El Americano

Con el ingreso al penal de Mil Cumbres de “El Americano”, líder de uno de los grupos armados de La Ruana, en Michoacán, se impuso la autoridad legítimamente constituido y debe ser ejemplo de que la Ley y las instituciones funcionan y no hay porqué negociar acuerdos fuera de la Ley para ceder a presiones de quienes, por medio de la fuerza, dominan algunas regiones o actividades lícitas o ilícitas en el país.
Se ha tomado como práctica política en el país el ceder a las presiones de líderes naturales o de los que se imponen por la fuerza o por la coacción e imponen su Ley a las autoridades, al grado que amplias zonas del país se han convertido en tierra de nadie, mientras que las fuerzas armadas que están para velar por la tranquilidad de la Nación, duermen el sueño de los justos e incluso en sus mismos cuarteles son víctimas de insultos y amenazas por quienes se sienten agredidos en sus derechos.
La simple aplicación de la Ley a quien, una vez comprobada la comisión de delitos, es suficiente para someter al orden incluso para quienes causan pavor, imponen el terror y son dueños de vidas y haciendas, literalmente, en Michoacán. Una balacera como si se tratara del filme de una película; un enfrentamiento armado con saldo de muertos en grupos antagónicos, una guerra declarada entre cárteles que se disputan parte del territorio nacional, es visto en nuestro país como algo normal, algo que forma parte de la vida nacional.
Lo mismo una marcha, un plantlón, un bloqueo carretero, el secuestro de autobuses o la toma de las casetas de peaje; la quema de los vehículos policiacos y de los funcionarios, todo es parte de la vida cotidiana en nuestro país, porque no hay un debido ejercicio de la autoridad para poner a cada quien en su lugar; es decir, si el ahora aspirante a diputado federal –desde donde seguramente seguiría con sus tropelías, nadamás que son fuero- Hipólito Mora se enfrenta con su rival, El Americano, ambos son dueños de La Ruana y los habitantes tienen que acostumbrarse a la metralla.
Recluidos ya en prisión mediante el uso de personal de la Armada de México, del Ejército y de las policías federales, estatales y municipales, es conveniente que esto sirva de ejemplo para acabar con los grupos de presión, con o sin armas, pero que alteran la vida pública; si sus demandas son legítimas, tienen todo el derecho a protestar y la autoridad a atender sus requerimientos, pero dentro de la Ley y sin afectar a terceros.
En Michoacán se ha demostrado que no es necesario “consentir” a los grupos violentos dándoles todo –credenciales, uniformes, armamento, vehículos y viáticos generosos- para que entren a la legalidad, pues el país cuenta con leyes e instituciones suficientes para gobernarse asimismo: no había necesidad de crear cuerpos policiacos paralelos a los municipales, estatales o federales, simplemente que se ajustaran a la Ley.
Es necesario que una vez que se pacifique Michoacán con medidas que ya contempla la Constitución y el ejercicio pleno de la autoridad, se avance en la misma ruta en el país, pero para ello se requiere que nuestras policías sean en verdad respetables, que se ganen con hechos la autoridad moral y la credibilidad que han perdido, para que los grupos de presión al margen de la Ley acaten las mismas y se sometan, al igual que el resto de la sociedad, a lo que la Ley señala.
Para ello es necesario también que se rescate el ejercicio de la autoridad que se ha perdido.
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