El Buzón

A dos años de administración, el Presidente Enrique Peña Nieto, registra un desplome importante en los niveles de popularidad. Su forma de gobernar es errática, no le agrada a la población, pues en nada le beneficia.
Recientemente el Grupo Reforma dio a conocer que la popularidad de Peña Nieto cayó de 66 por ciento a 39 por ciento. Dicho diario sostuvo que 58 por ciento de los entrevistados, dijo desaprobar la gestión de Peña, contra 50% que lo desaprobaba en agosto.
El rechazo de los consultados y de un sector importante de la población está fundamentado. El Jefe del Ejecutivo federal prácticamente sigue en campaña, en sus apariciones públicas no deja de prometer, de dar a conocer grandes proyectos, lo grave es que no aterriza nada, no concreta el bienestar que prometió a los mexicanos, empezando por un mejor salario como hizo en campaña a los trabajadores del país. Ahora lo puede hacer, ya tiene el poder.
El Presidente enfrenta una serie de problemas, tales como inseguridad, pobreza y desempleo. Pese a su gravedad, no atina a encontrar una salida satisfactoria. El liderazgo que presuntamente tenía y la visión del político joven se diluyeron. Ante los problemas se muestra errático y desorientado.
Sus colaboradores, como es el titular de Hacienda, Luis Videgaray, quien incluso fue calificado como el mejor ministro de finanzas, por la revista especializada en finanzas EuroMoney, no está a la altura de las circunstancias, ya que no puede mejorar la situación económica del país y de los mexicanos.
Para colmo de sus males, la política de Comunicación Social de la Presidencia, a cargo de David López, muestra fisuras, se nota desarticulada, no sabe cómo enfrentar la andanada de críticas.
La postura crítica y veraz de los medios de comunicación de la ciudad de México, por cierto abismalmente diferente a los sumisos del Estado de México, lo hacen ver mal. Posiblemente llegó la hora de relevarlo.
En su encuesta Reforma precisó que es la primera vez que la aprobación a un mandatario cae tanto desde los años 1995 y 1996. Sin duda en Los Pinos hay preocupación.
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La presidenta municipal de Texcoco, Delfina Gómez, dio a conocer que no se dejará presionar por el grupo social Antorcha Campesina, el cual demanda servicios públicos para diversas colonias irregulares.
“Como se les va apoyar a una situación irregular, cuando aquí tenemos gente de comunidades que han tenido más de 50 años con sus calles sin pavimentación y apenas se les está haciendo”, declaró durante su segundo informe de gobierno.
La alcaldesa incluso pidió al secretario General de Gobierno del Estado de México, José Manzur Quiroga, la penalización de los asentamientos de la comunidad de Cuautlalpan.
La reacción de los antorchistas no se hizo esperar, el diputado federal, Brasil Acosta, condenó tales señalamientos y la emplazó a mantener la cohesión social y a trabajar por la ciudadanía sin distinciones políticas.
Es conocida la práctica de Antorcha Campesina, invaden predios, recurren a la violencia sin importar que mueran algunos de sus integrantes.
La postura de la presidenta municipal es loable, pues se debe privilegiar el orden por encima de prácticas ilícitas de grupos sociales que lucran con la pobreza y viven del chantaje.