Córdova Vianello el deterioro de la institución electoral en México ha decaído de manera progresiva y rápida. Lo sabe el propio consejero presidente del INE y sabe que él mismo ha deteriorado la imagen del instituto que es responsable de darle credibilidad a los triunfadores en las urnas y, por lo tanto, legitimidad a los hombres y mujeres del poder.
Lorenzo Córdova está tan consciente de este deterioro que admitió que la falta de credibilidad en las elecciones y la evolución de la competencia electoral, llevaron a las autoridades electorales a recurrir al uso de diversas tecnologías.
Porque asegura que la tecnología es una herramienta que contribuye al fortalecimiento de la democracia mexicana y sus innovaciones deben acompañarse de una cultura cívica de apego a la legalidad por parte de partidos políticos y candidatos.
Ningún militante de partido alguno en México defiende con más fuerza la democracia que la victoria electoral. Los perdedores reconocen su derrota cuando no tienen otra alternativa pero no reconocen la superioridad del contrincante en las simpatías de la población. Esa es la cultura cívica que debe surgir desde el INE y no la que han demostrado desde que inició actividades dicha institución.
El propio Lorenzo Córdova es el menos indicado para hablar sobre cultura cívica en México, cuando en una conversación telefónica se burló de representantes indígenas, comparándolos con el único parámetro que puede tener de civilización, la de Estados Unidos, al hacer referencia a Toro, el compañero indio de El Llanero Solitario, una tira cómica estadounidense. Toro en la serie original del cómic era Tonto, por el simple hecho de ser indio, aborigen del sur de Estados Unidos. Personaje que nombraba a su líder quimo sabi, dos vocablos que repitió en su conversación telefónica Lorenzo Córdova, mostrando la inmadurez profesional que le caracteriza.
Así, para Córdova la modernidad, como sucedió en la Revolución Industrial, en 1820 está representada por la tecnología. Palabras con casi dos siglos de retraso: ’La tecnología es una herramienta que contribuye al fortalecimiento de la democracia mexicana y sus innovaciones deben acompañarse de una cultura cívica de apego a la legalidad por parte de partidos políticos y candidatos’.
En momentos en los que cada consejero electoral parece representante de un partido político ante el organismo electoral, a los consejeros se les ha olvidado la imparcialidad, la búsqueda de certeza, la motivación de la credibilidad, el amor a la verdad, la responsabilidad social y el compromiso histórico.
El presidente del INE subrayó que una de las grandes preocupaciones en el diseño de las reglas del juego democrático en México ha sido evitar que el dinero distorsione la competencia por el poder político. ’Nadie invierte dinero en las elecciones de manera desinteresada; ni el Estado’.
Es decir, el INE, como la CNDH, el IFAI son instituciones del Estado, no del gobierno. El Estado como tal no puede tener intereses en la práctica de gobierno, existe como tal con sus defectos y virtudes, pero dicho de esta manera y por quien lo afirma, el INE se convierte en un estanquillo ante un responsabilidad que es evidente le queda grande al consejero presidente, quien todavía no sabe diferenciar Estado de gobierno y menos aún democracia de autoritarismo, ni presente, pasado y futuro.
El INE deberá cambiar más de un consejero electoral si