El extraño paro del IPN

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El extraño paro del IPN
Fernando Irala

Un extraño movimiento tiene, al igual que hace un par de años, semiparalizado al Instituto Politécnico Nacional.
La movilización anterior no ha concluido su ciclo, pues falta de realizarse el congreso politécnico desde entonces acordado, y otras transformaciones que no han terminado de instrumentarse.
Pero la movilización de ahora sólo remotamente tiene que ver con la anterior; esta ocasión se trata básicamente de las escuelas vocaciones, paralizadas en su mayoría con demandas tan confusas que no acaban de expresarse y enumerarse. Una de las reuniones de los inconformes tuvo que ver con eso, unificar un pliego petitorio. Es decir, hacemos paro y luego vemos por qué.
El movimiento de 2014 produjo la caída de la directora del IPN y de muchos de los directivos de sus escuelas. Se prolongó además luego de que la audacia del secretario de Gobernación de allanarse intempestivamente a sus peticiones tuvo efectos contraproducentes, al darles a los dirigentes estudiantiles una sensación de omnipotencia que les hizo radicalizarse y escalar su lucha.
Ahora el gobierno se ha vacunado de ese error, y ha dejado el manejo del conflicto a las autoridades politécnicas y en todo caso a la Secretaría de Educación.
Sin la caja de resonancia de la vez pasada, en que además la suspensión de labores se extendió por las escuelas de educación superior, el paro de ahora se ve más pequeño, menos consistente, menos resistente.
Tan es así que la pregunta más reiterada es qué les motiva a la contienda y por qué prolongarla.
Hay quien advierte tras bambalinas una escaramuza política y electoral, que tendría que ver con desgastar la imagen del titular de la SEP y fortalecer corrientes radicales en el Instituto.
Salta a la vista la falta de motivos reales para trastocar la vida académica e institucional de uno de los baluartes de la educación de México.
Al igual que ocurrió en décadas pasadas en la UNAM, esas acciones que supuestamente defienden la educación pública, en realidad producen su erosión y decadencia, y fortalecen a contrapelo el crecimiento de escuelas y escuelitas privadas.