En mi opinión

¿De dónde dicen que viene nuestra tradición democrática?

¿De dónde dicen que viene nuestra tradición democrática?
Periodismo
Noviembre 05, 2016 08:07 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


No pasa día en que alguno de los llamados adalides democráticos salga a recetarnos la cantaleta de que nuestra ’incipiente’ democracia está en peligro si fulano de tal hace esto u otro o bien que x o y acción se enmarca en lo más oscuro de lo antidemocrático, etc. Ante esto, al fin y al cabo historiadores, decidimos dar un repaso al pretérito para tratar de encontrar en donde nace la tradición democrática en nuestro país. Para ello, nos fuimos hasta los tiempos prehispánicos que usualmente, todos, abordamos como una especie de edén cuya virtud vino a ser pervertida con el arribo de los ibéricos. Vayamos a este recorrido que pudiera causar molestias para algunos inmersos en el romanticismo de paraísos perdidos.
De todos los grupos indígenas que habitaban las tierras que hoy forman nuestro país, la que más identificamos como nuestro punto de referencia son los Mexicas, incorrectamente llamados Aztecas, dado que fue el grupo que dominó la región del Altiplano. A ellos les atribuimos todas las virtudes y tendemos a olvidar que cuando llegaron a las tierras de Anáhuac no era sino otro grupo más de guerreros. Las tribus dominantes en la región los confinaron a las tierras agrestes localizadas en Chapultepec. Desde ahí, dotados de habilidad singular para la lucha, habría de ir poco a poco adueñándose de la región. Cuando ya ejercían la hegemonía, encontraron con que, como muchas familias venidas a más en nuestros días, les faltaba pasado glorioso por contar. Ante ello, fueron y se aprovecharon de que la cultura Tolteca, esta sí rica en ese tema, estaba en pleno declive pues su líder Quetzalcóatl, un hombre blanco y barbado, había partido rumbo al Este cansado de que los toltecas hubieran optado por la práctica de sacrificios humanos. En ese contexto, los Mexicas fueron y tomaron toda la tradición Tolteca y la reescribieron como si ellos hubiesen sido los protagonistas de ese pasado. A lo largo de casi dos centurias, de 1325 a 1521, los Mexicas fueron gobernados por once Tlatoanis todos ellos pertenecientes a una sola familia, la del primero, Acamapitchli (1325-1346). A él, lo sucederían sus hijos Huitzilihuitl (1346-1367); Chimalpopoca (1346-1367); e Izcoatl (1427-1439). Posteriormente los gobernaría el hijo de Huitzilihuitl, Moctecuhzoma Ilhuicamina (1439-1468) quien heredaría el trono a sus hijos Axayacatl (1468-1481); Tizoc (1481-1486); y Ahuizotl (1486-1502). Después estarían al frente del imperio los hijos de Axayacatl: Moctecuhzoma Xocoyotzin (1501-1519) y Cuitláhuac (1519-1521). Tocaría a Cuauhtémoc (1521), hijo de Ahuizotl, ser el último de los gobernantes Mexicas. A este grupo de gobernantes debemos de agregar a Tlacaelel, hijo de Huitzilihuitl, quien fuera consejero de Izcoatl, Moctecuhzoma Ilhuicamina y Axayacatl. Como es factible apreciar, en materia de elegir gobernantes, los Mexicas no andaban tomando parecer a las mayorías, una sola familia se encargó de gobernarlos y dictaba lo que les parecía más conveniente, ya fuera ir a declarar guerras a las tribus vecinas para recolectar prisioneros y doncellas que serían ofrendadas a los dioses o bien determinar que varones se educaban en el Tepochcalli y quien en el Calmécac. Las mujeres simplemente eran instruidas en las artes culinarias y la costura. O sea que la igualdad de género era cosa no existente. Además de ello, las clases sociales estaban bien marcadas y nada de revolturas. Como podemos ver de ese pasado no podemos presumir que nos venga nuestra tradición democrática. Vayamos al siguiente que insistimos en negar.
Cuando las huestes comandadas por Hernán Cortez arribaron a nuestras tierras, encontraron un sinfín de grupos enfrentados entre sí o bien sometidos. Ellos no fueron los primeros, otros ibéricos ya andaban por aquí como era el caso de Gonzalo Guerrero y Gerónimo De Aguilar quienes estaban asimilados con las tribus que vivían en el sureste. Fue precisamente en tierras de Tabasco en donde uno de los capitanes de Cortez, el más leal, honesto y olvidado de todos ellos, Andrés de Tapia, en compañía de la Malinche, habría de encontrar a De Aguilar quien les seria de mucha ayuda durante la lucha de conquista. En este proceso, desarrollado en forma brutal, les auxiliaría el descontento de las tribus periféricas con la central que las tenían sojuzgadas. Los resultados todos los sabemos, la conquista derivó en la dominación y tanto defensores como aliados acabaron sometidos a los designios de la corona española. Durante las próximas tres centurias de 1521 a 1821, el poderío ibérico en la Nueva España, se ejerció a través de los Virreyes que en número de 63 fueron desde Antonio De Mendoza y Pacheco hasta Juan O’Donojú y O’Ryan. La mezcla entre españoles e indígenas se fue dando, unas veces por la fuerza y otras por convencimiento mutuo, dando origen así a lo que hoy somos. Sin embargo, en ese proceso, nadie se preocupaba por preguntarles a los habitantes de estas tierras que opinaban sobre los actos de gobierno. Para aquellos quienes se mostraban rejegos, ahí estaban los miembros de la iglesia católica, pertrechados en la Inquisición, o se convertían a lo que ellos llamaban la única fe verdadera o se iba derechito al averno. Dos instituciones antidemocráticas, la corona española y la iglesia católica, habrían de trabajar conjuntamente para someter a los habitantes de estas tierras durante tres siglos en los cuales se habría de marcar el futuro. Durante ese lapso, la diferenciación social y la minimización de la mujer y los indígenas fue la constante. Como podemos ver, de ese pasado no podemos presumir que nos venga nuestra tradición democrática. Pasemos al periodo post independentista.
Los criollos, marginados de las decisiones de gobierno, iniciarían una protesta porque ’Pepe Botella’ Bonaparte, apoyado por su hermano el Corzo, había echado del trono español a Fernando VII. Sin embargo, nunca esperaban que aquello se les fuera de las manos y terminara por convertirse en una lucha por terminar con el dominio español. Los representantes de este al ver que no tenían futuro, maniobraron hábilmente para que fuera uno de ellos, Agustín Cosme Damián de Iturbide y Aramburu quien se encargara de finiquitar la lucha y proclamar la independencia. Con lo que no contaban era con que el criollo se sentía noble y pronto le dio por instaurar un imperio de opereta de corta duración. Aquello daría pie a que por los próximos treinta años el país naciente, se la pasara entre asonadas y subidas y bajadas a la presidencia del quince uñas, López De Santa Anna y Pérez De Lebrón, mientras que la curia seguía gozando del privilegio que le otorgaba que en cada Constitución promulgada entre 1824 hasta antes de la de 1857, se le considerara como la religión única. No fue sino hasta que en un acto autoritario, ahí no había espacio para consultas democráticas, LOS HOMBRES DE LA REFORMA, siempre con mayúsculas, acabarían con aquello y empezaría la construcción de lo que hoy conocemos como México. Sin embargo, ello no satisfizo a los de siempre, conservadores y la curia, y se fueron a Miramar en busca de un príncipe extranjero quien viniera a gobernar a esta horda de salvajes. Mucha sangre le costó al país acabar con aquello y al terminar no le quedó al estadista Benito Pablo Juárez García sino ejercer el mando de manera autoritaria, el país no estaba para andar con ensayos democráticos como lo demandaba el grupo encabezado por José de la Cruz Porfirio Díaz Mori. A la muerte de Juárez, y tras un gobierno débil de Sebastián Lerdo de Tejada y Corral, Díaz se apoderaría del poder y lo habría de ejercer por los próximos 36 años durante los cuales cada cuatro simulaba efectuar elecciones en las cuales, con excepción del periodo en que le prestó el gobierno a su compadre, Manuel del Refugio González Flores, siempre resultó triunfante. Así fue como finalizó el siglo XIX y comenzó el XX. Tampoco en ese periodo podemos podemos presumir que nos venga nuestra tradición democrática. Revisemos el periodo de la Revolución Mexicana y lo que de ella derivó.
Protestando por ser víctima de un robo en las urnas, Francisco Ygnacio Madero González terminaría arribando a la presidencia gracias a una transición pactada mediante negociaciones efectuadas en New York entre sus representantes y los del Presidente Díaz Mori. Ya en el poder, Madero decidió jugarle al demócrata y en 1912 convocó a elecciones cuyos resultados habrían de avivar los apetitos de poder de los miembros de la institución más antidemocrática que exista en el mundo: la iglesia católica. Antes de que algún creyente nos condene, le preguntamos: ¿Cuándo fue la última vez que sometieron a consulta alguna de las decisiones de dicha institución, desde la selección de un cura de pueblo hasta la de mayor importancia en El Vaticano? Pero retornemos a 1912 cuando, a través de su órgano de paja, el Partido Católico Nacional obtuvo 3 gubernaturas, 4 senadurías, 29 diputaciones y un número importante de alcaldías en las capitales de diversos estados. Con esos resultados, la curia creyó que era el momento de recuperar el poder absoluto. Aliada con el embajador estadounidense, Henry Lane Wilson, y el chacal dipsómano, Victoriano Huerta, prepararon el cuartelazo, muy caro le salió a Madero su vocación democrática. Sin embargo, algo bueno arrojó todo ello. Al final, las fuerzas triunfantes de Venustiano Carranza Garza habrían de elaborar la Constitución de 1917 en la cual incorporaron transformadas en logros sociales las aspiraciones democráticas manifestadas a lo largo de la lucha armada. Sin embargo, la democracia no llega por decreto, la sociedad mexicana venía arrastrando, literalmente, siglos de atraso y era mucho lo que se debería recomponer. Las resistencias empezaban con quienes se sentían herederos de un pasado ya ido y no querían dejarlo ir así como así. Si se soltaban los lazos, fácilmente habrían de volverse a hacer del mando. Bajo la guía de la trinca sonorense integrada por los presidentes, Álvaro Obregón Salido y Adolfo De La Huerta Marcor, conjuntamente con el estadista, Plutarco Elías Calles, habría de nacer el estado mexicano moderno bajo el cual se desarrollaría un sistema de gobierno, que prevalecería durante siete décadas y 14 presidentes de la republica más, al cual mucho le han criticado que no fue democrático ya que mantenía los hilos del poder. Los argumentos están fundados en la prevalencia de un solo partido en el poder y, dicen los opositores, ello ahogó al país. Sin embargo, a pesar de reconocer que esa democracia mexicana no fue la más preclara y adoleció de fallas múltiples, el país creció y se desarrolló. Nació la clase media, muchísimos tuvimos acceso a la educación y la movilidad social existió. Sin embargo, en la sociedad mexicana continuaron prevaleciendo los mismos vicios y prejuicios que venían arrastrando desde tiempos inmemoriales, pero siempre será más fácil atribuir a otros los defectos que nos son propios. En ese contexto, tampoco podemos decir que de ahí nos venga nuestra tradición democrática. Así llegamos al Siglo XXI.
Con el advenimiento de la centuria nueva, les vendieron a quienes desearon comprarlo con el cambio de partido en el poder habría de llegar la democracia a México. Y ahí van los crédulos dando apoyo a un representante de la derecha retrograda antidemocrática representada por el triunvirato del cristerismo-sinarquismo-panismo. Como representante de eso apareció Vicente Fox Quesada enfundado en la casaca albiceleste. En unas elecciones cuyos resultados, cada vez más parece ser fueron determinados de antemano en otros lares, Fox fue investido como ganador. Secreciones salivales les faltaban a algunos para clamar a grito en pecho que por fin éramos un país democrático. Les habían hecho creer que el nuevo gobierno llegaba gracias a su voto, pronto se percatarían que los recién llegados extrapolarían al gobierno la forma en que manejaban la hacienda sinarquista y que conste esto no lo comentamos de oídas, muchas fueron las veces en que le comentamos a quien deberíamos de hacerlo que mandara eso al carajo, no le estaban dando sino el trato de caporal. Finalmente, habría de percatarse cuando sucedió aquello. Al final de cuentas todos nosotros, los que ya lo habíamos visto con antelación y los creyentes, sufriríamos las consecuencias de ese invento democrático que fue el foxismo. Lo que seguiría no fue mejor, en medio de un cochinero, las huestes del panismo representadas por Felipe del Sagrado Corazón de Jesús y el iluminado de Macuspana, López Obrador habrían de dirimir quien era más puerco en sus procedimientos, como sabemos, y sufrimos, ganó el primero. Fue la democracia dicen algunos, fueron los triquiñuelas decimos otros. Tras doce años bajo el manto del cristerismo-sinarquismo-panismo, el país ni creció, ni se desarrolló y acabamos en un baño de sangre. En ese contexto, de nuevamente las elecciones fueron cuestionadas por sus procedimientos, y al fin de cuentas fue electo Enrique Peña Nieto quien representaba la vuelta del priismo al poder y con quien se esperaba las cosas cambiaran. Sin embargo, como quiso jugarle al demócrata e incluir a todos en las decisiones de gobierno mediante el Pacto por México con el cual pudo sacar todas las reformas que buscaba. Aunado a ello, no fue capaz de desbaratar todo el entramado burocrático que le heredaron los panistas y hoy su gobierno naufraga entre la decepción y la ineficacia. Tres sexenios llevamos, según lo que algunos venden, en donde la ’democracia’ ha prevalecido y, decimos nosotros, los resultados han sido desastrosos. Claro que los muy ’ortodoxos’ podrían increparnos y tacharnos de retrógrados por no ver como ’la democracia es algo inherente a nosotros que no ves como todos podemos votar ahora y tenemos instituciones que cuidan el respeto al voto.’ Además de que puedes decir lo que se antoje sin que te castiguen. ¿En verdad? Sin embargo, lo que no mencionan es que la democracia no es simplemente ir a votar por el fulano que se nos antoje o creamos es el mejor, eso es simplemente una parte. La democracia implica toda una serie de acciones y actitudes que cada individuo debe de tomar. Aun cuando sea políticamente incorrecto decirlo, continuamos siendo una sociedad clasista y segregacionista. Las decisiones continúan siendo tomadas en las esferas altas de los grupos de poder. El tartufismo sigue rigiendo en un sinfín de nuestras actividades cotidianas. Ahora que si de consuelo les sirve, a quienes invocan a la sociedad griega como el ejemplo a seguir de lo que debe de ser la democracia, debemos recordarles que en ella no todos tenían el derecho para elegir a sus gobernantes, ni las mujeres, ni los esclavos les era permitido elegir a sus gobernantes. Aquello era un asunto de unos pocos con características especiales, la mayoría de la población permanecía al margen. En el caso de nuestro país, la ’democracia’ para lo único que ha servido en nuestros días es para enriquecer a varios. Por más que le hemos buscado en este recuento histórico desde los 1300s hasta nuestros días, no hemos podido encontrar de donde nos viene nuestra tradición democrática. Pero tal vez usted, lector amable, tenga fuentes más extensas y precisas que nos permitan cambiar la perspectiva y convencernos de que la democracia es una tradición que forma parte de nuestro ser como nación.vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Este martes 8, los estadounidenses habrán de elegir a su dirigente para el futuro. Con cualquiera, que ellos seleccionen, habremos de lidiar al menos por los cuatro años próximos. Dado que nuestros gobernantes entrometidos decidieron tomar partido, los imaginamos en pleno de proceso de mortificación de sus carnes, mientras rezan la Novena a San Judas Tadeo. Más les vale que las penitencias y plegarias les arrojen resultados positivos. Si no sucediera así, aderezado con el ingrediente de su voto en la UNESCO, en el porvenir habremos de testificar tiempos muuuuuuuuuuy interesantes.
Añadido (2) Cuando en octubre del año 2000 le comentábamos a quien fuera nuestro vecino de pupitre, entonces encargado por el foxismo de elaborar la reforma fiscal, si ya tenía la talega repleta de billetes lista para ’maicear’ a los legisladores que habrían de aprobársela, su respuesta fue tan vaga que inmediatamente supimos que aquello no funcionaría y así se lo dijimos. Desde entonces no hemos vuelto a cruzar palabra con él. Sin embargo, aunque la reforma mentada acabó en el cesto de basura, pareciera que nuestro ’consejo’ no cayó en saco roto. Durante el foxismo, se promovió que a los legisladores se les asignara un monto determinado para atender a la ciudadanía. Con ello esperaban que les aprobaran cuanta ocurrencia tuvieran, pero el resultado fue negativo. Los foxistas no sabían tratar, como dijera un amigo nuestro, ’a esas finísimas personas.’ Creyeron que con pago por adelantado les iban a cumplir. Estaban en el proceso de la curva de aprendizaje al cual nunca llegaron los foxistas, pero los legisladores encontraron otra fuente de ingresos que prevalece hasta ahora.
Añadido (3) Muchas fueron las veces que les mencionamos aquí: el chico maravilla del panismo es toda una ficha bien conocida por sus paisanos queretanos. Ahora todos se muestran sorprendidos porque lo que descubrieron. Otro ejemplo más de la moral doble que practican los panistas. Primero resplandeció en la figura de su otrora candidata presidencial, ahora en la persona de su líder. Como dijeran los angloparlantes: ’Who is next?’

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