La imagen de nueve mujeres y niños baleados y quemados, y la odisea de seis pequeños más que huyeron de los vehículos familiares para sobrevivir al horror de una bestial emboscada del crimen organizado, son la terrible y más reciente llamada de atención al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para que se dé cuenta de que su estrategia para pacificar el país sencillamente no sirve. Empezó siendo una ingenuidad y hoy ya es una irresponsabilidad mayúscula pretender que los criminales van a renunciar a la violencia porque el presidente les ofrece ’abrazos, no balazos’.
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El ataque a la familia LeBarón en Sonora, que dejó tres mamás y seis de sus hijos muertos —seis niños más sobrevivieron huyendo por la sierra—, es el retrato fiel de las prácticas salvajes, despiadadas e impunes del crimen organizado en amplias zonas de México.
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Los LeBarón no son desconocidos para la opinión pública mexicana. Hace 10 años, esta extensa familia mexicoestadounidense, que lidera una comunidad de mormones en Chihuahua, tuvo el valor de denunciar públicamente los secuestros, asesinatos y extorsiones que sufrían. Varios integrantes de la familia se volvieron activistas muy vocales contra la inseguridad.
La brutal agresión de este lunes es un segundo golpe que, con un par de semanas de diferencia, exhibe al presidente AMLO. Se suma al fracaso estrepitoso del operativo del 17 de octubre para detener a Ovidio Guzmán, hijo del chapo Guzmán, quien tras incendiar la norteña ciudad de Culiacán fue liberado por el gobierno.
Para saber más del tema: AMLO no le tiene miedo a nada, excepto a...
Los ataques ocurren en un contexto de profunda confusión por la actitud del gobierno federal frente a la delincuencia organizada en México. En la campaña presidencial, esta fue resumida en un slogan: ’Abrazos, no balazos’. Luego AMLO habló de una ambigua —y nunca aterrizada— oferta de ’amnistía’ a criminales como una fórmula para que rindieran las armas. Luego empezó a acotar la amnistía, que terminó siendo casi para presos políticos y narcomenudistas.