Postigo
José García Sánchez
Con padrones robados o extraviados y con la gran mayoría de sus consejeros electorales cuestionados por su íntima relación con los partidos políticos, principalmente el PRI, el INE no debe coordinar las elecciones del 5 de junio.
El Instituto Nacional Electoral confirmó un nuevo caso de fuga de información, luego de que René Miranda, director ejecutivo del Registro Federal de Electores, explicó que una copia del listado nominal de electores de Sinaloa, con dos millones de registros, fue ubicada en el sitio virtual Digital Ocean.
La utilización y la utilidad de estos datos en un estado que va a cambiar de gobernador es motivo suficiente para que las elecciones sean suspendidas, aplazadas o desde ahora anuladas; sin embargo, hay confianza en el gobierno federal de que quien haya sido el culpable y quien haya filtrado la información sean proclives al PRI. Hay quienes tienen esa certeza.
Pero aquellos que colocaron la información del padrón en un lugar manipulable no son los únicos proclive al PRI dentro del INE y con estas sombras no pueden dar luz a las elecciones del 5 de junio.
Al igual que en el caso que protagonizó Movimiento Ciudadano, donde alegó que una copia del listado nominal que poseía había sido hackeada del portal Amazon donde la resguardó el partido, ahora fue el padrón de Sinaloa, el que se ventiló abiertamente a la población, pero en especial a quienes pueda serle útil el próximo 5 de junio.
Con este tipo de filtraciones de información el INE pierde paulatinamente la credibilidad ante la sociedad, los candidatos que el instituto dé como triunfadores tendrán una sombra de duda, aunque hayan triunfado legalmente.
Esta falta de solidez política y de consolidación social de los gobernadores que ganen servirá al gobierno federal para que no le sucédalo mismo que con Javier duarte, quien a pesar de que todos quieren que se vaya, no hay poder humano que lo logre, ni siquiera el secretario de Gobernación.
Si los gobernadores de los 12 estados de la República donde habrá elecciones ganan en este periodo del INE, serán gobernantes con serias dudas sobre su legitimidad electoral. Así, el gobierno federal podrá sostenerlos, en el más amplio sentido de la palabra, de manera condicionada.
Al gobierno federal no le interesa dejar en ridículo a los consejeros electorales, lo importante y trascendente es que si pierde por grandes diferencias en el número de votos, pueda tener gobernadores manipulables o a quienes pudiera condicionar, a la hora de apoyar sus disposiciones, por absurdas que éstas sean. La debilidad del INE es la fragilidad de los gobernantes a quienes les otorgue el triunfo electoral.
Por su parte, el prestigio, que alguna vez tuvo el INE, quedaría destrozado y requerirá de otros organismo y una reestructuración a fondo de ese instituto para que haya credibilidad en sus trabajos en 2018; sin embargo, eso al PRI parece no importarle, con que le den la victoria electoral en charola de plata y todas las quejas e inconformidades electorales sean resueltas a su favor, se da por bien servido.
La parcialidad con al que se ha manejado el INE, la falta de certeza que implica el hecho de que se hayan creado huecos de información, descalifica totalmente la tarea de unos consejeros electoralmente abiertas y descaradamente aliados del PRI.
