EN LAS NUBES

De la máxima casa de estudios

De la máxima casa de estudios
Cultura
Mayo 24, 2021 21:43 hrs.
Cultura ›
Carlos Ravelo Galindo › Club Primera Plana

Nos estimula un eminente colega sobre nuestro comentario ’De Tres Amigos’, del sábado 22. Sobre las Fuerzas Armadas. Porfirio Diaz y Mariano Escobedo.
Y con orgullo lo damos a conocer, sobre todo hoy que hablamos de cultura.
’Mi estimado y fraternal Carlos, este documental extraordinario habré de compartirlo con mis amigos enamorados, como tú y yo, de nuestra Historia Patria.
’Hace mucha falta que las nuevas generaciones sean encaminadas a conocer cómo se desarrolló este país y quienes fueron, mujeres y hombres, que lo forjaron.
’Felicidades mi respetado Decano de los Reporteros y Columnistas del Periodismo Mexicano.
’Recibe fuerte abrazo. Atentamente tu amigo y colega Jorge Herrera Valenzuela’.
Con gratitud, Otro para ti.
El escritor, académico y periodista, Héctor Perea Enríquez nos ofrece un paseo vital por la Universidad Nacional Autónoma de México.
En ’Mi Universidad y yo’, nos platica.
’El apoyo a futuros estudiantes se concreta desde hace casi 30 años gracias a las becas de Fundación UNAM.
’Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en que no influya el saber […]’; ’sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo.
Por ello resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación’; ’… es necesario insistir y volverlo a hacer muchas veces: la educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva.
Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la Historia’; ’como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad […]’; ’el verdadero saber no es neutro. Debe estar impregnado de compromiso social’.
Las frases anteriores, breves, sueltas, entresacadas del discurso del ex Rector José Narro en la entrega a la UNAM del Premio Príncipe de Asturias 2009, manifiestan con claridad mucho de lo que es nuestra Universidad y de cómo se construye su espíritu a lo largo de más de cien años.
La importancia del saber y del compromiso social de la educación es también, desde luego, lo que como estudiantes y profesionistas hemos experimentado y promovido muchos de los egresados de una institución que muy aparte de su prestigio nacional e internacional es hoy y será siempre una segunda casa para nosotros.
La más acogedora a nuestro desarrollo formativo y a nuestra vida diaria de académicos universitarios y seres humanos.
Como antecedente de mi actual función de investigador y profesor de la UNAM; de los libros y artículos, cursos y conferencias impartidos al interior o lejos de Ciudad Universitaria, estarán siempre los recuerdos de un estudiante normal que sin ninguna limitación pudo especializarse dentro de una carrera –Periodismo– al tiempo que gozaba con intensidad de otra –Letras Hispánicas–.
Si por un lado el trabajo y la vida cotidiana nos hacen olvidar la suerte de haber disfrutado de la limpia arquitectura funcionalista de la UNAM. De su naturaleza pétrea y desbordada o de la vista de los volcanes nevados desde sus terrazas.
Por otro perdemos con facilidad la perspectiva plástica y social de sus murales y mosaicos y, sobre todo, el calibre de los profesores que nos formaron sin mayor exigencia que la de seguir con rigor y compromiso el proceso de aprendizaje.
En aquel momento de fascinación por haber ingresado a la Universidad difícilmente pensábamos en la importancia que tiene el apoyo a futuros estudiantes.
Hecho que se concreta desde hace casi 30 años gracias a las becas de la Fundación UNAM, de la que me enorgullece ser asociado.
El paseo vital por el entorno universitario se extenderá más allá del campus central.
Podría seguir quizá por los caminos sinuosos del Espacio Escultórico; o bien con la visita a las salas de música y danza, a los teatros y cines, al Museo Arte Contemporáneo; o a través de la incursión en bibliotecas y hemerotecas o por los jardines umbrosos de la Ciudad de la Investigación en Humanidades.
Para culminar en el más extraordinario de los rincones volcánicos de nuestra Universidad: la Cantera Oriente, pequeño oasis oculto a 40 metros de profundidad, con muros imposibles y donde la mirada se pierde sobre lava oscura del Xitle o en el decorado de pequeños bosques, lagos, manantiales, prados rectangulares.
Paraíso único habitado por cacomixtles, ajolotes, libélulas, niños, tlacuaches, carpas, biólogos, patos, garzas y futbolistas.
Es, respondemos nosotros la Máxima Casa de Estudios de México.
craveloygalindo@gmail.com

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