Crimen sin castigo


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Crimen sin castigo
Justicia
Mayo 26, 2020 11:19 hrs.
Justicia ›
Linda Rivera › codice21.com.mx

Este relato comienza desde el preciso momento en que estás leyendo y desde que el mundo nos vio nacer…

Es una breve sinopsis de los aconteceres recientes y abarca la disyuntiva en las relaciones de género masculino - femenino, anotadas de izquierda a derecha como referencia al orden jerárquico social de la actualidad.

La balanza se observa en desequilibrio en todo momento, las mujeres, conforme el contexto y nivel social que la rodean, nos vemos sentadas en el banquillo de las acusadas diariamente, siendo juzgadas con una severidad sin principio de justicia o equidad. El delito viene implícito entre nuestras piernas desde el momento mismo del nacimiento puesto que, al parecer, el simple hecho de tener vagina nos convierte en objetos a ser estigmatizadas por nuestra libertad de decisiones.

En mi caso particular puedo mencionar que he sido juzgada no solo por mi apariencia, gustos, hábitos, expresiones, tendencias, preferencia, forma de hablar, escribir, dibujar, etc.

Sin embargo, ¿quiénes son los que juzgan? ¿Qué mentiras se ocultan tras las máscaras de los in- misericordes jueces que ostentan la batuta de castigo? ¿Qué poder moral les fue otorgado y por quién? ¿Qué mérito tuvieron para ganarse tal lugar?
Sin miedo a equivocarme puedo decir que todos somos humanos, ellos también. A pesar inclusive de esconderse tras la obviedad.

No pretendo asumir una posición de calidad moral superior. No, en absoluto, sólo hacer entrar en conciencia que entre los defectos nos hermanamos. Son estos mismos errores que nos vuelven humanos.

Durante los tiempos de la cuarentena se acentúan más los prejuicios, debido a la falta de entretenimiento de calidad, las personas ociosas enfocan su atención en un objetivo particular, sea este construir o destruir.

Por supuesto, la mayoría de las personas carecen de la luz, paciencia y determinación suficiente para usar sus habilidades motrices para la construcción, entonces, al verse frustrados en sus intentos de ser mejores, se enfocan en el lado contrario: la destrucción.

Citemos como ejemplo a Beatriz, la conocí divagando por la Colonia Roma que conocí hace años, la primera vez que fui a ciudad de México a buscar fortuna y mejor calidad de vida. Pese a que fue breve nuestro encuentro pude percibir que se encontraba en una posición sumamente vulnerable: no tenía dinero, era mujer, era morena y estaba sola.

Uno pensaría que, por todos los motivos anteriores, algún alma caritativa no dudaría en ofrecer su mano de apoyo, sin embargo, fue todo lo contrario…

A Beatriz no solo le pidieron sexo a cambio de comida, sino que le robaron su celular, la hostigaron, y en el lapso de unos días que tenía de recién haber llegado a la ciudad (igual que yo) no sabía siquiera como encontrar la entrada al metro, esto mismo porqué nadie le quiso si quiera brindar una directiva de como ubicarse.

Este tipo de situaciones es bastante común, la gente basura, en su mayoría busca hacer leña del árbol caído.

Ofenden, invaden, abusan, agreden física, emocional y psicológicamente de tantas y tan variadas maneras que citarlas sería motivo de una cuartilla. Mi pregunta es entonces ¿Dónde quedó el amor?

¿Dónde esconden ese tesoro llamado cordialidad? Parece que se les ha perdido su ubicación dentro de sus propias existencias. Doble moral es la forma correcta de expresarlo.

Entonces es cuando más me sorprende tanta religiosidad, tanta supuesta bondad que ostentan algunas muchas personas delante de otras para convencerles de ’lo buenos que son’. Que cosa más distante se muestran en el día a día con sus acciones ordinarias.

Eso fue lo que pensé mientras Beatriz me contaba sus situaciones tan tristes, con las cuales inmediatamente pude empatizar, le di indicaciones de cómo se veía el metro, como funcionaba y hacía donde debía ir para encontrar mejores posibilidades de empleo.

Al mismo tiempo que le contaba algunas anécdotas personales y le recomendaba ’ponerse bien perra’. -"Y es que es la única forma de sobrevivir en esta jungla", pensé.
Acompañe a Betty a la siguiente estación mientras pensaba en las posibilidades que me deparaba el destino, también recuerdo hacer cuentas de lo que me costaba la renta, el mantenimiento, el gas, la luz, la comida, los pasajes, étc.

De regresó al departamento que me estaba rentando una tía, me di cuenta lo afortunada que era de ser físicamente agradable, a pesar de ser una navaja de doble filo, me ofrecía la opción de colocarme en trabajos mejor pagados. Esto, simplemente por una agradable apariencia.

Sin embargo, cada que conseguía un trabajo, el ’pedirle las nalgas a la nueva’ era una práctica que sigue siendo habitual. Por supuesto, conforme mi dignidad me permite, nunca accedí.

Pero esto no implica que no me haya traído problemas el negarme a tales prácticas, y que aún cuidando cada mañana la ropa que iba a ponerme, y hasta el botón que debía o no desabrochar en mi camisa, no me evitó malos tragos y momentos.

Por qué la gente es tan cuadrada que cuando ven a una chica con actitud seria, camisa cerrada, pantalón de vestir (para evitar ser sexualizada y vista solo como mujer en lugar de una persona de trabajo) que no es religiosa, inmediatamente piensan que es hombre.

¿Y qué hay de esto de los roles de hombre y/o mujer? Según la norma social, una mujer debe usar zapatillas, blusa, color rosa, traer aretes y por supuesto ’ser femenina’, lo cual, por lo que he notado, va implícitamente ligado con ser obediente, sumisa, pasiva y servil.

Entonces, cuando encuentran a una mujer como yo que no coincide con los cuentos que les leyeron sus papás, una mujer que es fuerte y heterosexual, una mujer valiente sin ser soldado (y/o policía), una mujer que puede ser agresiva (cuando se defiende) y que además no le regala su respeto a nadie que no se lo haya ganado primero. ¿Qué pasa?

Y es que elegí ser así muy a conciencia, porqué me cansé de ser vista como CARNE, no sé ustedes lectoras mujeres, pero creo que valemos más que solo por la forma en la que nos vemos.

Recuerdo ser una niña de apenas 11 años cuando ya comenzaban a hacerme insinuaciones sexuales, a pedirme que les mostrara ’mis chichitas’, a ser vista como mujer porqué ya sangraba, a los 14 recuerdo tener cuerpo de muchacha y no poder usar una falda porqué entonces ya se me miraba como puta.

¿Pero que es una PUTA? ¿No es acaso un concepto imaginario basado en la cantidad de sexo que creemos que puede o no estar teniendo una mujer? Sí, imaginario…
¿A quién le consta cuantas veces se ha compartido una dama con un caballero? ¿Estuvimos presentes en la cama? O solo, como siempre, ¿se encuentran imaginando y suponiendo?

Es por ese motivo que descuidé en parte mi peso y dejé los deportes de contacto que tanto amaba, de forma increíble, ya no era libre de usar lo que deseaba.

Siendo yo un ser humano con historias bellas, tristes, alegres, difíciles. Siendo amable, educada, trabajadora, amistosa, cariñosa y preparada, al parecer lo único que les importa es mi vagina. Si! Señoras y señores, habiendo tanto de mi para dar al mundo, el único interés en el que se enfocaron algunas y algunos, fue única y exclusivamente en mi sexo.

El cual, por decreto nacional, se supone es privado. O al menos debería serlo. De infringirse la privacidad se estaría incurriendo en un delito contra la intimidad sexual, esa que se comparte con quien uno elige.

Entonces, de multitud de expresiones y diversidad estamos hechos, sin embargo, a cenizas nos reducen cuando solo son capaces de ver CON PREJUICIO una pieza de lo que es en realidad la totalidad de una persona.

Así que lo siento amigos y amigas lectoras, pero no estoy hecha para ser complaciente y sumisa, me gusta ver a los demás triunfando, realizando sus metas y siendo felices.

Dedicado para todas las personas que han sufrido una injusticia.
Porque mientras haya quienes pensemos y nos sensibilicemos, habrá esperanza.

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