Concatenaciones
Fernando Irala
Afirma un Comité de la ONU que en México las desapariciones de personas son generalizadas, y muchas podrían calificarse de forzadas, es decir, aquéllas donde la autoría proviene de autoridades gubernamentales.
En sentido contrario, la respuesta oficial sostiene que estas recomendaciones no reflejan adecuadamente la información que el gobierno mexicano proporcionó a esa instancia y, yendo más lejos, que no aportan elementos adicionales.
Lo cierto es que, a los ojos del mundo, la condena formulada surte efectos, y resulta más o menos irrelevante la respuesta nacional.
Luego de la tragedia de Iguala, en que incluso algunos de los delincuentes presos han sido acusados precisamente del delito de desaparición forzada, y otros que no lo están podrían serlo en opinión de expertos, nadie en su sano juicio diría que los funcionarios de la ONU están inventando un fenómeno.
En su respuesta, la defensa mexicana convalida las conclusiones de la ONU, al aseverar que ésta no contiene “elementos adicionales”, lo que en buen español significa que no hay nada nuevo pero también que no hay nada falso.
La controversia en realidad radica en que mientras las autoridades mexicanas han querido mantener la tesis de que lo de Guerrero es un hecho aislado, la ONU habla de muchos casos.
Si la ONU exagera, habrá que demostrárselos; si su apreciación es justa, la situación es muy grave.
Por lo pronto, en uno y en otro caso tendrá que pasarse de las palabras a los hechos, en breve tiempo.
Porque lo único aislado en la desaparición de los 43 en Guerrero es que esta vez, como resultado de la presión social, ha habido una investigación que parece sólida y confiable.
No ha ocurrido así en otros muchos denunciados, incluidas desapariciones y asesinatos de periodistas en diversos lugares del país.
Ojalá que con la prontitud que se emite un comunicado de prensa, haya acciones efectivas de atención a este problema, que no es nuevo ni es menor ni es tan aislado.
