Concatenaciones
Fernando Irala Burgos
La tragedia de Topo Chico rompió la inercia previa; fuera de ello, antes de su llegada, en sus primeros días de actividad en México y durante toda su estancia, en los medios de comunicación no parece haber más noticias que las del Papa.
Así ocurrió desde la primera visita papal de Juan Pablo II en 1979 y sus sucesivos retornos, y en el único viaje durante el breve pontificado de Benedicto XVI.
Ahora, los gobiernos de las entidades donde estará Francisco compiten en su despliegue propagandístico, alborozados por la gira pontificia, lo cual resulta notable en un Estado definido como laico en todo su marco legal.
En la ciudad de México, y es de suponer que en los otros puntos que tocará, el peregrinaje papal al menos ha servido para que pavimenten y señalicen decentemente las calles por las que ocurren sus desplazamientos.
Sucede aquí como en muchas poblaciones del país con las giras del Presidente de la República, que sus habitantes desean que el gobernante regrese pronto, porque sólo así le dan una manita de gato a los espacios por los que transita.
Lo cierto es que la presencia del pontífice desencadena el fervor popular y revive la religiosidad de la gente, que en otros momentos pareciera irse apagando.
A eso ayuda el origen latinoamericano del prelado, la apertura que ha propiciado en las anquilosadas estructuras eclesiásticas, y una visión más moderna y acorde con el mundo contemporáneo y las vivencias actuales de las personas.
En sus declaraciones antes de emprender el viaje, Francisco se refirió con mesura pero sin evasiones a los problemas de nuestro país, como la corrupción, el narcotráfico o la violencia, con tal claridad que motivó la respuesta inmediata del secretario de Gobernación.
Se había tardado Francisco en visitar México, indudable centro de la devoción católica en la región, luego de que ha viajado a otros puntos del continente.
Finalmente está aquí, y literalmente recorre el país de frontera a frontera a lo largo de casi una semana.
Su visita dejará huella. Y desde luego no será la última.
