Contraesquina / Salpicón

Conchas y caracolas de mar

Conchas y caracolas de mar
Periodismo
Septiembre 21, 2020 19:59 hrs.
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Jesús R. Cedillo › guerrerohabla.com

He recibido un buen de comentarios, acotaciones y apostillas de los textos aquí publicados donde he abordado eso llamado vida. Hablar de la vida. Gracias por leerme y en honor a usted que me pide más letras al respecto, pues para eso estoy, para escribir y en petición suya, pues hoy también hablo de la vida. Y seamos francos, tal vez sea el menos indicado para esto. Usted me conoce: soy un hombre amargado desde siempre. Aunque, era feliz y no lo sabía. Siempre me ha ido bien en el camino de la existencia, pero siempre me quejo de la vida misma. Así somos los escritores: unos eternos inconformes. Acaso también, somos unos malagradecidos por ello. Nos va a todo mecate, a todo dar y vociferamos y hablamos pestes una y otra vez.

Hace poco platicando con la licenciada Alejandra Garza –bella y alta como siempre–, esta me dijo a boca de jarro: ’Maestro, éramos felices y no lo sabíamos.’ Le doy la razón. La vida toda ha cambiado con la llegada de esta pandemia, la cual no nos va a dejar hueso sano. Le voy a documentar su ’optimismo’ (pesimismo, pues). Los vecinos regiomontanos están en caos. Su sociedad ya no hace caso, imagino han tomado la decisión de vivir a cuerpo de rey antes de morir. Ya no aguantan el encierro demoniaco. Es entendible. Sin dinero, en hornos de casas a 45 grados diarios, violencia intrafamiliar extrema y sin alimentos ni dinero, es imposible seguir ’trabajando y educándose en casa’. El hacinamiento cobra su cuota extrema.

Bares y tables dances clandestinos (es decir, los bares y tables dances cerrados, que ahora están abiertos por puertas secretas) están atestados, como siempre, de mujeres buscando la manutención diaria y de clientes hartos de su rutina de trabajo y vida de encarcelamiento. ¿El resultado? De unos días para acá, las muertes por la mordedura del bacilo chino, son alrededor de 58 defunciones diarias. Cada 25 minutos, un neolonés muere por COVID-19. Así las cosas de terribles a 80 Km. Aquí en honor a la verdad, ya andamos más preocupados que disfrutando. La reactivación económica se tenía que dar sí o sí. Como todo en el país. Con hilos y alfileres, pero aún hay control de la pandemia, merced al excelente y puntilloso trabajo de Miguel Ángel Riquelme (gobernador), Manolo Jiménez (alcalde de Saltillo) y José María Morales, el alto y popular ’Chema’ Morales (alcalde de Ramos Arizpe).

El punto es el siguiente: le tengo una buena noticia. Usted como yo, vamos a morir. Sin duda alguna. Tarde o temprano. Temprano o tarde. Es cuestión de Dios (si es que usted es una mujer u hombre de fe) y de la vida que usted lleve, así de sencillo estimado lector. Mejor escrito: poco o nada tiene que ver Dios en esto de vivir y morir. Es cuestión natural morir, tan natural lo es morir, que nos hemos olvidado de ello. ¿Usted es de los que le pide cosas todo el día a Dios para luego agradecerle? Pues caray, busque usted otra forma de relacionarse con Dios altísimo, que no sea la dependencia trascedente.

ESQUINA-BAJAN

Usted lo sabe, buena parte de mi vida he viajado todo el tiempo. En ocasiones por trabajo, en ocasiones por placer, en ocasiones por azares del destino. He vivido de tiempo completo en varias ciudades: México, Monterrey y por un corto tiempo en Guadalajara. Me gusta mi país y lo he padecido y disfrutado enormidades. Hay una playa, un puerto en honor a la verdad, Puerto Marqués en Guerrero, recuerdo, como a 20 kilómetros de Acapulco. Una sola ocasión he estado allí, en su costa, en sus playas y apoltronado en una silla de un bar de playa, viendo barcos y buques anclados cómo se mecían al compás de las olas. Tanta agua no se me da. Aunque conozco los principales destinos turísticos de playa, pues prefiero una ciudad colonial de mi elección, a vacacionar a orillas de la mar.

’(Alcanzar) el borde del mar donde las olas/ pueden al fin romper/ en la orilla’. Dicen unos versos de Robert Creeley. Estaba en la orilla observando en Puerto Marqués aquella ocasión de mis vacaciones, a un niño jugueteando con arena, caracolas y conchas marítimas, las cuales iba apilando en grupos que sólo él sabía porque unas pertenecían a tal grupo y no al otro grupo vecino. Me acerqué al niño y le dije si gustaba un refresco, me dijo que sí. Fui por él al bar y se lo fui a dejar a su lugar de juegos infantiles. Me lo agradeció y empezó a beberlo gustoso. Fue cuando le pregunté por qué hacía lo anterior: jugar a hacer dos montones de caracoles, cuál era su fin de ello. El niño sólo encogió sus hombros tostados por el sol y me respondió en un segundo: ’Pues no sé. Es para jugar’.

¿Lo notó estimado lector? Es filosofía pura para la vida cotidiana. No hay un motivo o fin último en ello, en juntar caracolas o es eso llamado vivir. Es jugar, disfrutar el presente porque mañana será polvo, humo, nada. Ahora en lenguaje cristiano: el vivir no tiene motivo alguno, basura. No hay meta, sino el viaje mismo. Por eso señor lector, viva hoy. Disfrute hoy. Ame hoy, beba hoy. Coma hoy. Haga una buena oración hoy. ¿Morir? Pues ya se lo dije, hay una buena noticia, todos vamos a morir. Con bacilo chino o sin él. Leamos a Epicuro, filósofo de la antigüedad: ’El peor de los males, la muerte, no es nada para nosotros porque mientras vivimos no existe, y, cuando está presente, nosotros no existimos. Así pues, la muerte no es real ni para los que vivimos ni para los muertos…’ Haga como el niño de Puerto Marqués: junte caracolas, junte recuerdos, junte botellas de vino vacías, agrúpelas en variados eslabones y luego, deshaga esos nudos. ¿Para qué? Hágalo, usted lo va a descubrir.

LETRAS MINÚSCULAS

Jeremías 31:3 dice a la letra, ’con amor eterno te he amado…’ No dude, Dios le ama y usted es eterno. No tenga miedo morir. Es algo tan natural, que cuando llegue, usted ni cuenta se va a dar y lo mejor, va a descansar.


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