Postigo
José García Sánchez
Si la intención de Osorio Chong era felicitar a Javier duarte por la forma en la que lleva a cabo su gobierno, el PRI debe perder las elecciones en Veracruz.
Si la intención del secretario de Gobernación fue Castigar, amonestar, llamar la atención o pedirle la renuncia a Duarte y salió triunfante de la dependencia de la calle de Bucareli. Expresó ante los medios que el rumor de su renuncia era parte del folclor político del país, el PRI debe perder las elecciones en Veracruz.
Para el PRI Veracruz está perdido. Pero el PRI al perder esta plaza gana. Este momento deja tan mala reputación del partido por la pasividad de sus dirigentes frente a los excesos de Javier Duarte, que prefiere colocar un candidato gris.
Así, el PRI tiene dos años para preparar un candidato sólido que pueda rescatar un estado que es tradicionalmente considerado como un bastión del PRI.
Por otra parte, la victoria priísta a partir de la derrota electoral en Veracruz consolidaría la democracia en México, muy cuestionada en los últimos años por cierto.
El proyecto del poder absoluto en Veracruz tendrá un paréntesis de dos años. Los excesos de Duarte terminarían por contaminar el próximo régimen priísta inevitablemente; sin embargo, si gana cualquier otro partido, la pasividad o radicalismo de su gestión será parte del desgaste que lleve a ese partido a la derrota en 2018, en Veracruz.
Es decir, si el próximo gobernador de Veracruz no pertenece al PRI, querrá encarcelar a Duarte, en medio de un sistema jurídico creado a la medida del priísmo. Arely Gómez terminará en su cargo lo que resta del sexenio, a pesar del nombre que sufrirá la PGR por FGR.
De esta manera, el hecho de intentar encarcelar a Duarte y no lograrlo, desgastaría al próximo régimen en Veracruz, el primer golpe sería insinuar complicidad; el segundo, una falta total de fuerza política y jurídica.
Sin embargo, el prestigio de Duarte puede caer antes de que termine su sexenio en noviembre de este año, para ello existen dos vertientes muy activas y con una dinámica que no se detendrá para expresar su inconformidad en nuestras fronteras sino que irá más allá.
La primera es la presencia de colectivos de familiares de desaparecidos en Veracruz, quienes denunciaron que en el estado existe una sistemática violación a los derechos humanos de las personas desaparecidas. Acusan que las víctimas son criminalizadas por el gobierno, quien cuestiona las razones de su ausencia.
La segunda, la inconformidad manifestada por los estudiantes de la Universidad Veracruzana en el reclamo del presupuesto que les corresponde para continuar con sus labores. Se trata de una deuda de más de dos mil 100 millones de pesos que la Secretaría de Finanzas y Planeación adeuda a la Universidad y por los que se han detenido proyectos académicos y obras de infraestructura en el plantel.
Estas dos últimas organizaciones han tomado las calles, han realizado declaraciones extrafronteras, han dejado en ridículo al gobierno federal que le permite a Javier Duarte no sólo seguir en el poder como gobernador, sino no detenerlo y juzgarlo como un verdadero y auténtico delincuente.
La impunidad que toma por asalto Javier Duarte, seguramente tiene la intención de regalar la victoria electoral a la oposición.
