Hay que buscar otra clase de explicaciones

Difícil sostener la dicotomía conservadores vs liberales: Alfredo Ávila

Difícil sostener la dicotomía conservadores vs liberales: Alfredo Ávila
Política
Noviembre 16, 2016 23:40 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

(Primera de dos partes)
Durante buena parte del siglo XX, la historia de México -particularmente el periodo decimonónico- fue vista e interpretada como una lucha entre buenos y malos: entre liberales y conservadores, que estarían presentes en el país prácticamente a partir del inicio de la lucha por la independencia, afirmó Alfredo Ávila, doctor en Historia por la UNAM.
En su conferencia ‘Conservadores vs liberales: una historia de malos y buenos’, Ávila recordó que Adolfo López Mateos, siendo candidato a la Presidencia de la República, trató de crear un hilo conductor de la historia patria, un imaginario acerca de cómo el proyecto que había iniciado Hidalgo en 1810 era el mismo 150 años después del inicio de la revolución de independencia, cuando en su campaña repetía que su partido, el Revolucionario Institucional, era el partido de Hidalgo, Morelos, Juárez y Cárdenas.
A partir de 1930 la historia de México se basó en el pensamiento dicotómico, o sea dividir las cosas en dos para facilitar las explicaciones, aunque habitualmente la realidad se niegue a ser tan sencilla; es algo mucho más complejo y parece mayormente una escala de grises que simplemente el blanco y el negro, pero estos últimos ayudan a entender las cosas porque las simplifica, expresó el doctor Ávila.
Así, se planteó una dicotomía entre liberales y conservadores, una interpretación de buenos contra malos, desde el punto de vista de los liberales, porque los conservadores, o por mejor decir el pensamiento católico que se enseñaba en algunas escuelas católicas de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado, también presentaba esta versión dicotómica de la historia, nada más que allí la carga moral, la carga positiva y negativa era a la inversa.
Comentó Ávila, quien también es catedrático en la FES Acatlán y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, que en 1951 Jesús Reyes Heroles publicó el primer volumen de una obra que durante mucho tiempo fue canónica: ‘El liberalismo mexicano’, trabajo impresionante tanto por la investigación como por su amplitud, en el cual dejó en claro que para la historia mexicana el liberalismo, el federalismo y la democracia, no solamente eran elementos que entre sí se habían imbricado, sino que eran casi consustanciales a la nación mexicana, es decir, que la verdadera nación mexicana era liberal.
Mientras que Francisco López Cámara y otros historiadores trataban de rastrear precisamente la génesis de la conciencia liberal, incluso en el siglo XVIII, para demostrar que más allá de la independencia todavía se podía entender esta dicotomía entre liberales y conservadores, agregó.
En los años 80, Edmundo O’Gorman, uno de los historiadores más reconocidos y trascendentales del siglo XX mexicano, ya con formación académica, mantuvo esta interpretación en sus dos grandes trabajos: ‘La supervivencia política novohispana’ y ‘México, el trauma de su historia’, en los que planteaba la historia del siglo XIX mexicano en los mismos términos dicotómicos, señaló Ávila, quien es especialista en historia de la cultura política y del pensamiento en el primer tercio del siglo XIX mexicano.
En su ponencia, incluida en el ciclo ‘‘Nuevas interpretaciones de la historia nacional’, auspiciado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM), Ávila apuntó que de manera muy original O’Gorman decía que durante el siglo XIX hubo dos alternativas: una que fue heredera de la Nueva España, la tendencia monárquico-conservadora y otra, la republicana-liberal.
O´Gorman afirma al principio de su libro que la tendencia monárquico-conservadora no solamente era tan legítima como la opción liberal- republicana, sino que incluso al momento de la independencia resultaba hasta más lógica, porque después de 300 años de dominio virreinal, de reconocerse bajo una monarquía y de quién sabe cuántos siglos de dominio de tlatoanis y demás señores prehispánicos, lo más natural en México era precisamente lo que estaba haciendo Agustín de Iturbide al establecer una monarquía constitucional.
Sin embargo –sostuvo el investigador- don Edmundo ’era muy tramposo, así hay que decirlo’, tenía una retórica estupenda y al final complicaba tanto al lector que lo llevaba de la mano para convencerlo de las cosas que estaba proponiendo; lo hacía muy bien, era un hombre muy inteligente, de suerte que al final de la ‘La supervivencia política novohispana’ termina asegurando que las dos tendencias eran legítimas, pero que la más legitima era la republicana porque fue la que triunfó; entonces al final de la obra cayó de todas maneras en esta vieja idea dicotómica tradicional de malos y buenos.
Más interesante es ‘México, el trauma de su historia’, porque ahí el autor plantea nuevamente esta división, formula como punto de partida lo que él llamó (con un término muy pomposo) la lucha ontológica por la constitución de México, que es la lucha entre el pensamiento conservador y el pensamiento liberal, expuso el doctor Ávila, quien es autor de varios libros, artículos y colaboraciones en revistas y obras colectivas especializados.
En esta tesis sí es sorprendente O´Gorman, porque su conclusión es que en realidad el pensamiento liberal y el conservador se parecen mucho: ambos quieren el progreso similar al que tienen países como Estados Unidos o Francia; la única diferencia es el énfasis, pues mientras que los liberales están dispuestos a sacrificar algo de lo mexicano por alcanzar el progreso, los conservadores no, y prefieren renunciar a algo de la imitación de los modelos externos para conservar lo que ellos entendían que era el ser de lo mexicano.
Entonces, hay que notar que incluso en interpretaciones académicas como la que hace O´Gorman, la dicotomía se mantiene, indicó el doctor Ávila. Pero cuando empezamos a ver los procesos de constitución del Estado mexicano, encontramos que esta división apenas puede sostenerse, ya que además escasamente se sustenta para un periodo muy limitado de la historia.
En un sentido estricto, sostuvo Alfredo Ávila, el enfrentamiento de liberales contra conservadores es algo que podemos encontrar en México solo después de la guerra con Estados Unidos, y además esta pugna concluye justamente en el momento de la intervención francesa. Antes de eso, no hay liberales ni conservadores; después, ya no quedan rastros de lo que se llamó el partido conservador y, por lo tanto, hay que buscar otra clase de explicaciones para el devenir de la historia mexicana.
(Concluirá)

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