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El peladito costeño Para Javier Carranza

El peladito costeño Para Javier Carranza
Periodismo
Enero 13, 2020 19:12 hrs.
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Misael Habana de los Santos › guerrerohabla.com


El peladito costeño Para Javier Carranza, mejor conocido como El Costeño, y Edgar Neri, editor, necio y cada vez más conservador. Amigos los dos. Ya me había olvidado del asunto. Pero la acción represiva del gobierno conservador de Guadalajara contra la cantante Flor Amargo, que aclaro, no me gusta todo lo que hace pero sí disfruto su versión de La Llorona al piano que me recuerda a Diamanda Galás, me volvió a obligar a hablar del tema. A propósito de ello, el comentario de El Costeño y Edgar sobre la cultura popular, la vulgaridad, Carlos Monsiváis, no necesariamente en ese orden, y el mandato de volver a releer al autor como una especie de salvoconducto de absolución, provocó la siguiente remembranza que la saco del muro de Facebook para convertirla en columna editorial. El tema lo merece. Ahí va. Conozco la obra de Carlos y traté al autor más allá de su obra que lo convirtió en vida en una gloria nacional. Y era muy claro su conocimiento sobre estos temas: libertad de expresión, su férreo defensor; erotismo y pornografía, conocedor acucioso que desmontó la delgada línea entre ambos y la hizo explícita; cultura popular, medios de comunicación, industria cultural, etc., etc. Ahora, él está bien muerto y ahí están sus libros, algunos que se apagan conforme pasa el tiempo, otros que con luz propia seguirán siendo referente para despistados. En su caso, me parece que el personaje vivo, como estatua, incluso reía de él mismo cuando le decíamos que era ’una glorieta nacional’, le ganó a su obra escrita. Pero don Carlos Monsiváis, es mucho más que nuestro Monchi de muchos. Hay otros autores que podrían ilustrar el tema que nos ocupa, por ejemplo, Néstor García Canclini, tal vez un poco, mi maestro Javier Esteinou y otros. Antes de hablar del ’chiste de El Costeño’ que cobró popularidad a nivel local y nacional, de nuevo, en nuestro debate ante los actos vandálicos contra la dulce cantante de apellido Amargo quiero hablar de los estereotipos como lo que son, arquetipos más o menos verídicos sobre ’la realidad’. ¿Los estereotipos? El personaje de El Costeño es un estereotipo que mi amigo Javier Carranza ha explotado con mucho éxito económico, como también lo ha hecho mi amigo Tico Mendoza, también con reconocimientos propios. Yo he festejado algunos de sus chistes. Yo soy costeño de nación dijera el Mar Azul, pero no me identifico plenamente con esos estereotipos. Pues son eso: es-te-reo-ti-pos. Porque no todos los negros somos léperos, aunque digamos ¡verga! después de cada sujeto, verbo y predicado. No todos somos misóginos, machistas, homofóbicos, racistas y flojos aunque nos guste estar en la hamaca. Fuente del que abreva el humorismo comercial y que ha venido imponiendo el humor televisivo, sólo hay que ver el Canal 9 de la disminuida Televisa. ’Los empresarios toman en sus manos la radio, el cine, las historietas, la mayor parte de la prensa, y sus ofrecimientos culturales son forzosamente magros: el melodrama, el humor prefabricado, el sentimentalismo’, decía bien don Carlitos. Sí el humor prefabricado, el formato que se aplica para toda coyuntura, el guión complaciente con la masa despolitizada o envenenada ideológicamente por la polarización política, es donde ubico el chiste contra AMLO, que insisto, es vulgar, de mal gusto con la intención de dañar, ofender… y con toda la carga machista que los mexicanos le damos al pito. Un mal chiste pues, costoso para el emisor y sus perceptores. Muy buenos chistes le he conocido a El Costeño que inmediatamente me sacan la carcajada. Éste no provocó eso en todos sus seguidores, sino todo lo contrario, tal vez por el debate y el encono que impera nacionalmente. Y en esto tienen mucho cuidado ’los artistas’ cuando aceptan o rechazan hacer declaraciones ’políticas’. Porque según ellos, se convierten en abanderados de causas de unos, excluyendo a otros. Tomando partido por una de las dos o tres partes en pugna. Y es lo que hizo El Costeño optó por esa vía, la del militante priísta, la de los denostadores de AMLO, cosechando las filias y fobias respectivas. Yo prefiero a los artistas comprometidos, con causas, a los que toman partido hasta mancharse, aunque no esté de acuerdo con ellos, como mi amigo El Costeño, para de ahí aceptarlos entre mis preferidos como creadores o para excluirlos definitivamente de mi santuario. Ahora, entrando al terreno de la teoría, es un error el identificar axiomáticamente a la industria cultural con la cultura popular urbana. ’La primera es una proposición casi siempre ominosa; la segunda es la manera y los métodos en que colectividades sin poder político ni representación social asimilan los ofrecimientos a su alcance, sexualizan el melodrama, derivan de un humor infame filos satíricos, se divierten y se conmueven sin modificarse ideológicamente, persisten en la rebeldía política al cabo de la impresionante campaña despolitizadora’, citó de nuevo al maestro Monsivais, que por cierto vivió algunos años en Acapulco por el oficio de sus padres y recorrió cada uno de los rincones del puerto. El humor de nuestro amigo El Costeño es el que gusta y promueve la industria cultural que se nutre de la supuesta cultura popular. La cultura popular urbana, cierto, es irreverente y en algunos casos gozosamente obscena. Y también ’necesariamente’ machista, autoritaria, fácilmente persuasible reitera la prédica de la iglesia monsivaiana de la que soy feligrés. Y va el último clavo. Y como casi nada se salva de los ofrecimientos industriales ’eso no autoriza a visualizar una colectividad absolutamente indefensa y estupidizada’. Hay salvedades de la que a veces quiere huir nuestro amigo El Costeño. Incluso, yo le ayudaría a escapar, porque hay brotes de su humor realmente inteligentes, y que los mismos costeños le agradeceríamos al ubicarnos en otro estereotipo: creativos, trabajadores, solidarios, mal hablados e inteligentes, como lo somos. ’En la miseria y en la desposesión ciudadana todavía se encuentran recursos defensivos y muchos elementos resisten la continua oleada de comedias rancheras, cine de cabaret, telenovelas, noticieros para creyentes en la desinformación, pornocomics, fotonovelas, corridos mariguaneros, canciones de la desolación autocompasiva, shows de costa a costa, concursos de chachachá con patrocinio oficial (…) Las clases subalternas asumen, porque no les queda otra, una industria vulgar y pedestre y, ciertamente, la transforman en fatalismo, autocomplacencia y degradación, pero también en identidad regocijante y combativa’. ¡Amén! Y como la reacción no sólo está condenada al fracaso , sino también al ridículo, aportaría yo, el gobierno municipal de Guadalajara ya pidió disculpas a Flor Amargo; como en su momento, lo pidió El Costeño a AMLO, a través de la presidenta Adela Román Ocampo, que me atrevo a decir no se me hace el correo más apropiado. Por otro lado y para cerrar: dos cómicos guerrerenses han hecho humor a las costillas de AMLO con resultados diferentes, Tico Mendoza y Javier Carranza, utilizando el mismo medio ’el peladito costeño’: al primero lo aplaudieron y al segundo lo abuchearon, incluso, denunció amenazas de muerte de la intolerancia. Un abrazo para los dos y bajo el formato que trabajan habría que pugnar por un humor sucio, impresentable para los buenos modales, incómodo para los poderes… pero sobre todo inteligente y divorciado de la vulgaridad. Y…Edgar Neri lo acepto como es: un viejo amargado y conservador. Pero a los amigos se les acepta como son. Y reitero: la reacción no pasará.

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