Crónica
Elino Villanueva
Chilpancingo, Gro., enero 4 del 2017 (IRZA).- Son tres las opciones de ’combi’ más próximas para ir desde el mercado al centro, más precisamente a la plaza de la Libertad de expresión, a la ceremonia por el Día del Periodista, por la fundación del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa como punto de partida.
Ni a cual ir: las tres tienen en el medallón, grandote: ’No al gasolinazo’, en letras blancas, y desde todas las que ahí están aglomeradas se dejan escuchar las mismas canciones de siempre, huecas, insulsas y de estribillos pegajosos.
’Pues esta…’, opta el Croniquero, y aborda la 145 de la ruta a la colonia ’20 de Noviembre’. Inicio auténticamente con pie derecho en este miércoles que parece domingo, todavía en período vacacional, increíble pero cierto: el equipo de sonido deja escuchar, sin estridencias, como debe ser: ’…I want to know./Have you ever seen the rain?/I want to know./Have you ever seen the rain/coming down on a sunny day?’ ¡No puede ser! Dan ganas de pedirle a la señora de al lado, una guapa de ojos azules entrada en años extraordinariamente amable, un pellizco para despertar.
¿Los Creedence en uno de estos espacios del transporte urbano en los cuales se nos tiene acostumbrados a escuchar música estridente que por lo menos se puede calificar como bárbara? Bueno, pues más allá de gasolinazos y alzas en los productos básicos, qué feliz inicio de año.
Magnífico día para volver a las andadas en esto de dar cuenta y razón a través de este bello género sobre nuestra cotidianidad. Todo es idílico adentro de la ’combi’, los que bajan dicen: ’gracias’ al conductor, y los que suben saludan a los pasajeros.
Al fondo una señora va al pan con una cubeta y avisa por celular que ya va para allá, a la derecha una chica luce su sudadera gris con la leyenda ’NYC’ en letras grandes, a la izquierda un chico porta la playera del Barcelona y otras tres señoras más, jóvenes, disfrutan del ambiente inusual, y en el asiento del copiloto un hombre de cachucha sigue el ritmo.
La señora bella de al lado, acá atrás, más próxima al conductor, se acomide casi con exceso a recibir el pago de los usuarios, pasarlo al chofer, que a la vez es cobrador, y devolver el cambio, según el caso, y sonríe y explica y opina con amabilidad. Hasta la patrulla de la policía que vigila en la alameda Granados Maldonado luce bonita y sus policías gente decente.
Ahora se escucha: ’…Down on the corner,/out in the strett,/Willy and the poorboys are playing/bring a nikel, tap your feet…’¿Estamos en Chilpancingo? ’¿Cómo te llamas?’, se le pregunta al operador. ’¿Por qué?’, responde, medio desconfiado, así como andan las cosas en una de las tres ciudades más peligrosas del país.
’Porque en mi periódico me ordenaron hacer una crónica y voy a citar tu nombre… Gracias por el tipo de música. Te felicito.’ ’Está bien, póngale que me llamo Fredy, así nada más’.
Ni modo, con esa música dan ganas de seguir el viaje, pero ya está cerca la plaza de la Libertad de expresión. Son las diez en punto, hora de la cita, y al modo viejo de los periodistas, impuntuales la mayoría, la dichosa plaza luce vacía.
Sólo permea el rumor de un hombre platicando con otro que se lustra los zapatos sobre la causa de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, la tragedia que nos tiene marcados desde el 2014 y que tal vez nunca se aclare.
Se escucha el ajetreo de los comerciantes que han convertido este sitio en un tianguis, e impone la solemnidad del busto a don Moisés Ochoa Campos, prócer del periodismo guerrerense, y el monumento a don Hermilo Castorena, otro grande del diarismo y la locución. ¿Dónde andarán los malvados tundeteclas de la actualidad? Una caminata por el zócalo.
Por el rumbo de la catedral anda Aarón Vega. Un saludo afectuoso de año nuevo. ’¿Vas al desayuno?’ ’¿Cuál’ ’El que invita a los periodistas todos los años don Gustavo Alarcón Herrera, a nombre de su familia’. ’No fui convocado’.
’Tú vente’. Ya no hay asientos. Sigue feliz el día: las únicas dos sillas que quedan están justo enfrente de donde está sentado el anfitrión. Bueno, raíces y presencias de Amojileca, ¿qué se le va a hacer? Vaya coincidencias. De allá viene el Croniquero, apurado, después de dar de desayunar a unos venados preciosos y a los perros fieles que los cuidan.
Al lado de don Gustavo conversan y bromean, todo ameno, pura felicidad, ¿ya ven?, Pedro Arzeta, José Luis González, Juan Antelmo García, el invitador, Naty Esquivel, Tino Gatica, Omar Chávez… ¡pura dinamita! Y los Satélites de Guerrero se arrancan a bajo y guitarra con Gabino Barrera, acomodada en sílabas al nombre de Carmelo González, viejo fotógrafo que igual anda entre la raza.
Así se brinca el día: de los Creedence de la ’combi’ a ’Simón Blanco’, ’Ya vine de donde andaba’, ’Pueblos de Guerrero’ y hasta ’Tatuajes’, del recordado Joan Sebastian, para terminar con ’Las mañanitas’, ya para entonces compartido el desayuno y repartidos los presentes que para todos llevaba don Gustavo.
Todos a la plaza, ahora sí, del otro lado del zócalo. Lo único que desentona del miércoles que parece domingo son los rostros moribundos de los lirios y demás plantas que sembró Mario Moreno en las jardineras sin protección, que nos costaron quién sabe cuánto porque las pagaron con nuestros impuestos, con la remodelación del centro, y que se ve que no las han regado desde el verano anterior.
Ya andan en la plaza un centenar de diaristas, entre ellos, faltaba más, varios exalumnos: Citlali Monroy, Dassael Téllez, José de Jesús García, Juan Manuel Molina y Cony Vázquez, que se han subido a lo grande en el gremio, a pesar de los riesgos.
De nuevo la música, pero ahora no los Creedence con ’Have you ever seen the rain’ o ’Dawn on the corner’, ni Joan Sebastian, sino Arturo Villela con sus sones calentanos. ¡Vaya diversidad! Y tras la música vienen las intervenciones, los posicionamientos, la ceremonia formal: Pedro Arzeta, Juan Antelmo García, como siempre: José Luis González, quien utiliza el contexto como para enviar mensajes cifrados hacia otros destinatarios.
El amigo Caracheo, vocero del Ayuntamiento, que promete gestionar la remodelación y el descongestionamiento de la plaza, mandar a volar a comerciantes de todo que abundan en ese andador. ¿Será? Luego Jackeline Sánchez y al final Carmelo González.
Todos en exigencia de la libertad de expresión y en solidaridad con colegas que ahora andan siendo vapuleados, en este caso Lenin Ocampo, hijo del jefe mayor: Sergio Ocampo, efectivamente guerrilleros y subversivos, pero de la lente y de la pluma y de la palabra.
La guardia de honor ante el monumento a Ochoa Campos, que más parece foto del recuerdo. Acto solemne que de pronto raya en el chacoteo. Qué hacemos, es la plaza de la Libertad de expresión. La caminata con don Jaime Irra Carceda por el zócalo de páramo, platicando sobre las frases de Umberto Eco en El nombre de la rosa, y sobre otras cosas que nos unen en aficiones por el arte y la cultura.
Miércoles todavía de vacaciones que parece domingo, y el inicio del viaje de regreso a la sonriente Amojileca. El recorrido a la inversa, ahora sí en una combi ¿normal? escuchando la historia de un hombre que tiene una novia aburrida y la compara con otra que no se raja y le entra al relajo. Algo así, cosas de la modernidad.
Fin del recorrido musical en el emblemático Día del Periodista, inmejorable para la vuelta a las andadas, qué se le va a hacer, no hay remedio, es existencial esto de narrar la cotidianidad mediante este género hermoso.
Recorrido que a pesar de la música ¿moderna? persiste todavía con el eco de los Creedence en la ’combi’ ¿rara? de Fredy en la ruta a la colonia ’20 de Noviembre’: ’…Down on the corner,/out in the strett,/Willy and the poorboys are playing/bring a nikel, tap your feet…’ Sí, pues.
