Leoncio Castrejón Salgado
Leoncio Castrejón Salgado
En el ámbito internacional la postura y determinación del presidente de México Enrique Peña Nieto de NO asistir a la reunión convocada unilateralmente por el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica para el próximo martes 31 de enero, coloca a México y a su presidente, en una posición de elogio de la mayor parte de los mexicanos que se han sentido y manifestado ofendidos por el señor que ahora dirige los destinos de millones de norteamericanos.
La postura asumida ayer por Peña Nieto, fue producto de presiones de ciudadanos mexicanos que han dicho ¡¡ ya basta…!! A quien desde que fuera candidato a la presidencia de su país, ha reiterado su inestabilidad mental, sobre todo contra minorías que radican en aquel país del norte. Sin duda que la decisión tomada por el presidente mexicano fue la acción más acertada en virtud de las circunstancias que prevalecen en estos momentos.
La decisión de no asistir al encuentro con su par del norte, seguramente ha sido un contundente rechazo a los berrinches y caprichos de quien pierde los estribos creyendo que gobernar a millones de personas es como administrar una o varias empresas.
Se debe resaltar que la determinación tomada por el presidente Peña Nieto no fue fácil. Tuvo que vencer obstáculos dentro de su propio círculo de colaboradores como el del actual Secretario de Relaciones Exteriores, que es amigo y camarada del presidente norteamericano. Sin decirlo, se dio una feroz lucha entre quienes son afines a los republicanos de Norteamérica y los que se muestran más cautos en estas circunstancias.
Cierto que los ciudadanos mexicanos mostraron su rechazo ante la posibilidad de que Enrique Peña Nieto de nuevo se aventara como el ’borras’ como el año pasado, cuando el imperial y jocoso presidente ahora, pretendía y aspiraba a gobernar a los norteamericanos, y que fuera invitado a escondidas a visitar nuestro país aún en contra de la opinión pública de un sector importante y significativo de mexicanos.
Ayer no fue fácil para la clase política gobernante de los pinos decir NO a las pretensiones de amagar, presionar y al final, someter al ejecutivo federal mexicano a aceptar propuestas y situaciones que solo a un demente se le ocurre plantear y vociferar.
En este y otros espacios se ha reiterado hasta el cansancio de la posibilidad de que, ante las arbitrariedades de la clase política de Norteamérica con grupos afiliados a alguna secta religiosa extrema principalmente, - hablemos de Medio Oriente por ejemplo - éstos reaccionen de manera extrema y violenta, actitud propia de esos grupos que reivindican creencias y posturas distintas a occidente. Particularmente los Estados Unidos de Norteamérica.
Por lo anterior, es menester citar puntualmente que de momento, en este caso particular, el presidente de México hizo lo correcto, lo adecuado ante circunstancias concretas y que exigían una respuesta contundente. Habrá sectores que aún no alcancen a valorar la valía de tal postura, sin embargo, el tiempo dará la razón a quienes tomaron tal determinación; de no asistir a una reunión que más que encuentro civilizado, era una celada para ingenuos y principiantes en política internacional. Agregada con una falta de respeto no para el presidente de México, sino para los mexicanos bien nacidos y sobre todo para quienes se han visto en la necesidad de arriesgar mucho para mejorar sus condiciones de vida que aquí en su ’terruño’ no les fue posible conseguir. A nuestros paisanos que ahora se encuentran en la zozobra, en la angustia de perder poco o mucho.
Se ha dado el primero manotazo al arrogante personaje carente de la más mínima delicadeza para tratar y gobernar a millones y millones de personas.