Opinión

Elena Garro y Kate Chopin desde la perspectiva de una científica / I de II

Elena Garro y Kate Chopin desde  la perspectiva de una científica / I de II
Periodismo
Mayo 28, 2016 10:29 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


Hace un buen número de años, tantos que como dice el tango son nada, una científica cuya capacidad intelectual es singular pagaba las consecuencias de poseer una tercia de defectos imperdonables en nuestro país: ser mexicana por nacimiento, científica real-no charlatán, y no pertenecer a cofradía alguna. Como entonces, las puertas para desarrollar su actividad profesional estaban cerradas, decidió regresar a las aulas y cursar una maestría en literatura comparada, algo ajeno a su profesión original, pero había que mantener el intelecto activo. Tras de un par de años concluyó los estudios respectivos y procedió a escribir la tesis correspondiente el cual versaba sobre un par de escritoras. Una, estadounidense cuya obra es desarrollada principalmente a finales del Siglo XIX, Kate Chopin. Otra, la literata mexicana más importante del Siglo XX, Elena Garro Navarro de quien este año habrá de celebrarse el centenario de su natalicio. Sin solicitar el permiso correspondiente, a continuación procederemos a abordar los conceptos vertidos en las conclusiones de una tesis que obtuvo mención honorifica.
Y aquello daba inicio así: Elena Garro y Kate Chopin son dos mujeres producto del medio y su entorno, ciudadanas de épocas distintas, países diferentes con lenguas y culturas ajenas una de la otra. Apartadas en el tiempo y el espacio, sin embargo coinciden en su interés por la literatura y en su capacidad para sobresalir en sus respectivos medios literarios, medios en extremo difíciles y reservados exclusivamente para el sexo masculino. Para Kate Chopin, escritora estadounidense de finales del siglo XIX, su carrera literaria se desarrollaba en el seno de una sociedad que inútilmente trataba de conservar sus costumbres puritanas y [al mismo tiempo] mantener las restricciones sociales discriminatorias y clasistas de su tiempo. Kate habría de representar a la mujer indeseable. Ella y su Edna Pontellier, el personaje principal de su obra cumbre ’The Awakening,’ eran exactamente lo que su hipócrita sistema democrático naciente no quería dar a conocer, las mujeres seguirían siendo los dulces y serviles personajes de épocas pasadas, no existía posibilidad alguna por parte de la clase dominante masculina de permitir la emancipación o la individualización de las mujeres estadounidenses. No, sí ellos pudieran evitarlo. Chopin era entonces producto de un sistema [que tenía como] orgullo mayor enarbolar la bandera de la libertad y la democracia, pero donde a pesar de su flamante Constitución no tenían cabida los seres de piel oscura, los ciudadanos que cuestionaran las ideas y proyectos de creciente expansionismo y las mujeres que siquiera intentaran expresar sus ideas y ambiciones.
Sin embargo, era la tierra prometida, el anhelo de ser y llegar a ser, un sueño perseguido por todos, pero que ante todo debía de permanecer dentro de un orden y dando cumplimiento irrestricto de reglas y disposiciones. El sueño de la libertad de hacer lo que se desee siempre y cuando no se vaya más allá de lo que la sociedad dispone. A eso se enfrentaba aquella escritora estadounidense en el Siglo XIX, años más tarde de este lado del Bravo otra escritora vivía su realidad peculiar
Elena Garro es producto de la sociedad mexicana conservadora prevaleciente durante la primera mitad del siglo XX. [En ese contexto,] acepta las reglas del juego, y en el entorno de un sistema -cuyas reglas intransigentes fueron benéficas para ella en su momento- acepta participar como escritora en un país que estaba calladamente sometido a un sistema político que habría de sobrevivir hasta finales del siglo XX. Un país que a pesar de todo avanzaba y daba oportunidades, donde la movilidad social era una realidad y en el cual a pesar de su democracia imperfecta, se edifica una nación en expansión, todavía optimista acerca de su futuro. Escritores, pintores, escultores, músicos y un sinnúmero de artistas podían expresar su verdad, todo por supuesto dentro de las reglas no escritas, pero dentro de marcos perfectamente definidos.
Ambas escritoras fueron incubadas, protegidas y convertidas en figuras sociales y literarias relevantes. Mientras eso sucedía, el sistema bajo el cual crecían continuaba expandiéndose con todas sus virtudes y defectos. Sin embargo, de pronto ambas en épocas distintas deciden trasponer esos límites invisibles, pero fieles guardianes de los sistemas en que fueron ideadas, moldeadas y permitidas de participar en el quehacer cultural de sus respectivos países. El resultado de su osado atrevimiento fue la marginación.
En el caso de Chopin, se le combate por apartarse de las temáticas literarias aceptadas por el ’establishment’ literario de su época, su manera de expresar los anhelos de independencia femenina por manifestar abiertamente las necesidades personales de las mujeres, por querer ser en un medio en el que la mujer seguía siendo simplemente un apéndice inútil del marido, del padre o de cualquiera otra figura masculina. Se hace referencia a sus ideas acerca de la libertad sexual a la que alude en su obra narrativa, se le critica arduamente por su posición en relación al suicidio/liberación de Edna Pontellier y lo que antes eran virtudes se convierten en defectos, el ataque es inmisericorde.
El objetivo final del ’éstablishment’ literario fue mostrarla tal cual era y no como el sistema hubiera pretendido que fuese. Chopin fue la favorita de los editores bostonianos y neoyorkinos mientras escribió historias tiernas sobre negros pobres y solitarios que requerían de una figura blanca paternal y salvadora; sobre mujeres que trabajan arduamente pero que no aspiraban a ser entes pensantes, historias llenas de paisajes serenos, con una quietud mística obviamente no existente en los Estados Unidos de América de la Guerra Civil. ¿Pero qué pasa cuando paulatinamente su narrativa apunta hacia la problemática femenina, cuando cuestiona al clero y al ministro que predica algo que él mismo no practica, cuando se pregunta porque las mujeres de su tiempo tienen embarazos no deseados y la dependencia económica y el servilismo? ¿Qué pasa cuando se pregunta una y otra vez de las necesidades femeninas independientemente de que estas sean prostitutas o monjas? Cuando se dice en la voz de Edna Pontellier que se puede dar todo, se puede ceder ante todo, menos a la individualidad y dignidad humanas.
Las ideas de Chopin están adelantas a su época cuarenta a cincuenta años en los EUA y de sesenta a ochenta años en nuestro país. Habrían de pasar seis décadas antes de que se descubriera el valor de la obra literaria de Chopin ante los ojos de una sociedad estadounidense que aun a finales del siglo XX mantiene a la gran mayoría de sus mujeres en un segundo plano respecto a su contraparte femenina. Pero vayamos a lo acontecido a la contraparte mexicana de Chopin.
Por su parte Elena Garro decide participar en un proyecto que se desarrolla como resultado de las imperfecciones y errores del sistema político imperante. Un proyecto que trata de exhibir los defectos de lo que ella conocía muy bien desde su interior, puesto que ahí había nacido y en ese medio obtenido sus logros mayores. A esto debe agregarse un factor determinante en la vida de Garro, su relación personal con quien tenía una experiencia amplia en cómo ser crítico del sistema pero que conocía a la perfección los limites invisibles a que antes nos referimos. Aquí, apartándonos del texto reproducido, agregaríamos de ese sujeto no era otro que Octavio Irineo Paz y Lozano quien en 1990 alcanzaría el pináculo de su carrera literaria al obtener el Premio Nobel de Literatura y quien años antes había dado prueba fehaciente de como pertenecer a la disidencia pero siempre pegado a la ubre presupuestal. Cuando el movimiento estudiantil de 1968, se desempeñaba como embajador de México ante el gobierno de la India. Indignado de los acontecimientos, y para demostrar su independencia ideológica, en protesta renunció al cargo, pero eso si jamás dejo de cobrar los emolumentos inherentes al mismo, todo un acto de congruencia bajo la premisa de, como decían en el pueblo, ’primero esta comer que ser cristiano.’ Antes de todo ello, Paz vivió de las alabanzas que le generó, entre su cofradía, la publicación del ’Laberinto de la Soledad,’ obra que alababan como primigenia olvidándose que era simplemente la versión literaria de lo que, en 1934, el filósofo mexicano Samuel Ramos Magaña había publicado bajo el título de: ’El Perfil del Hombre y la Cultura en México. Pero ya sabemos cómo se las gastaban entre los miembros de ese círculo, recordemos a otro escritor de la misma época de Paz, Carlos Fuentes Macías, especialista en presentar como novedad suya los temas anteriormente generados por quien convirtió el periodismo en literatura, Luis Spota Saavedra. Y para cumplir con la igualdad de género, no debemos de olvidar en esas aguas del remedo literario a la princesita plagiaria, Elena Poniatowska Amor. Pero volvamos a uno de los dos personajes centrales de esta colaboración, una mujer nada proclive a inventar que lo generado por otros apareciera como propio.
Elena Garro no comprendió su situación o quizá estuvo perfectamente consciente del paso a dar y decidió trasponer ese umbral. Su participación en el Movimiento de 1968 habría de significar para Garro su salida inmediata del sistema; un sistema que no estaba dispuesto ni entonces, ni ahora, a permitir mayores trasgresiones y que exige de todos sus miembros su apego ciego a las reglas no escritas.
En ese momento, Garro – como Chopin con la publicación de ’The Awakening’- pasó a ser un ente segregado, apartado físicamente del país, de los medios literarios, culturales y por ende de la sociedad misma. Aquí cabe mencionar una frase mencionada por Federico Patán en una de sus sesiones académicas: ’Todo arte es subversivo’ y la literatura y los escritores, [agregamos nosotros, no sometidos a la dadiva y en busca de quedar bien con el gobernante en turno o al grupo de iniciados que controlan la vida literaria] no escapan a este predicado. El arte de ’Chopin era subversivo, afectaba eminentemente al ‘establishment’ literario social y político de su época. La subversión de Garro radicó no en su obra narrativa en sí, sino en su osadía de cuestionar el sistema, un sistema que se encargó de restarle validez a su obra literaria. La Garro deseosa de manifestarse junto con los miles de inconformes habría de ser sumergida en un torbellino de desconocimiento a su existencia física y a su obra. Hasta aquí dejamos esta primera parte de las conclusiones a que arribó una científica mexicana cuando las puertas le eran cerradas y decidió incursionar por los caminos de las letras, mientras lograba reincorporarse a desarrollar su labor profesional primigenia. En la colaboración próxima daremos término a estas conclusiones de un escrito que ayer y hoy plantea situaciones vigentes hasta nuestros días, aun cuando con slogans traten de convencernos de lo contrario. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1): El gobierno mexicano ya se prepara para hacerle frente a un eventual triunfo del candidato republicano, Donald John Trump. En los vuelos que vienen de los Estados Unidos de América hacia México, a la hora de repartir las formas migratorias y de aduana, se les anuncia a los pasajeros que el gobierno de nuestro país tiene dificultades para imprimir los formatos en inglés. Y los sobrecargos anuncian: ’si es usted estadounidense no bilingüe, búsquese un compañero de viaje, que si lo sea, para que le traduzca y le ayude con el llenado.’ Ahora sí van a saber estos vecinos como truenan nuestros chicharrones, faltaba más. La imagen de México no se conforma con simplemente ’resplandecer’ gracias a nuestra política diplomática, sino que es reforzada por las acciones de la burocracia de la secretaria de relaciones exteriores.
Añadido (2): El premio Nobel de alquiler, Mario Molina Pasquel acaba de encontrar como terminar con la contaminación del aire en el Valle de México: Hay que elevar el precio de las gasolinas vía impuestos. Ante la postura del científico arrendado vino a nuestra mente la letra de Aventurera de Agustín Lara, en donde se lee: ’…Y aquel, que de tú boca, la miel quiera. Que pague con brillantes tú pecado…’ Por unas monedas, el prestigio tirado al arroyo.
Anadido (3): Con que calidad moral anda Rigoberta Menchú Tum exigiendo le ofrezcan disculpas. ¿Acaso ya olvidó que el Premio Nobel de la Paz que ganó fue producto de la engañifa que ella inventó?

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