Aún huele a hambuguesa

Crónicas de la pandemia

Crónicas de la pandemia
Desastres
Junio 11, 2020 15:49 hrs.
Desastres ›
Marisol Bazán Fernández › codice21.com.mx

Aún puedo sentir el aroma a hamburguesa que inundaba la cuadra cuando empezaba a refrescar la tarde, eras ya, parte del paisaje cotidiano de la calle, con tus pantalones de vestir y tu mandil anaranjado, últimamente, el cubrebocas era parte de tu atuendo cotidiano, no pudiste dejar de vender, el puesto era tu única fuente de ingresos.

Aún recuerdo aquella navidad siendo niña en la que fui madrina de tu niño Dios, llegué como siempre de la mano de mi abuela, eran años felices, cuando aún no imaginábamos lo que nos iba a tocar vivir.

Me asomo a la ventana y parece que te veo sentado en la banca azul que sacabas en las tardes, cuando cansado por el trabajo, te dabas unos minutos para recordar… o tal vez, pensabas en el futuro de los tres nietecitos que tenías a tu cargo y para los que trabajabas día y noche, eran lo único que te quedaba desde quedaste viudo, hace ya varios años.

Cuando no había hamburguesas, había pescadillas o antojitos mexicanos, creo que quedé a deberte diez pesos de la semana pasada, que me apretaba la panza de hambre y no me alcanzó la morralla para liquidar mis enchiladas, y como siempre, me dijiste que la vuelta pasara a verte, que me los anotabas.

El miércoles te saludé, jueves, viernes y sábado, te pusimos falta a la hora del chacoteo en la fila de las tortillas, no llegaste, se me hizo extraño, pero no tanto como para preguntar, fue hasta domingo que escuché de lejos la plática ajena, hablaban de ti, decían que habías muerto. Sentí un golpe frío en el pecho, me quedé callada, escudriñando cada recuerdo de la infancia en casa de mis abuelos, en muchos de ellos, estabas tú…

Más tarde lo comprobé, vi llegar a tu hijo seguido de tus tres nietos, raramente estaba sobrio, traía entre sus manos una pequeña caja y unas flores algo marchitas. Era la primera vez que lo veía hacer algo por ti, la primera vez, que lo veía sostenerte, toda tu vida, fue al revés.

Paradójicamente, nadie pudo ir a despedirse de ti, todos guardamos silencio, recordando que cuando algo parecido acontecía en la cuadra, eras siempre el primero en llegar, ayudando a poner la lona, acomodando sillas o repartiendo café, especialmente por eso, fue muy triste no poder acompañarte, no poder decirte, que habías sido un bueno vecino.

Aquí guardo tus diez pesos, nos volveremos a encontrar, no me cabe la menor duda, descansa amigo.

#QuédateEnCasa #NoesBroma

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