El Bronco estorba

Las candidaturas independientes en medio de una partidocracia suenan a ingenuidad. Sin embargo, más de un candidato aparentó estar solo ante la contienda electoral, sin más compañía que sus seguidores. Sin más apoyo que los pocos recursos que podía otorgarle el INE.
Pero atrás de ellos, algunos independientes como Jaime Rodríguez Calderón, tenían no sólo a un grupo de empresarios que sostenían económicamente su campaña sino un grupo de personajes conservadores, para quienes la rebeldía de El Bronco, sólo era el pretexto para diferenciarlo de los candidatos atados a los partidos políticos.
Así, con la seguridad que otorga el apoyo financiero y político, cualquiera puede hacer de su candidatura una alternativa para llegar a ocupar un puesto de elección popular.
Uno de los atractivos políticos que presentaban los candidatos independientes radicó en estar desprovistos de partido político, desamparados de quienes tradicionalmente apoyan a un candidato. Pero en el caso de Jaime Rodríguez Calderón, la única diferencia con los otros candidatos, afiliados a un partido, es que él no lo tenía en ese momento, aunque haya pertenecido al PRI buena parte de su vida.
Así fue como El Bronco al salvar su vida en los atentados cuando era presidente municipal de García hizo de su mote una leyenda, donde mostraba una aparente rebeldía. Ahí fue donde el fraude empezó.
Las rebeldías, las protestas, las inconformidades no son asuntos que le interesen apoyar o defender, ni siquiera respetar al inculto gobernador de Nuevo León.
Ha llegado al extremo de criminalizar a los desaparecidos en la entidad, que cada día son más y, en su gobierno, empiezan a multiplicarse.
Seguramente los intereses políticos y económicos que lo llevaron a la gubernatura de Nuevo León se sentirán vulnerados o descubiertos si se dan a conocer los datos sobre las investigaciones de los desaparecidos en el estado.
Primero aparentó interés ante los familiares de desaparecidos, creyó que con la promesa personal, arma política de su preferencia, podía calmar la inconformidad creciente generada por los desaparecidos en Nuevo León. No fue así, sino que sucedió todo lo contrario.
Jaime Rodríguez Calderón trata de convencer a la población de que el problema de los desaparecidos en Nuevo León fue algo que sucedió en el pasado, hace muchos años, cuando en realidad sigue sucediendo en la entidad y en muchos estados de la República.
Una vez que no pudo cumplir con la investigación, con ofrecer información exigida, con la puesta en marcha de pesquisas, e impulsado por el carácter iracundo que cada vez más continuamente muestra, dijo que los desaparecidos están desparecidos por algo. No fue nada más porque sí.
Es decir, que ellos se lo buscaron por protestar, por inconformarse contra regímenes políticos como el de Jaime Rodríguez.
Nuevo León es uno de los grandes focos rojos sobre graves violaciones de derechos humanos que van desde tortura, desaparición forzada y ejecuciones extrajudiciales.
Para el gobernador de Nuevo León, la desaparición se justifica si la persona es cabrona, y punto o dicho en sus propias palabras: “Yo te puedo decir que la mamá de mi hijo para ella su hijo era perfecto. Y mi hijo a veces era cabrón. ¿Me explicó? Las mamás nunca dicen que su hijo anda mal y entonces la mejor excusa es culpar al gobierno. Hoy el gobierno tiene que ser solidario con ellas, pero también tiene que decirles la verdad”.
Ahora las madres de los desaparecidos ya no le piden que ayude a encontrar a sus hijos simplemente le exigen que no estorbe.