Opinión

El régimen de antes y la revolución que llegó

El régimen de antes y la revolución que llegó
Periodismo
Agosto 28, 2020 20:57 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Varios son los libros, más bien deberíamos de decir que son muchos, cuyo contenido siempre nos permite recibir lecciones intemporales. En este contexto, hace unos días, al divagar sobre cual seria el tema de esta colaboración, nos fuimos a revisar las lecturas pertenecientes a nuestra tercera etapa estudiantil y encontramos un volumen el cual decidimos releer. Dado el tiempo trascurrido entre aquel primer encuentro, lo aprendido y vivido desde entonces, la perspectiva no necesariamente es la misma, aun cuando se mantuvo en lo escencial. El libro en cuestión es ’El régimen viejo y la Revolución Francesa,’ escrito por el aristócrata, diplomático, analista político e historiador de origen francés, Alexis de Tocqueville (Alexis Charles Henri Clérel, Comte de Tocqueville). Alrededor del contenido de la pieza comentaremos en esta ocasión. Sin embargo, antes de entrar en materia les narraremos una anécdota breve sobre como accedimos inicialmente a ella.
Cuando retornamos a las aulas, nuestro conocimiento sobre la Revolución Francesa era mínimo, lo cual no era impedimento para que poseyéramos un jacobinismo que, en ocasiones varias, tocaba los linderos del extremismo. Sobre esto último, nuestra profesora, Linda S. Frey, buscaba convencernos, sin invocarlo siquiera, que era necesario atemperarlo. Con ese propósito, aparte de las lecturas propias del curso, nos recomendaba las de otras que nos encaminaran hacia una perspectiva mas amplia sobre el tema. Hemos de comentarle, lector amable y único, que mucho logró al respecto y el jacobinismo se transformó en un anticlericalismo objetivo. Bajo esa perspectiva hemos abordado, desde entonces, lo referente a las relaciones entre el estado y la iglesia. Pero dejémonos de añoranzas estudiantiles y vayamos a lo que De Tocqueville escribiera.
En el proceso de elaboración del libro, que marcó su retorno al estudio de la historia, De Tocqueville tardó cuatro años, de 1852 a 1856. Fue publicado en junio de 1856, justo dos años antes de su muerte. Uno de los grandes aciertos de la obra fue que el autor no solamente se concretó a realizar un análisis o la historia del movimiento armado en sí, sino que partió del estudio de los antecedentes y la naturaleza de la revolución en cuestión. En ese contexto, provee al lector con una visión de las circunstancias prevalecientes en todo Francia antes del estallamiento revolucionario, como se dio este y las consecuencias que se generaron como resultado de las acciones ejecutadas al final del siglo XVIII.
De acuerdo con De Tocqueville, lo sucedido durante la Revolución fue consecuencia de un proceso largo fermentado a través de los años cuya erupción se dio en 1789 como respuesta a la desigualdad prevaleciente en una sociedad en donde el despotismo dio lugar a un sentimiento creciente de individualismo ’sin preocuparse por el bienestar publico... privando a los gobernados de todo sentido de solidaridad e interdependencia; dejando de lado cualquier deseo para promover el bienestar de la comunidad en general.’
Para ilustrar como las condiciones ya estaban dadas de antemano para el estallamiento de la Revolución, De Tocqueville analizó el proceso de cambios sociopolíticos que se presentaron en los pueblos franceses previamente a la Revolución. Asimismo, precisa como el clima intelectual y económico imperante en Francia durante el periodo pre revolucionario no pudo ser compaginado con los cambios sociales y políticos.
Para De Tocqueville, la Revolución puede dividirse en dos grandes fases: ’una en la cual el objetivo único de la nación francesa era borrar el pasado; y una segunda, en la que se realizaron intentos por salvar fragmentos de las ruinas del orden antiguo.’ En este sentido es entendible porque los revolucionarios, quienes proclamaban igualdad entre todos los ciudadanos, estuvieran a favor de ’la abolición de los privilegios de clase, casta y profesión,’ y decidieran dirigir un ataque implacable en contra de una institución como lo era la iglesia católica. Los ataques a esta nada tenían que ver con asuntos de la interpretación de la fe, se le combatía porque era un ejemplo del poder derivado de la riqueza y las prerrogativas que tenía. Era necesario deshacerse de ella para abrir un espacio al orden nuevo despojando a los nobles de todos los privilegios que poseían. En ese momento, la Revolución estaría en condiciones de emprender la construcción de un escenario nuevo para transformar el orden social y político.
Haciendo a un lado esas consideraciones, en la parte segunda del libro, De Tocqueville argumenta que la Revolución no fue un rompimiento total con el pasado sino una continuación en sí misma. Algunos proclaman que, en el orden nuevo, uno de los logros fue la centralización del gobierno. Conforme a lo planteado por de Tocqueville, sin embargo, ’esto fue un legado del régimen viejo...esto fue solamente una parte de la constitución política que sobrevivió a la Revolución.’ Asimismo, apunta que el centralismo creciente que ejercía la autoridad gubernamental durante ese periodo previo al estallamiento fue una de las causas principales, más que una consecuencia de la Revolución Francesa. Para sustentar sus aserciones, establece que bajo la autoridad del rey todos los cargos administrativos, así como el sistema judicial, de una forma u otra dependían del poder centralizado en el monarca.
Como resultado de ese afán por incrementar el centralismo, la nobleza entró en un proceso de desgaste de su poder político y social. Se convirtió más en una casta que en una clase. Las instituciones reales, tales como el Consejo Real, el Controlador general y los Intendentes fueron utilizados para incrementar el poder del rey, disminuir el poder político de la nobleza, y permitir la movilidad de las clases medias. La administración de justicia paso de ser algo que implicaba una responsabilidad para convertirse en una fuente de ingresos para la nobleza. Al darse esto y dejar de poder percibirse claramente en donde estaban las diferencias entre la nobleza y las clases medias, todo el sistema que sustentaba el modelo, este empezó a tambalearse.
El Consejo Real, un cuerpo administrativo investido con gran autoridad, dependía de la voluntad del rey para determinar cómo era integrado y hasta donde llegaban los límites de su mando. Un ejemplo de la centralización era el poder, otorgado por el Consejo, que tenían los Intendentes para actuar como agentes provinciales adoptando el rol de amos de las solicitudes quienes determinaban el destino de las provincias. Todas las actividades en esas regiones dependían de la autorización del poder central, y cualquier obra pública no podía desarrollarse sin la aprobación del Consejo y bajo los auspicios de los Intendentes. Con esta afirmación, De Tocqueville nos da un ejemplo de como el gobierno paternalista no fue un invento de los revolucionarios y, diríamos nosotros, de manera intemporal jamás ha representado un acto revolucionario el tener sujetos a la dadiva o la buena voluntad el gobernante en turno el proveer a los ciudadanos de tal o cual obra necesaria para mejorar las condiciones de vida de la población de una nación.
De Tocqueville en ’El régimen viejo y la Revolución Francesa,’ tata de demostrar como esa forma centralizada de gobernar fue reduciendo los espacios para el desarrollo de los franceses en los ámbitos sociales, económicos y culturales. Los campesinos fueron cada vez mas dependientes de las decisiones gubernamentales; las provincias estaban a punto de extinguirse en lo concerniente a los asuntos culturales, todo lo relacionado con esto se determinaba en parís en donde existían las condiciones mas favorables para el desarrollo de la industria y los negocios.
En los últimos capítulos de la parte segunda del libro, De Tocqueville analiza como las acciones de la nobleza decadente, así como las clases medias emergentes, mucho tuvieron que ver con las causas que llevaron a la revolución. El asunto de la nobleza cambio a lo largo del tiempo. Remontándonos al rey Luis XI (1461-1483), la distribución de títulos nobiliarios tenía como propósito principal ’disminuir el prestigio de los nobles [mientras que sus sucesores] los otorgaban para recaudar dinero.’ Esta situación generó un conflicto de clases. La nobleza estaba sujeta a consideraciones especiales en lo concerniente a la paga de impuestos, mientras que quienes tenían la mayor carga fiscal eran los campesinos y la aristocracia. ’La nobleza francesa, obstinadamente, se había mantenido alejada de las otras clases y había logrado ser exentada de la mayor parte de sus obligaciones hacia la comunidad.’
Los nobles obtenían mayor inmunidad, mientras que la clase media se enriquecía. Como resultado, la política implantada por algunos reyes de dividir a la población en clases para, desde su perspectiva, así poder gobernar mejor iba camino al colapso. Una vez ’que cada una de las tres clases [nobles, aristocracia y campesinos] se dividían en un sinnúmero de grupos pequeños... nada quedaba que pudiera impedir la centralización del gobierno, pero, al mismo tiempo, no podía apuntalarlo. Esta fue la razón por la cual el edificio grandioso construido por nuestro rey estaba condenado a colapsarse como un castillo de naipes una vez que los disturbios surgieran en el contexto del orden social en que estaba sustentado.’
Retando las opiniones de otros, De Tocqueville argüía sobre las causas que originaron la revolución. Para él, fue la prosperidad, no la desigualdad económica la que dio origen al inicio de la revuelta armada. Si se toma en cuenta que había una clase, la nobleza, que actuaba como parasito de la aristocracia que era la generadora de riqueza, es totalmente valida dicha aserción. Esto lleva a una situación en la cual es necesario aceptar que al inicio esta no era una revolución popular. Se trató de individuos pertenecientes a la aristocracia y las clases medias quienes, agrupados, lograron más tarde el apoyo de las clases populares. Se transformaron en radicales en función de poder establecer un nuevo estado de cosas. Un elemento que muchos no toman en cuenta es la influencia de los pensadores del siglo dieciocho, los llamados economistas quienes ejercieron una influencia grande en el desarrollo intelectual de los revolucionarios, especialmente en lo concerniente a un gobierno central y promover la igualdad entre los ciudadanos. De Tocqueville consideraba otros elementos que es importante considerar.
Para él, la ideología estaba relacionada al problema fundamental de la libertad. Desde su perspectiva, la libertad es esencial para que una sociedad funcione de manera armónica. De Tocqueville criticaba a los filósofos porque en sus escritos partían de un punto de vista carente de madurez sobre la realidad política que vivían. En ese contexto, se hacia una pregunta: ¿Cuál es la mejor forma de organizar una sociedad en la que prevalezca la libertad para todos los hombres? La respuesta que daba es que en la estructura de la sociedad debe de existir la cohesión de las instituciones que trabajen juntas de manera interdependiente con el objetivo de facilitar la libertad. Por lo tanto, afirmaba, una cierta versión de aristocracia era necesario que existiera. Desde su óptica, la aristocracia se entendía como grupos particulares que mediaran o instituciones cuyas acciones permitieran mitigar el peligro de caer en el absolutismo.
Con respecto a la iglesia católica, esta se convirtió en un blanco de la crítica realizada por los filósofos. Como cualquier otra institución, conforme pasó el tiempo, la iglesia se vio involucrada en las redes creadas por un sistema feudal, y aun cuando los miembros de las parroquias ya no estaban sujetos a las ordenes de los señores feudales, cambiaron de amo y se convertían en súbditos del poder central. Sin embargo, De Tocqueville, aun cuando criticaba los privilegios de que gozaban los eclesiásticos, afirmaba que se opinión al despotismo, favorecían las libertades civiles y eran partidarios de la libertad política. Es importante precisar que para De Tocqueville la religión era un elemento fundamental en el desarrollo de cualquier sociedad y por ello no estaba de acuerdo con el radicalismo que los revolucionarios imprimieron a sus acciones para controlar a la iglesia católica. En ese sentido, mostraba su admiración por el sistema estadounidense, evocando cuan importante fue la contribución de la religión para crear ’la estabilidad del estado y mantener la ley y el orden... por lo cual ninguna comunidad civilizada puede existir sin religión.’ Sin entrar en un debate mayor sobre esta afirmación, estimamos que De Tocqueville al emitir este juicio dejó de lado varios elementos. No tomó en cuenta que en los Estados Unidos la iglesia católica jamás alcanzó un poder similar al que tuvo en Francia en donde se utilizó como una herramienta de las clases gobernantes para controlar las vidas de los ciudadanos.
Compartimos la conclusión a la que De Tocqueville llega cuando menciona que para entender el significado de la Revolución Francesa es necesario estudiarla como un todo y no partir en el análisis estimando que se trata de un evento aislado. En ese proceso es requerido tomar en cuenta la situación prevaleciente durante los años de la monarquía, no enfocarse únicamente en sus errores sino también en los éxitos que haya logrado. Sino se considera el conjunto de eventos, sera imposible entender las razones que subyacen tras de la Revolución y el desarrollo de la sociedad francesa durante los sesenta años siguientes.
Otro elemento clave que De Tocqueville menciona, es que en función de entenderla forma en que ese fenómeno social se desarrolló es muy importante entender la naturaleza de los franceses quienes, en las palabras De Tocqueville, ’son indisciplinados por temperamento y siempre estaran más dispuesto a soportar la regla arbitraria, por dura que sea, impuesta por un autócrata que, con un libre albedrío, ordenado por el gobierno de sus conciudadanos, por dignos de respeto que estos sean.’ Independientemente de que se pueda o no estar de acuerdo con esta afirmación, es importante resaltar que la revoluciones son hechas por seres humanos y si al escribir sobre ellas se deja de lado su naturaleza, el resultado es simplemente un conjunto de descripción de hechos sin alma. Este escrito muestra cuan importante es entender el pasado para poder corregir los errores del presente a la vez que se envía un mensaje a las generaciones futuras cuyos integrantes siempre creen que son ellos los primeros en implantar soluciones nuevas a los problemas antiguos.
Si alguna lección intemporal deja la lectura de ’El régimen viejo y la Revolución Francesa,’ es que esta sentó las bases de una situación en la que los hombres pueden buscar una sociedad más igualitaria en donde los que están en el poder entiendan que son elementos de transición cuya autoridad nunca podrá sostenerse bajo la premisa de la desigualdad y la represión. Porque, recordemos, al final los revolucionarios franceses olvidaron todo esto, convirtiendo su movimiento de cambio en una carnicería en donde terminaron por sacrificar a quien los acompañó en la lucha por el poder y lo único que heredaron fue a Napoleón, quien, con toda su grandeza militar, vino a instaurar aquello que los revolucionarios prometieron extinguir, la monarquía. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Ayer, nuestro primo, Manuel Villarreal De La Torre, emprendió el camino para acudir a su cita con el Gran Arquitecto. Para su madre, nuestra tía, Eloísa De La Torre Trueba y sus hermanos Eloísa, Rodolfo, Amalia, Fernando, Roberto y Miguel vaya un abrazo solidario en estos momentos difíciles.
Añadido (2) De no haber sido por la alharaca que han armado los jugadores de la NBA alrededor de los problemas en Wisconsin, jamás nos hubiéramos enterado de que estaban en la post temporada, y estamos seguros de que no somos los únicos.
Añadido (3) Los estetas del pancracio ya visten calzones, mallones y máscaras, aun cuando no están permitidas por la autoridad, de color guinda en tonalidades diversas. Se disponen a deleitar al respetable con lo más granado de sus llaves, piruetas y marrullerías. Si bien la fanaticada partidaria de técnicos y rudos habrá de emocionarse, al final ya sabemos que el triunfador de la contienda ha sido decidido, de antemano, por el empresario.
Añadido (4) ¿Será verdad que el descendiente del emperador y del apolo busca renovar sus oficinas con mobiliario y accesorios dignos de alcurnia tan preclara?
Añadido (5) Hasta el momento de escribir estas líneas, pareciera que la promesa hecha a los priistas fue una chamaqueada. ¿Se confirmarán los dichos de Jorge Castaneda Gutman?

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


El régimen de antes y la revolución que llegó

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.