En Las Nubes
Carlos Ravelo Galindo
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Como prólogo dejennos presumir, de nuevo.
A nuestra nieta Ana Sofía, sicologa, que después de felicitarnos nos preguntó cómo estamos. Reverente le respondimos:
’Aún no nos toman en cuenta. Sigo como el menudo, porque mientras él está cocido, yo estoy crudo. Yo CRG’
De Mariana Usobiaga , otra nieta, desde Barcelona, España, donde residen.
Abo Carlos,Te escribo para festejar y celebrar tu vida. 92 añotes tan bien vividos.
¡Muchas felicidades!
Espero que ayer te hayan consentido y festejado como te mereces’.
Y de su esposo el médico Jorge Alberto Ravelo Barba, otro nieto
Hola ABO como estas? Hace dias que no te escribo y que buen pretexto de escribirte de nuevo por tu cumpleaños.!!!
Espero la pases muy bien, seguro que bien acompañado, posiblemente de mi padre y algunas otra visita mas!
Yo te cuento un poco, hace unas semanas volví de un viaje por Nepal, increíble, una cultura inmensamente humana, compasiva y gentil.
Ya te contare con mas detalles en otro correo y alguna fotografía.
Desde que volvímos a cataluña, pues he estado con mucho trabajo, lo habitual ya, jeje pero no me quejo, hay trabajo y tengo energía, asi que a darle…
Tu que como estas? vas tomando tus medicinas, das algún paseo????
TE mando un abrazo grande y espero que la pases super bien hoy! y cada dia también!!! Jorge Ravelo Barba’.
Del afable colega el abogado también, Jorge Herrera y Valenzuela. Cordial y amable como acostumbra:
’Imposible dejar de estar contento y feliz por ser amigo de Carlos Ravelo y Galindo, un fraternal colega del diarismo mecano, un amigo que siempre atento a sus amigos y aún más, un hombre que día a día ha demostrado su amor por la vida, su amor permanente por su querida Betty, de sus hermanos, de sus hijos, de sus nietos y bisnietos.
’Gracias a Dios y al intenso deseo de vivir, nuestro Decano de los Reporteros Diaristas y Columnistas de México, supera la secuela de su agresivo mal.
La última vez que te salude fue en la Casa Coahuila, y compartimos lugares, en el festejo del cumpleaños del gran amigo y colega Teodoro Rentería.
Así pues, me sumo a todas las merecidas felicitaciones y que sigas cumpliendo años y regalándonos tus interesantes comentarios EN LAS NUBES. Atentamente JHV’.
Nos lo dice doña Jessica, sin más. Claro que se excedió. Pero gratamente lo leímos.
’Eres una persona que siempre trata de encontrar formas de ser bueno con los demás.
Por lo general, antepones las necesidades de los demás a las propias, incluso a costa de ti mismo. Es más fácil de esa manera para ti. Tienes poco ego y eres amable.
¡Necesitamos más personas como tú en este mundo!’
¿Nonagenarios?
En realidad es un privilegio presumir de su amistad. Y más cuando el escritor chiapaneco Roberto López Moreno, nos permite compartir un trabajo de Enrique González Rojo.
Con murmullos de lápiz y alaridos de tinta al través de estos cantos quisiera encender tales imágenes que mereciese cada una todo un libro, un libro donde quepa el extenso grito de éste grito con su abecedario a deletrearlo a delatarlo abriéndole las entrañas tras las páginas.
Estamos, pues, en movimiento, braceando en las ondas monóxidas del viento, para no ahogarnos en oleajes del vociferomanoteo acumulado.
Coatlicue se redunda Xochipilli en el Tlatoani (desde mí Zdravitza (irreverencia humilde) mínima, por los pueblos) para que la piedra hable por sus hijos, esos, caminando en la galaxia sin tener conocimiento en su de su peso, de sus pétreos litorales lermando de sus propias lágrimas.
Vendrá -ya está aquí- el que siguió (de) (a) Tecayehuatzin con la oferta verbal como cosecha.
En quince cantos pedernal al pulso nos abriremos el pecho hasta el salto felino del todo astro.
Hay que deletrear el infinito y hay ya para ello; el poeta de pie en su ábrara magnífico.
Los advierte primero, no se sueñe que una gota más que iracundia es lágrima, luego el verbo se encamina y acomoda en el pistón quemante.
El motor de las neuronas empieza a otear el cosmos, el otro acunamiento que nos fluye, que nos materializa desde las obscuras espirales, desde su pupila de siglos sin siglos, sólo esto multiplicado por el número que proyectil se incrusta.
En las lúminas vertientes vertiginias del polvo.
Una suerte de ocasos ha tejido esta trama de carne tiritando, a ella hay que volver a que tracemos la necesaria ortografía de las auroras.
El poeta en uno de sus rapsos nos dibuja cómo le infiere punta a su grafito.
Armado esta desde antes caballero del verbo, latido principal de la hermandad andante, transitando la vastedad de sombras de aquella inmensidad que los demás ignoran, que sólo le imaginan con arrobo en la ésta muy tan plena orfandad de las metáforas.
Los átomos se crispan frente a la aguda lente ¿desde qué estrella -preguntaré al poeta-vienen rodando los átomos que constituyen las consideraciones de su lectura? peso sobre peso, liviandad sobre liviandadas poleas.
Ábrara: raíz cuadrada de la luz multiplicada por el segundo anterior al primer segundo.
Polvo de estrellas somos, un fragmentito, Menos, de la enorme curva que luego nos enmarca.
Así como lo de adentro es lo de afuera, así como lo de arriba es lo de abajo, la lectura del poeta, su inquisición que está dentro de la bóveda nos deviene directamente de la entraña y la llamamos atmósfera para ganar lo externo y la llamamos externo para ganar la atmósfera.
Coordenadas y paralelos sinfonizan el oído abierto éste hacia los especulados tetra cantos del cenzontle.
Los cuatro y el mismo. Cuatrocientos hacia lo eternizado. La bestia de sus sentidos aúlla adentro del poeta.
Dice que a la casa de la fiera va a adentro de Sí mismo.
Y un eje de asombros que nos cimbran. La treziéme reviant c´est encore la premiere.
Y Nerval se cuelga de una galaxia para alumbrar una obscura callejuela de París, el mundo.
El poeta Enrique observa el cosmos. Contempla en noventa no venta novela no vela, hoguera requiere la elevada potencia.
Lo registra la memoria de elefante
emefante
enefante
erefante
esefante
Noventa, no venta, novela, no vela, hoguera requiere la elevada potencia.
Rizna carniuta rizna liumpacerto.
Quince cantos y poeta.
Poeta González Rojo, nos deletreaste el infinito y lo volviste a escribir para nosotros en el 13.1416 de tu poema.
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