Opinión

El ecologista olvidado

El ecologista olvidado
Periodismo
Noviembre 05, 2021 22:28 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Durante el fin de semana anterior y principios de la que hoy concluye, escuchamos como desde Glasgow, Escocia llegaban los lamentos de quienes han convertido al cambio climático en modus vivendi o bien lo utilizan como bandera para cubrir lo que no pueden hacer en otras áreas. Claro que, en ese contexto, no hubo nadie que osara mencionar el impacto que la contaminación ambiental tiene en los procesos neurodegenerativos que sufre el ser humano, algo que, al parecer, para ellos es marginal. Este asunto, lo de la neurodegeneración, contrario a lo que comúnmente se afirma no da inicio en la edad adulta, sus manifestaciones aparecen a los once meses, lo cual por vez primera vez en el mundo fue demostrado en investigaciones serias realizadas por una científica mexicana quien no pertenece a cofradía alguna. En ese entorno del medioambientalismo, nos vino a la memoria los días en que recién bajados de la serranía arribábamos a los caminos de la historia y nos encontrábamos con que para transitarlos había que desbrozarlos a punta de investigar, leer analizar y escribir. Entonces, recordamos como una de las lecturas que nos asignó nuestro profesor de historia de los EUA durante el Siglo XX, Michael S. Mayer, descubrir un personaje que resultó mas ecologista que muchos de los que hoy viven de eso, se trataba de Richard Milhous Nixon. Antes de que usted, lector amable, empiece a creer que desvariamos, a continuación, nos permitiremos sustentar esta afirmación acerca del 37º presidente de los EUA (1969-1974).
Para la gran mayoría, Nixon es el vicepresidente atacado en su viaje por América Latina, el anticomunista malvado, el candidato derrotado por Kennedy, el político amante de las triquiñuelas que resurgió de las cenizas, el que cargó con la ’derrota’ de Vietnam, el responsable de haberle abierto las puertas del mundo al dragón, el presidente quien terminó siendo recordado únicamente por manejar pésimo la práctica de las grabaciones, algo en lo que fueron diestros F. D. Roosevelt, L. B. Johnson y otros, pero que en el caso de Nixon terminó en el desastre de Watergate y a partir de este nadie escudriña mas en lo acontecido durante la presidencia de este personaje cuya conducta personal y familiar no es exactamente un modelo a seguir, pero esos son otros asuntos para otro tipo de especialistas. En medio de todo, se olvida lo que mencionamos casi al final del párrafo anterior, su preocupación por el medio ambiente y los efectos de la contaminación sobre los seres humanos.
Respecto a lo anterior, la lectura que el profesor Mayer nos asignara entonces fue ’Nixon Reconsidered’ (1994) escrito por Joan Hoff, una historiadora estadounidense caracterizada por la objetividad de su análisis y escritos. En ese libro, la autora muestra como Nixon, a pesar de todos sus pecados políticos, fue mucho m’as que Watergate. Contrario a lo que muchos hacen al analizar la historia a partir de tajos y no como un proceso continuo, Hoff muestra que cuando Nixon asume la presidencia de su país, los EUA vivían una serie de cambios profundos que lo convertirían en un presidente de transición. Al iniciar su mandato se enfrentó a una realidad que muchos se negaban a aceptar, las estructuras construidas al amparo del ’New Deal’ de Roosevelt y la Guerra Fría, se cimbraban. Asimismo, La Guerra de Vietnam, iniciada por Kennedy y continuada por Johnson, así como la ’Great Society’ instrumentada por este último, ’había perdido el apoyo no solamente entre el grueso de la población, sino con un numero muy significativo de la elite que conformaba el grupo de los tomadores de decisiones y lideres de opinión a lo largo del país.’ Esta situación representaba para Nixon tanto una gran oportunidad como un reto importante para establecer reglas nuevas tanto en el área interna como en la externa.
Algo que en su momento nos llamó la atención fue como Hoff, antes de adentrarse en el análisis de la presidencia de Nixon, señaló dos aspectos que al final resultan intemporales con respecto al entorno presidencial estadounidense, pero que fácilmente pueden extrapolarse a otros lados. Uno es el llamado ’feudalismo bastardo.’ Este es un termino que el historiador de la Inglaterra medievalista, Kenneth Bruce McFarlane, utiliza para definir la forma en la cual el lord y los barones ingleses del siglo XV vivían en un estado de interdependencia voluntaria con jóvenes talentosos que competían por sus favores y quienes, ante la ausencia de principios políticos, otorgaban su lealtad temporal a un lord o barón especifico. Ambos esperaban beneficiarse y duraba tanto tiempo hasta que se percataba de hasta donde llegaba ese buen señorío o había una manera mejor de romperlo. En los tiempos modernos, lo versión de lo anterior se da ’cuando un grupo de personas no electas, se congregan alrededor de los presidentes. Dado que esas personas no tienen responsabilidad alguna ante los votantes, su comportamiento, dentro de la Casa Blanca, adquiere tintes marcadamente antidemocráticos hasta llegar a un nivel inimaginable para el común de los estadounidenses, eso ha sido algo que se suscitó antes, después de Watergate y transita en nuestros días. El otro aspecto señalado por Hoff es aplicable tanto a los EUA como al resto del mundo.
Es lo que el historiador inglés Paul Johnson denominó como ’estadistas gánsteres,’ una situación en la cual los ciudadanos prefieren el confort material del estado del bienestar y acciones diplomáticas horríficas llevadas a cabo en nombre de la seguridad nacional, en lugar de los derechos civiles y las libertades o bien instrumentar políticas humanitarias en otras latitudes.’ Esto da por resultado la formación de un mega estado el cual, junto con el poderío de los medios de comunicación, constituyen una pseudodemocracia. Pero dejemos este preámbulo que pudiera parecer largo, pero nunca esta de más mencionarlo, para dar paso a la política Nixoniana que en su momento fue nombrada como ’Nuevo Federalismo.’
Ese programa permitió que, durante sus primeros cuatro años de gobierno, Nixon se convirtiera en un agente de cambio en áreas como bienestar social, derechos civiles, política económica, reorganización de la burocracia federal y las políticas ambientales.
Respecto a esto último, Nixon, antes de convertirse en presidente, no tenía ningún antecedente como ecologista. Sin embargo, los miembros de su staff lo convencieron de que los asuntos ambientales pudieran ser considerados dentro de aquellos que formaban parte de la crisis domestica que se vivía. Así fue como se como le nació un interés profundo por buscar la forma en que podría preservarse el medio ambiente con una meta fundamental, la protección de la población, algo que a los de ahora simplemente les importa como asunto marginal y de referencia para embadurnar las planas de sus discursos o bien obtener financiamientos jugosos que al final de cuentas no tienen como objetivo la salud de los humanos sino simplemente gastar los recursos en tejidos de cultivo o ratones, pero sin llegar nunca a analizar directamente los efectos sobre los humanos, eso sí, a quienes están enfocados sobre estos últimos se les niega cualquier tipo de apoyo pues los resultados de sus investigaciones muestran una realidad que es políticamente incorrecta e incomoda a los vividores del ambientalismo quienes, llamémoslo decentemente, desperdician recursos a manos llenas y rellenan algunas talegas. Pero volvamos a Nixon y sus políticas.
El primer movimiento que Nixon hizo en materia ambiental fue crear un comité con miembros de su gabinete al cual denominó Consejo para la Calidad del Medio Ambiente cuyos integrantes al reunirse terminaban por enfrascarse en debates inútiles, y eternos, sobre jerga científica que al final no arrojaban ningún resultado. Ante esto, el presidente decidió nombrar a su consejero y asistente para asuntos domésticos, John Daniel Ehrlichman, al frente del grupo de trabajo ambiental de la Casa Blanca. Este grupo se puso a trabajar y como resultado de ello, le recomendó al presidente la creación de un Departamento del Medio Ambiente y los Recursos Naturales. Finalmente, Nixon decidió que en lugar de uno fueran dos las instancias que se encargaran del asunto. Así, nacieron el Departamento de Recursos Naturales (DNS) y la Agencia de Protección Ambiental (EPA), mismas que fueron aprobadas por el Congreso estadounidense a finales de 1970.
En ese mismo año, Nixon emitió la Ley del Aire Limpio la cual se convirtió en un asunto muy controversial cuyo objetivo era controlar la contaminación ambiental. En enero de 1970, durante su informe presidencial, Nixon le solicitó al Congreso la aprobación para emplear 10 mil millones de dólares en programas para mejorar la calidad del agua para el consumo doméstico. Asimismo, les pidió ayuda para establecer disposiciones legales mas estrictas sobre las emisiones de contaminantes. Posteriormente, emitió treinta y seis propuestas ambientales y proclamó, en abril de 1971, por vez primera el Dia de la Tierra. Otras medidas de legislación ambiental apoyadas por la administración nixoniana fueron el establecimiento de las regulaciones federales para la limpieza de los derrames de petróleo, la descarga de pesticidas a los océanos, la contaminación por ruido y el manejo estatal de las zonas costeras.
No obstante, lo importante de todo lo anterior, en materia de asuntos ambientales, a Nixon se le recuerda por la postura que adoptó en relación con los estándares de controles de las emisiones de los automóviles y por sus señalamientos frecuentes a quienes hacían del ambientalismo y la protección al consumidor un negocio, llamándolos enemigos del sistema.
En ese afán por establecer su idea sobre lo que debería de ser la política ambientalista, Nixon vetó las enmiendas que, en 1972, se trataron de hacer a la Ley Federal para el Control de la Contaminación en el Agua. Asimismo, buscó confiscar fondos aprobados por el Congreso para utilizarse en asuntos ambientalistas con los cuales Nixon no estaba de acuerdo. La asignación de recursos en ese renglón provocó desacuerdos a un grado tal que, en 1974, el Comité Judicial de la Cámara de Representantes consideró tomar esas confiscaciones como parte de los cargos que se hacían en contra de Nixon en su juicio político.
Este es apenas un repaso apretado sobre un aspecto que poco se recuerda, o bien se desconoce, acerca de la presidencia de Nixon en donde se dieron los pasos iniciales para tomar medidas que ayudaran a combatir la contaminación ambiental que en los 1970s empezaba a mostrar que habría de convertirse en un problema mayúsculo. Sí, ese presidente tan devaluado por sus acciones políticas muy cuestionables, fue un ecologista aun cuando esto busquen olvidarlo quienes ahora usufructúan el movimiento tanto en los EUA como en el mundo.
Antes de concluir, no podemos dejar de hacer notar que fue, también, por aquellos años cuando en México, durante el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, la administración federal reconoció que era requerido empezar a tomar medidas en la materia y creó la subsecretaria de mejoramiento del ambiente dependiente de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, colocando al frente de esa instancia nueva al sonorense Francisco Vizcaino Murray. Ni quien pueda argüir que aquellos pasos iniciales al norte y al sur del Bravo iban en la dirección correcta, pero, con el correr del tiempo, las cosas en esos asuntos se vieron envueltas en burocracia, negocios y medidas cosméticas.
Desafortunadamente, con la desaparición del bloque socialista, el movimiento ambientalista se volvió refugio de vivales. Eso no quiere decir que no haya quienes verdaderamente están preocupados por estudiar y encontrar formas de enfrentar lo que, al final de cuentas, es un proceso natural de cambio que vive el planeta, algo que se agrava como consecuencia de la ambición de muchos. Pero esa minoría verdaderamente interesada en lo que pase con el medio ambiente y, por supuesto con la salud de los seres humanos, es marginada por quienes se han apoderado del movimiento convirtiéndolo en un botín político que nada tiene que ver con la protección al ambiente y la humanidad sino a la forma en que han de engordar sus carteras. Al amparo de ambientalismo, se han arropado un sinfín de picaros quienes vestidos de verde venden espejitos a los incautos que compran cualquier grito lastimero. Esos verdes en su vida han sabido lo que es dedicar tiempo a la tierra, sembrar un árbol y mucho menos han sido capaces de comer un fruto cultivado con sus manos. Hay quienes, sin andarse dando ínfulas de ecologistas, han hecho mucho más por el planeta que cualquiera de esos vividores del ecologismo quienes, simplemente, son flores cultivadas en el asfalto. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (21.44.155) Muchos estadounidenses, al igual que otros tantos en nuestro país, están arrepentidos de, a la hora de votar, haberse dejado llevar por las secreciones gástricas. Por lo pronto de aquel lado, el martes anterior, algunos ya buscaron redimir sus pecados. A la gran mayoría aún les queda un año para tener otra oportunidad y buscar purificar sus culpas, por lo pronto podrían recurrir al latiguillo como lo hacen varios por estos rumbos.
Añadido (21.44.156) Justo el dia que el embajador estadounidense acude a Palacio Nacional, por la noche se haga saber que la votación de la reforma energética queda para después, cada dia varía la fecha en que la realizaran. ¿Coincidencia?
Añadido (21.44.158) Un ejemplo de hasta donde cayeron los Demócratas el martes anterior, se dio en New Jersey. En esta entidad identificada plenamente con sus colores azules, un manejador de camiones de carga, Edward Durr, abanderado por los Republicanos, derrotó al líder del Senado estatal, Steve Sweeney quien, desde tiempo atrás, es uno de los miembros más importantes del Partido Demócrata en ese estado. Lo mas sobresaliente de todo fue que el triunfador gastó en su campaña 2,300 dólares, 153 de los cuales se utilizaron durante la elección primaria.
Añadido (21.44.159) Esperamos estar equivocados, pero nos tememos que el martes 9, los gobiernos que se sintieron desairados por su inasistencia al G-20 y al evento de Glasgow, le van a pasar la factura del desdén. Ya lo veremos.

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