Somos sus vasallos

El país de Disney y su mundo

El país de Disney y su mundo
Política
Mayo 12, 2014 20:22 hrs.
Política ›
Fernando Amerlinck › diarioalmomento.com

Orlando, Florida – Cada que viajo al aún gran país llamado Estados Unidos de América recaigo en mi inveterado vicio de observar por qué esta nación ha llegado a ser, por más de un siglo, la primera del mundo. Observo en la calle los porqués.
Calles, banquetas y señales de tránsito (obras del gobierno) evidencian una civilización libre y un estado de derecho. La gente camina a su aire por calles y banquetas y las señales le dicen claramente por dónde llegar y qué no hacer. Evidencian si al gobierno le importan las normas vigentes y tiene un básico respeto a su gente, como para hacer señales viales que digan la verdad con precisión y conduzcan eficazmente. En EEUU, en cuestiones viales es evidente que el gobierno respeta a sus ciudadanos y obedece las normas y leyes a que está sujeto.
Aparte de acreditar el estado de derecho, banquetas y señales indican si el gobierno ve una población de ciudadanos o de vasallos. En México, con banquetas para cabras y calles para tractores, no importan a ninguna delegación del GDF las normas de calidad, especificaciones y materiales ni las supervisa el área de auditoría de obras de su Contraloría, ni nadie. (Y no hablo de la Línea 12 del Metro.) En México las leyes no son manuales de operación para hacer las cosas bien sino instrumentos para fregar con severidad a quien se quiera perjudicar. Nunca para beneficiar al contribuyente común.
Las señales en México (cuando existen) son tan horriblemente mal hechas y peor diseñadas que quien se aventure a obedecerlas recibirá cualquier perjuicio: desde no llegar a su destino hasta provocar un accidente si obedece límites de velocidad de 40 km/h en una carretera recta de doble carril donde ir a 110 es lo seguro, lógico, cómodo y que todos hacen. Las señales no son para orientar y ayudar sino para lo de siempre: fastidiar, a modo que la suuuuuuumamente estricta policía calcule sus mordidas con base en multas inmensas y registros de radar.
¡Hasta necesitan una señal que dice “Obedezca las señales”! ¿Y por qué cornetas he de obedecer esa y no otra? Además casi todas son inobedecibles. Provocarán eterna inmovilidad cruceros donde para todos los sentidos se ordena “Alto”. E ignoro el sentido de prohibir el estacionamiento en calles repletas ¡donde la policía me ayuda a estacionarme y cobra propina!
Nada de eso es imaginable en EEUU o en otro país civilizado donde hacen las señales con responsabilidad, son prácticas, ubicadas por profesionales, diseñadas ergonómicamente, con inteligencia y hasta sentido estético. No dicen mentiras ni dan información irrelevante como la frecuentísima en las calles de México, donde una señal verde enorme en una bifurcación importante anuncia la calle de la siguiente cuadra y no un destino útil.
No recuerdo haber visto en toda la República una sola banqueta del material más común en EEUU, un cemento blanco o de color que nunca está cuarteado ni roto, mucho menos lleno de agujeros y tapas abiertas que evidencian a una autoridad irresponsable, así sea en la plaza más importante de la ciudad de México (conozco a quien enseñaba la Catedral a unos viajeros y por caminar en la banqueta se rompió un pie: había un hoyo grande.) Es ése el respeto de la muy H autoridá por la ley, reglamentos y normas, y por sus vasallos, súbditos, esclavos fiscales. Y si alguien dice que no hay dinero para obras decentes y para mantenimiento, responderé que cualquier mexicano medio paga por impuestos y “servicios” gubernamentales bastante más que cualquier gringo medio.
Si así son las instalaciones para la vida diaria del ciudadano usamericano, se llega al colmo en una gran obra privada para beneficio del cliente, como los parques de Disney y Universal en esta ciudad. Son extremos de excelencia y perfección inalcanzables para un gobierno decente (comparar eso con las obras viales mexicanas es faltar el respeto hasta a la corrupción).
No hablo de la suprema calidad, novedad e imaginación de las atracciones al público adulto e infantil sino del respeto por la clientela. Los servicios de apoyo, incluyendo la seguridad, están donde hacen falta, atienden con cortesía y son un ejemplo para quien haga una obra pública con 10 mg de sentido de responsabilidad. Lo decía uno de los mayores hombres del siglo XX, Walt Disney: “No quiero que el público vea el mundo en el que vive mientras visita el Parque. Quiero que sienta que está en otro mundo.”
Y claro que estamos en otro mundo. Pero también son otro mundo Florida o Texas con sus calles parejas donde puedo dar vuelta a la izquierda cómodamente, no me bloquean los camellones, no palian con topes la falta de señales decentes, no me impiden transitar cuando se les pega la gana, puedo confiar en que las señales dicen la verdad, los límites de velocidad son congruentes, y si rompo la ley la policía actuará severamente según lo que sí conoce: la ley.
En EEUU anuncian al público los requerimientos legales. Todo lo permitido es sencillo y lo prohibido es imposible. En México lo prohibido sí es posible, previo pago a una autoridad corrupta; la ley no se anuncia ni se conoce o es contradictoria o absurda, y hacer lo permitido es difícil, costoso, latoso y con los estorbos que se le ocurran a un burócrata convencido de que su puesto de poder es para agobiar y estorbar al ciudadano y hasta cobrar por ello.
Si las banquetas y calles gringas no inspiran a un gobernante vecino del sur a ser un miligramo menos mediocre, queda claro que a esos juncionarios de cualquier nivel les importamos menos que la nada, siempre y cuando les paguemos. Somos sus vasallos y ellos tienen una amplísima vocación de servirse. Punto final.

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

El país de Disney y su mundo

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.