En el Congreso se encendió la llama de la unidad entre los periodistas no fifís


En un hecho histórico, los reporteros que cubren la fuente del Senado y la Cámara de Diputados, dieron la espalda a los legisladores de Morena

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En el Congreso se encendió la llama de la unidad entre los periodistas no fifís
Política
Febrero 17, 2022 19:12 hrs.
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Antonio Ortigoza Vázquez | Expediente Ultra › Líderes Políticos

EN EL CONGRESO SE ENCENDIÓ LA LLAMA DE LA UNIDAD ENTRE LOS PERIODISTAS NO FIFÍS

• En un hecho histórico, 𝗹𝗼𝘀 𝗿𝗲𝗽𝗼𝗿𝘁𝗲𝗿𝗼𝘀 que cubren la fuente del Senado y la Cámara de Diputados, 𝗱𝗶𝗲𝗿𝗼𝗻 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗹𝗱𝗮 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗹𝗲𝗴𝗶𝘀𝗹𝗮𝗱𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗠𝗼𝗿𝗲𝗻𝗮 que establecían sus propuestas en la tribuna; y en la Cámara Alta, hicieron el vacío a una conferencia de prensa, como manifestación 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝘀𝘁𝗮 𝗮 𝗹𝗮𝘀 𝗮𝗴𝗿𝗲𝘀𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝘆 𝗮𝘁𝗮𝗾𝘂𝗲𝘀 sufridos en su contra por aquellos que buscan satanizar por igual a la llamada prensa fifí, donde 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗰𝘂𝗮𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗴𝗮𝗻𝗮𝗻 𝘀𝘂𝗲𝗹𝗱𝗼𝘀 𝗺𝗶𝗹𝗹𝗼𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀, del resto de los reporteros que deben subsistir con magros salarios y expuestos a actos de violencia en todo el país.

𝗦𝗶𝗹𝗼𝗴𝗶𝘀𝗺𝗼𝘀
Por: Antonio Ortigoza Vázquez / @ortigoza2010
Especial de 𝗘𝘅𝗽𝗲𝗱𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗨𝗹𝘁𝗿𝗮

Desde que el periodismo surgió aparejado a nuestra historia política, 𝗲𝗹 𝗼𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗵𝗮 𝗿𝗲𝗽𝗿𝗲𝘀𝗲𝗻𝘁𝗮𝗱𝗼 𝘂𝗻 𝗮𝗽𝗼𝘀𝘁𝗼𝗹𝗮𝗱𝗼 de sacrificios, hambres y persecuciones, salvo algunos honrosos casos donde quiénes en su momento, han sido aliados al poder gozando de las gotas de miel que los gobernantes han tenido a bien convidarles.

Dictadores como Santa Anna y Porfirio Díaz fueron enemigos jurados de los críticos a sus gobiernos y años más tarde durante el México posrevolucionario, los gobiernos priístas comenzaron a cultivar y domesticar a sus propios críticos, 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗲𝗹 𝗰𝗮𝗺𝘂𝗳𝗹𝗮𝗷𝗲 𝗱𝗲 𝗹í𝗱𝗲𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗼𝗽𝗶𝗻𝗶ó𝗻..

Con la aparición de la televisión y sus noticieros que llegaron de forma masiva a la población, comenzaron a fortalecerse personajes como Agustín Barrios Gómez, Lolita Ayala, Joaquín López Dóriga y, por supuesto, Jacobo Zabludovsky, empleados de Emilio Azcárraga que en su momento se profesó como ’soldado’ de los presidentes en turno que emanaron durante todo el pasado siglo del PRI.

Este modelo que ha pervivido por décadas, creó una casta divina que, por ejemplo, en el sexenio de José López Portillo ya mostraba lo bien pagados que el poder tenía a sus voceros de las columnas políticas de los principales diarios y de la TV. 𝗦𝗲 𝗽𝗿𝗲𝗺𝗶𝗮𝗯𝗮 𝗻𝗼 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗽𝗮𝗰𝗶𝗱𝗮𝗱 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗹𝗮 𝗹𝗲𝗮𝗹𝘁𝗮𝗱 𝘆 𝘀𝘂𝗺𝗶𝘀𝗶ó𝗻.

A principios de los 80s, López Dóriga fue exhibido en la Revista Proceso como dueño de un lujoso yate anclado en Acapulco. Eran los años en que el periodista abandonó las filas de Televisa para tomar las estelares de Imevisión, la televisora del Estado donde logró hacer cuanto negocio le vino en gana. Eran los tiempos aquellos en que un reducido número de comunicadores podían llevar un costoso tren de vida 𝘆 𝗻𝗼 𝗽𝗿𝗲𝗰𝗶𝘀𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗴𝗿𝗮𝗰𝗶𝗮𝘀 𝗮 𝘀𝘂𝘀 𝘀𝗮𝗹𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀 sino a los entres que por fuera recibían de jefes de prensa y altos políticos.

Algunos comunicadores y jefes de prensa como Rodolfo Landeros y Fausto Zapata llegaron a ser gobernadores de Aguascalientes y San Luis Potosí, sus estados natales.

Con la aparición de TV Azteca y otras cadenas de televisión abierta ligadas a grupos empresariales de comunicación, 𝗲𝗹 𝗺𝗼𝗱𝗲𝗹𝗼 𝗱𝗲𝗹 ❞𝗲𝘅𝗶𝘁𝗼𝘀𝗼❞ 𝗰𝗼𝗻𝗱𝘂𝗰𝘁𝗼𝗿 𝗱𝗲 𝗻𝗼𝘁𝗶𝗰𝗶𝗮𝘀 y aparente crítico del poder, emergido de la pantalla chica, cobró fuerza. Muchos como Brozo y Ciro Gómez Leyva nacieron con el halo de periodistas críticos para luego sucumbir al canto de las sirenas de los medios masivos, 𝗮𝗰𝗼𝘀𝘁𝘂𝗺𝗯𝗿á𝗻𝗱𝗼𝘀𝗲 𝗮 𝗰𝗼𝗯𝗿𝗮𝗿 𝘀𝘂𝗲𝗹𝗱𝗼𝘀 𝗺𝘂𝘆 𝘀𝘂𝗽𝗲𝗿𝗶𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗮𝗹 𝗿𝗲𝘀𝘁𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗲𝗿𝗶𝗼𝗱𝗶𝘀𝘁𝗮𝘀 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗲𝘀.

De hecho, desde hace décadas en México se dieron dos tipos de periodistas: 𝗲𝗹 𝗱𝗲 𝗮 𝗽𝗶𝗲, 𝗾𝘂𝗲 𝗿𝗲𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗯𝗮 𝗹𝗮 𝗱𝘂𝗿𝗮 𝘁𝗮𝗹𝗮𝗰𝗵𝗮 𝗱𝗶𝗮𝗿𝗶𝗮 𝗲𝗻 𝗹𝗮 𝗰𝗮𝗹𝗹𝗲 y en las redacciones, 𝘆 𝗲𝗹 ❞𝗹í𝗱𝗲𝗿 𝗱𝗲 𝗼𝗽𝗶𝗻𝗶ó𝗻❞ que llegaba a su espacio con la mesa puesta para su lucimiento personal.

Conforme las generaciones de viejos periodistas fueron envejeciendo, la cruda realidad terminó por hacerlos despertar de su engañoso ensueño.
Ya demasiado tarde, aquellos que 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗮𝗿𝗼𝗻 𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼𝘀 𝗮𝗺𝗶𝗴𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗿 y formar parte de un sector social que nada tenía que ver con la clase trabajadora a la que pertenecen la inmensa mayoría de los mexicanos, se hallaron enfermos, sin empleo y sumidos en la más absoluta pobreza. En contraparte, 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗼𝘀 𝗰𝘂𝗮𝗻𝘁𝗼𝘀 𝘀𝗲 𝗵𝗶𝗰𝗶𝗲𝗿𝗼𝗻 𝗺𝗶𝗹𝗹𝗼𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼𝘀 y terminaron por ignorar la terrible realidad de sus pares que ayudaron a hacerlos brillar.

Ahora que desde el más alto cargo del poder, se ha emprendido un sistemático ataque contra lo que el presidente llama Prensa Fifí, debe haber una profunda reflexión de los reporteros y 𝗰𝗼𝗺𝘂𝗻𝗶𝗰𝗮𝗱𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗮 𝗽𝗶𝗲 que no forman parte de esta élite que está a salvo de los embates de la inseguridad, los bajos salarios, el desempleo y la ausencia total de atención médica y seguridad social.

La pandemia mostró que 𝗡𝗢 𝗧𝗢𝗗𝗢𝗦 𝗦𝗢𝗠𝗢𝗦 𝗟𝗢𝗥𝗘𝗧, y eso lo sabemos los periodistas del día a día que vimos morir a compañeros y ver con impotencia como bajo la excusa de crisis económica, los poderosos medios de comunicación se dieron a la tarea de despedir a muchos de ellos que entregaron su vida para engrandecerlos, recibiendo a cambio migajas y raquíticas indemnizaciones.

𝗗𝗲𝗯𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗮𝗽𝗹𝗮𝘂𝗱𝗶𝗿 𝗽𝗼𝗿 𝗲𝗹𝗹𝗼 𝗹𝗼𝘀 𝗮𝗰𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝘀𝘁𝗮 realizados por los reporteros de la fuente y de los diversos medios que cubren las actividades de las Cámaras de Diputados y Senadores, 𝗱𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗮𝗹𝗱𝗮 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗹𝗲𝗴𝗶𝘀𝗹𝗮𝗱𝗼𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗠𝗼𝗿𝗲𝗻𝗮 en el salón de sesiones y haciéndoles el vacío en sus conferencias de prensa. Estos parlamentarios se han sumado a un irracional linchamiento sin diferenciar ni tomar en cuenta que no todos los comunicadores tienen millonarios ingresos.

En importante hacerle ver a los legisladores morenistas y al propio Presidente, que la inmensa mayoría de los periodistas no somos voceros de los grupos de poder y que tenemos un compromiso para mantener informada a la sociedad a cambio de miserables sueldos, porque amamos esta noble profesión que es tan importante para consolidar en los estados modernos a la democracia.

𝗦𝗼𝗺𝗼𝘀 𝗻𝗼𝘀𝗼𝘁𝗿𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗺𝗼𝘀 𝗮 𝗺𝗲𝗿𝗰𝗲𝗱 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗱𝗲𝗹𝗶𝗻𝗰𝘂𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗼𝗿𝗴𝗮𝗻𝗶𝘇𝗮𝗱𝗮 y de los políticos revanchistas que no toleran la denuncia social. Imposible pagar con nuestros salarios departamento en Miami o vivir en zonas exclusivas con seguridad privada. Y ni en sueños poder contratar guaruras para nuestra protección y la de nuestras familias.

𝗟𝗮 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝗮𝗻𝘇𝗮 𝘆 𝗹𝗮 𝘂𝗻𝗶𝗱𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗴𝗿𝗲𝗺𝗶𝗼 en todo el país ya se encendió en el Congreso, esperemos que no se apague porque en la medida en que los periodistas que no somos parte de la élite fifí, tomemos conciencia de nuestra condición de asalariados y nuestra unidad como gremio, 𝗽𝗼𝗱𝗿𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗲𝗺𝗽𝗲𝘇𝗮𝗿 𝗮 𝗵𝗮𝗰𝗲𝗿𝗻𝗼𝘀 𝗲𝘀𝗰𝘂𝗰𝗵𝗮𝗿 𝘆 𝗿𝗲𝘀𝗽𝗲𝘁𝗮𝗿, trátese del partido o político que se trate, porque nuestra misión es en favor de la sociedad en su conjunto y no de grupos facciosos que siguen viendo el ejercicio del poder político como un medio para acrecentar su poder económico.

La corrupción, lo sabemos, es un cáncer que ataca por igual a políticos de todos los partidos sin distinción. Y quienes tenemos un compromiso con la verdadera libertad de expresión la 𝘀𝗲𝗴𝘂𝗶𝗿𝗲𝗺𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗻𝘂𝗻𝗰𝗶𝗮𝗻𝗱𝗼. Le duela a quien le duela, así se trate de aquellos que buscan escudarse en la sangre de nuestros compañeros que siguen cayendo por decir la verdad, para tener un estado de excepción en los medios.

Los propios dueños de los grandes corporativos de la información, están obligados a ser más solidarios con un gremio que los ha enriquecido y al que han segregado cuando así ha convenido a sus intereses.

¡𝗟𝗮 𝗣𝗿𝗲𝗻𝘀𝗮 𝗨𝗻𝗶𝗱𝗮, 𝗝𝗮𝗺á𝘀 𝗦𝗲𝗿á 𝗩𝗲𝗻𝗰𝗶𝗱𝗮¡

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