Texcoco, Edomex.- Íbamos cuando mucho a 60 kilómetros por hora.
Al volante el doctor Raúl Nieto Angel.
El punto de encuentro en Atexca era con tejocoteros del rumbo.
Habíamos salido de Chapingo minutos después de las 10 de la mañana después de desayunar.
Con el tiempo encima no fue necesario pisar fuerte el acelerador.
En el camino el doctor Nieto hizo una llamada telefónica y aviso que íbamos en camino, retrasados, pero avanzando.
El vehículo se adentraba en el paisaje de tal modo que era posible apreciar la inmensidad circundante.
Era el mediodía, camino a Santa María Atexca, cerca de Domingo Arenas, por Huejotzingo, Puebla, cuando al pasar por un extenso valle el doctor Raúl Nieto Angel rompió un circunstancial silencio en la travesía y comentó: ’miren todo este valle, debería estar sembrado de puros frutales. Aquí hay un enorme potencial agronómico. Y como saben, yo estoy involucrado en crecer en la adversidad. Hacer para resolver’.
Cuando llegamos a Atexca la reunión ya había comenzado.
Cerca de 70 productores de frutales, en especial tejocote, recibían indicaciones técnicas acerca de las dosis necesarias para preparar el llamado Caldo Bordelés (sulfato de cobre, cal y agua) que habitualmente se aplica para cicatrizar después de podas en frutales, y también para combatir algunas enfermedades de los árboles. Es un fungicida que no resulta tan dañino para el medio ambiente.
Caldo Bordelés, pensé, y de dónde le viene ese nombre. Después de recordar mis épocas en que fui editor de publicaciones en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, en los setentas, caí en la cuenta de que, en efecto, se llama así por el francés Bouillie Bordelaise que lo creó.
Un poco más tarde, el doctor Raúl Nieto refrendó las cualidades del Caldo Bordelés: adherente, penetrante y sellador. Además es resistente al lavado por lluvia. ’Bueno, es que yo lo recomiendo siempre con un poco de pegamento resistol’.
Al hacer uso de la palabra el doctor Raúl Nieto comenzó diciendo, a manera de disculpa: ’Bueno, señores, un poco tarde, pero aquí estoy. Además, déjenme decirles que pedí permiso para llegar tarde’. Risas espontáneas de los productores aligeraron el ambiente e hicieron más cordial la reunión.
En las primeras ideas de su intervención, el reconocido fitotecnista, de Chapingo, hizo una breve semblanza de la situación que vive el campo mexicano en general. Les recordó la trascendencia de la tierra como símbolo de identidad y vida, así como la conveniencia de poner en marcha una genuina transformación en el modo de trabajar sus frutales. ’Hay que hacer su labor profesionalmente, con técnica, y en especial realizar con buena mano las podas. Porque recuerden que en esta tierra que habitan se da, se generan, los mejores tejocotes. Sí, aquí en este valle de Atexca es posible hacer que crezcan los mejores tejocotes del mundo.
’Me comprometo con ustedes a llevar a cabo talleres, prácticas de campo, para que sepan cómo hacer buenas podas en sus frutales. Necesitan producir tejocotes de calidad. Eso representa un ingreso económico superior para sus bolsillos. Los mercados nacionales e internacionales están ávidos, requieren de tejocotes de calidad, y aquí es posible lograrlo’.
Es decir, así transcurría el encuentro del doctor Nieto con tejocoteros de Atexca, Puebla, en la dinámica de conseguir, en efecto, mejores modos de producción.
Estos encuentros con los productores de tejocote en la región se remontan a cerca de siete años atrás, de cuando el doctor Raúl Nieto instrumentó las Ferias de Tejocote, en Calpan, y también la necesidad de comprender que parte de la clave para mejorar el producto son las podas bien hechas.
Conocimientos y experiencia compartida, con los productores, in situ, son parte de los recorridos que efectúa el doctor Raúl Nieto tanto en Puebla, Zacatecas, Jalisco, Chiapas y Oaxaca. ’Crecer en la adversidad. Hacer para resolver’.
