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El juego de la ruleta rusa del adicto

El juego de la ruleta rusa del adicto
Salud
Agosto 07, 2020 20:29 hrs.
Salud ›
Ernesto Salayandía García › Divergencias Informativa

Generalmente se inicia en una mesa.

Uno de los jugadores, toma un revólver (puede ser de 5 o 6 cartuchos) y abre el tambor. En él pone de uno a 3 cartuchos dependiendo de la cantidad de dinero apostado. Luego gira el tambor al azar, cerrándolo rápidamente de modo que ninguno de los jugadores pueda ver en qué recámara se encuentran los cartuchos. Por turnos los jugadores colocan la boca del cañón sobre su sien y aprietan el gatillo sin mover el arma. Si ningún cartucho es disparado, el jugador continúa en el juego y el revólver pasa a su compañero. Si este se salva, el revólver continúa al siguiente jugador hasta que a uno de ellos le toque el cartucho y reciba el disparo mortal, pocos se salvan de este macabro juego y finalmente, el jugador, recibe el tiro determinante que extermina con su vida, el adicto a cualquier sustancia y adicto, también a cualquier conducta toxica, permanentemente juega a la ruleta rusa, poco a poco va quemando sus cartuchos hasta llegar al tiro final, determinante, las oportunidades desvanecen, con el tiempo escasean y los daños que genera una adicción, son irreversibles, jamás se recuperan y el adicto comienza a tocar fondos en lo material, lo económico, así como en lo moral y familiar, no lo acepta, ni lo reconoce, se le da por jugar a la ruleta rusa en todos los departamentos de su vida.

El primer balazo, directo a la autoestima
La marihuana, como cualquier otra droga, te roba muchas cosas, lo mismo que cualquier adicción, ya sea a la pornografía, al juego, a una relación toxica o a cualquier otra dependencia, te roba tu autoestima, el adicto pierde su amor propio, desaparece la alegría por vivir, vive sus días en blanco y negro, la droga te chupa la actitud positiva, te llenas de pensamientos tóxicos, la piel, pierde nitidez, se torna, seca, amarilla, apagada y el rostro, refleja tristeza, amargura, decepción, frustración, las ojeras, que en la mayoría de los casos, delatan el insomnio, vacío espiritual, las mal pasadas y la perdida de energía por depresión, sin olvidar que la autoestima, esta nula, el adicto en la lona, viviendo en una zona de confort, de que aquí no pasa nada, a lo que se le llama autoengaño, son demasiadas horas en la cama, en la inactividad total, abandono de sí mismo, sin bañarse, ni arreglarse, vivir los días en gris, en la apatía e indiferencia total, no hay poder humano que saque al adicto de ese hoyo, un hoyo que es un abismo, profundo y negro, un callejón sin salida, menos, por el auto secuestro de los pensamientos de auto conmiseración, puede tener días de abstinencia, pero no es un resfriado, estamos hablando de una enfermedad sumamente compleja, cruel, seria, progresiva, contagiosa, mortal y como la adicción, ya sea alcohol, marihuana, el juego o las pastillas, no hace otra cosa más que mover ese cilindro, el de la pistola y dejar que llegue ese balazo que habrá de exterminarlo todo, el adicto, entra, sin darse cuenta a la sentencia de muerte, esta posesionado por el mismito Diablo y se convierte en un nacido para perder, un bueno para nada, en un mediocre que se hunde en un mar de incongruencias y justificaciones. – Hunde y desintegra a su familia.-

Un balazo a la esperanza
Muchos adictos, obtienen la abstinencia por un corto tiempo, les pega el síndrome de supresión, es decir, la ausencia de sustancias en el cuerpo, les gana la compulsión, viven en borrachera seca, y tarde que temprano, el disparo de la ansiedad los derriba, debido, primordialmente a las conductas toxicas que no logran o no quieren cambiar, no pueden dejar de ser mentirosos, son afines a postergar, se convierten en el hombre del mañana.- Mañana lo hago.- Mañana te pago.- No tienen palabra, no cumplen lo que prometen, no tienen hábitos, ni horarios, mucho menos disciplina, le vale madres quedar mal, es irreverente, irresponsable, inconsciente, se torna agresivo, es híper neurótico, mecha corta, no tiene paz mental, ni armonía, se le da por hacer en los viejos moldes, no quiere romper con su pasado, ni con sus amistades toxicas, su recamara, como su vida, son un desastre no es capaz de organizar su vida, su autoestima, brilla por su ausencia, carece de sentido común, no actúa con sano juicio, carece de estructura emocional, fracasa en sus relaciones de pareja, con sus hijos y en el ámbito laboral, se prende de cualquier sustancia y es el cuento de nunca acabar, nunca cambian la mediocridad es el sello de distinción y son propiamente un cero a la izquierda.

Tiro directo a la negación familiar
El adicto adquiere grandes habilidades para manipular, extorsionar emocionalmente y controlar a la familia, se hace un experto en el chantaje emocional, la que desde el inicio de la acción, se hace codependiente y en cierta forma, adicta al adicto, hay que recordar que la codependencia es una enfermedad emocional, una de las partes, en este caso, mama o esposa, se aferran a curar al adicto, se hacen a la idea de rescatarlo, pero entran al juego emocional, del cuento de nunca acabar, tarde que temprano, pasan los años, el adicto se hace viejo, sin estudios, ni carrera, no tiene trabajo, ni familia y un gran problema por su manera de beber y de usar drogas, la familia, comete sendos errores, no aprende a poner ni a respetar limites, se arraigan severos daños emocionales, como la manera de hablar, neurótica, con gritos y groserías, en muchos casos, las mentiras, los robos de aparatos electrodomésticos, joyas, dinero, pesa y mucho, ver que el adicto se ha convertido en un bueno para nada, que no aporta en lo más mínimo a la casa y por más que se le dice, no entiende, no hace caso, no quiere cambiar, esta enfermedad contamina el entorno y llega el momento en que se hace una rutina, la familia tarde que temprano se acostumbra a lidiar con un drogadicto en casa y se pierden todas las esperanzas de una digna recuperación, la que cada vez, se ve más y más lejos, en la familia, hay ignorancia, negación, fuerza de voluntad de cambio, hay apatía, frustración, ira reprimida, hay pues una enfermedad y a veces la familia se enferma más que el adicto.- Se hace cómplice de la mediocridad del adicto, entran en su juego, son manipulados con gran facilidad.-

Muerto en vida, el tiro mortal
El adicto muere de mil maneras, hasta que finalmente pierde la vida, una característica muy palpable del marihuana es claudicar la escuela, abandona su presente y futuro intelectual, se prende del cristal y de otras sustancias más fuertes, la compulsión le gana, muere en el ámbito familiar, se torna el tipo raro, aislado, ausente, distante, mala comunicación, nula convivencia, es intocable, no se le puede decir nada porque explota violentamente, es víctima de la pereza, entra en un mar de depresión, muere su alegría, sus ganas de vivir y de echarle ganas , por supuesto, que carece de amor propio, muere en sus aspiraciones laborales, no es capaz de mantener a flote un negocio, de un trabajo a otro lo corren por sus signos de irresponsabilidad, muere en sus relaciones de pareja, es un rotundo fracaso y se le da por atraer a su vida relaciones toxicas, el adicto, está apagado, sin luz, sin fuerza, sin vida propia, todo gira en torno a la sustancias y sus conductas toxicas, el pantano de arenas movedizas no le permite salir adelante, entre más se mueve, más se hunde, a veces, quiere quitarse la vida y terminar con todo, pero por azares del destino, no le toca aun, jugar a la ruleta rusa y darse el tiro fulminante que extermine con la mediocridad que lo domina.

El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe
Yo lo tuve todo, casas, terrenos, autos, dinero, éxito, imagen, todo y todo me lo robo la droga, perdí familia, trabajo, salud, dinero y me volví loco, perdí el sano juicio, viví en la mediocridad total, me hundí en depresión y me hice adicto a la conmiseración, a buscar justificaciones y culpables, sé que mi manera de pensar, es toxica, enfermiza y un adicto como yo, nunca sabe lo que tiene, hasta que ya no lo tiene o lo ve perdido y en esta enfermedad, las perdidas están a la orden del día, pierdes la paz interna, la armonía y tranquilidad, pierdes el sentido de la vida, no valoras lo que tienes y te sientes merecedor a todo, pierdes imagen, integridad y dignidad, te humillas ante la sustancia, te arrodillas ante el pucher o diler que es el dueño de la narcotienda, no tienes vida propia, yo me drogaba para vivir y vivía para drogarme, me secuestraba la ansiedad, a las tres o cuatro de la mañana, andaba en busca de cocaína, tocando en las puerta de la casa del pucher, me invadía la compulsión y el día se me iba en recorrer la ciudad, de farmacia en farmacia en busca de la morfina sintética que me inyectaba mañana, tarde y noche, perdí el sentido de la vida, me alcoholizaba desde las 7 de la mañana o me empinaba mi botella de vodka desde las doce del mediodía, yo no podía parar, entre más me metía, mas quería y tenía que terminar totalmente drogado y alcoholizado, perdí infinidad de oportunidades, me quedaba dormido en mi casa, sin ganas, sin energía, simplemente, muerto en vida, atrapado sin salida. ernestosalayandia@gmail.com 614 256 85 20

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