Diserta el arqueólogo Eduardo Matos

Episodios polémicos de la Conquista

Episodios polémicos de la Conquista
Cultura
Febrero 15, 2016 18:54 hrs.
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Antonio Aspiros * › diarioalmomento.com

Durante una conferencia que rebasó las expectativas de asistencia pues casi la mitad del público la escuchó desde afuera del salón de actos del Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma disertó sobre quien llamó “mi abuelito”, su antepasado el tlatoani azteca Moctezuma Xocoyotzin, y los sucesos de 1519 en México-Tenochtitlan cuando llegó el conquistador español Hernán Cortés.

Con esa conferencia, el también miembro de la Academia Mexicana de la Lengua desde 2015 inició el ciclo de primavera 2016 del CEHM, que con el título general de “Hernán Cortés y la hispanidad” y pláticas a cargo de expertos, seguirá cada semana hasta el 18 de mayo, cuando hablará la cronista Ángeles González Gamio sobre el Hospital de Jesús.

Matos Moctezuma se refirió a “episodios controversiales, pero que son importantes por las consecuencias históricas que traen”, como la conocida “matanza de Cholula” sobre la cual, dijo, existen la versión española y la indígena, y mientras una señala que los nativos empezaron a conspirar para atacar a los extranjeros, la otra dice que, al llegar a una posesión de Moctezuma, Cortés quiso dar una demostración de su fuerza y hubo una violenta masacre.

También se refirió al llamado ‘penacho de Moctezuma’ cuyo original se encuentra en Austria (siempre se han negado a devolverlo) y una copia del mismo en el Museo Nacional de Antropología de México, y comentó que quizá no era un objeto personal que usara el gobernante azteca, pero sí estaba entre las pertenencias de su palacio real.

El conferencista relató los episodios ocurridos desde que en 1519 los españoles llegaron a Cozumel, hasta que Cuauhtémoc fue hecho prisionero, así como un poco sobre los hallazgos en el Templo Mayor, de lo cual abundará en su siguiente charla.

Así, dijo que en Cozumel se le unió a Cortés el sevillano Jerónimo de Aguilar, uno de los dos españoles que llevaban siete años de vivir en ese lugar porque había naufragado su barco, pero el conquistador no lo reconoció sino hasta después, ya que su piel para entonces era morena. Otro náufrago, Gonzalo Guerrero, rechazó la invitación a sumarse a Cortés, pues ya era un cacique maya, casado con una nativa y con hijos.

Dijo Matos que la importancia de la incorporación de Jerónimo de Aguilar a la tropa, radicó en que más tarde le obsequiaron a Cortés 20 mujeres, entre ellas la Malinche que hablaba náhuatl y maya, y Jerónimo de Aguilar habla español y maya, lo que convirtió a ella en parte fundamental de la conquista.

También aseguró que Cortés no quemó sus naves “como está escrito en la historia oficial”, sino que decidió encallarlas cuando se dio cuenta de que su plan era factible por el apoyo que recibía de los totonacas y otros grupos que buscaban liberarse del yugo azteca, además de que muchos de los hombres que llegaron de Cuba con él, querían regresar por temor a las represalias del gobernador de la isla Diego Velázquez, cuyas órdenes habían sido desobedecidas. Esas naves, además, posteriormente sirvieron para llevar aparejos en la ofensiva final contra Tenochtitlan.

Acerca de su “abuelito”, el maestro Matos dijo que “sólo por un momento” Moctezuma creyó que Cortés era Quetzalcóatl, pero luego se desengañó y, como le tuvo miedo, pretendió alejarlo mediante regalos -de los cuales informa Cortés en sus ‘Cartas de Relación’-, pero más bien esos objetos de oro despertaron la codicia de los españoles.

Además, ciertos presagios que según Matos nunca se cumplieron, atemorizaron al tlatoani (“el que tiene la palabra”), tales como la intensa luz que veían por las noches y que pudo haber sido la del paso de un cometa, y el caso de “la llorona” que gemía por las calles porque se iba a acabar el mundo. Cuando le avisaron a Moctezuma que Cortés había llegado, se apesadumbró mucho por esos malos presagios y trató a toda costa de poner trabas a su avance.

Y como no fue así, cuando por fin se encontraron el español quiso abrazar al emperador, pero su séquito se lo impidió porque era el tlatoani, es decir el jefe máximo del ejército y el sumo sacerdote. Con todo, en una ausencia de Cortés quedó al frente el belicoso Pedro de Alvarado, quien en una fiesta indígena mandó atacar a la gente para quitarles el oro que llevaban como ornamento para las ceremonias, y empezó una matanza y luego la guerra como respuesta de los aztecas.

Pero -dijo Matos en su charla- sucedió algo imprevisto: la muerte de Moctezuma, de la cual también hay dos versiones: la de los españoles según la cual fueron los propios indígenas quienes lo mataron, y la de los nativos que acusaron a los invasores de haberlo matado porque ya el pueblo había nombrado a Cuitláhuac como nuevo tlatoani y entonces ya no necesitaban de él. Matos dijo que es más viable la primera interpretación. Cuitláhuac también murió pronto, víctima de una epidemia de viruela que habría sido contagiada por uno de los soldados de Cortés.

El siguiente y último tlatoani fue Cuauhtémoc. Y a juicio de Matos Moctezuma, la reunión de éste con Cortés representa la incomprensión entre dos culturas. Cuauhtémoc le dijo a Cortés: “Ya hice todo lo que pude por mi pueblo y no puedo más, soy tu prisionero, toma ese puñal que traes en el cinto y mátame”. Cortés no entendió que lo pedido por Cuauhtémoc era que lo sacrificara para concluir su ciclo, pues en su cultura un soldado hecho prisionero debía ser sacrificado para volver a reunirse con el Sol. El capitán español, por el contrario, no vio razón para matarlo y lo mantuvo en cautiverio.

Finalmente se refirió a la llamada “noche triste”, al salto de Alvarado que ahora se recuerda con una calle llamada Puente de Alvarado”, y a la estrategia de los españoles de cortar el agua que llegaba a la ciudad, e impedir que llegara el abasto de víveres a través de las canoas, en un asedio que duró tres meses y fue, junto con la epidemia de viruela, factor en la caída de Tenochtitlan.

En cuanto a otros descendientes de “su abuelito”, Matos comentó que en la actualidad hay muy pocos con el apellido Moctezuma, y que en España tienen títulos nobiliarios. Y que, cuando le preguntaban si era su pariente el político Esteban Moctezuma Barragán, quien fue precandidato presidencial en 1999, “yo contestaba: si gana, sí; en caso contrario, no”. (*Con información de Norma Vázquez Alanís).

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