Opinión

Hablemos de certidumbres sin olvidar las ’Dudas Razonables’ /II

Hablemos de certidumbres sin olvidar las ’Dudas Razonables’ /II
Periodismo
Agosto 25, 2021 21:45 hrs.
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Sergio Enrique Castro Peña › guerrerohabla.com

Como señalamos en nuestra entrega anterior, las certezas, así como las certidumbres son más campo de las ideologías (ya sean políticas, religiosas y, en algunos casos, seudocientíficas), y las distorsiones que de ellas se derivan, tales como las sectas, los mitos, los fundamentalistas, los demagogos, y los creadores de las noticias falsas (oficiales o no). Usualmente, la principal misión de un político es la de enviar un mensaje que trasmita certidumbre a la población, ya sea en su función de gobernante o de pretendiente a serlo. Uno de los métodos más socorridos por los políticos con aspiraciones demagógicas o dictatoriales es la utilización de mitologías, sobre enemigos, crisis o amenazas (internas o externas) con solo argumentos que en apariencia son lógicos o con elementos respaldados únicamente por la cantidad de población que los acepta total o parcialmente como probables. En contra posición, tenemos la más reciente creación del pensamiento humano –máximo cuatrocientos años-, la ciencia.
En la actualidad, la gran mayoría de la población tiene una relación indirecta y lejana con lo que se podría identificar como ciencia dura o la tecnología de innovación. Uno de los factores que contribuyen a ese distanciamiento o ignorancia radica en que el motor principal que genera el desarrollo de la ciencia es el escepticismo. Esto se debe a que, la ciencia en sí no acepta las conclusiones que se dan por la gran mayoría, sino que requiere de todo un proceso, entre ellos la comprobación de los supuestos y, esa justificación no tiene el carácter de permanente, sino que está sujeta, a que en un futuro se obtenga información que ponga en duda las conclusiones originales y tenga que ser modificada. La ley de la gravedad de Isaac Newton, a pesar de los embates que sufrió durante cuatrocientos años permanecio inamovible, hasta que en 1905 Albert Einstein puso, con su Ley General de la Relatividad, en duda, la validez del modelo newtoniano, cuando se tenían situaciones a ’grandes velocidades y una fuerte gravedad’. Esa ley tuvo que esperar más de veinte años para comprobar en ese punto que Newton estaba equivocado. Sin embargo, a su vez la teoría general de Einstein, en su predicción de la existencia en los confines del universo de ’ondas expansivas’, mismas que fueron evasivas por más de siglo, llegándose a comprobar su existencia hace un poco menos de dos años. De haber existido, Einstein hubiera sido merecedor de un segundo premio Nobel y el reconocimiento que tanto buscó, a lo largo de su vida, para la teoría general. En conveniente recordar que la ciencia, siempre se maneja bajo márgenes de error, con lo cual se nos quiere indicar que no existe el conocimiento perfecto o completo.
A pesar de que una gran mayoría de la población, por lo menos de sector occidental, ha escuchado la palabra ciencia, se estima que el 95% de esa población son ’analfabetas científicos’. Lo anterior viene a colación por el cúmulo de problemas globales que se están presentando tales como el ’calentamiento global, la reducción del ozono en la corteza, la contaminación del aire no solamente en las principales ciudades sino en comunidades alejadas de las mismas, los residuos tóxicos y radioactivos, la erosión del suelo, la desforestación, el crecimiento exponencial de la población de las áreas más pobres, la emigración política y económica, así como la intromisión de las grandes corporaciones y los gobiernos en la vida de los ciudadanos’, entre otros. Dejar de un lado los recursos destinados a la ciencia y la tecnología no solo tendrá una injerencia en la independencia intelectual también tendrá un efecto en la capacidad de un país para que en otras áreas que le son importantes conserve esa independencia y pueda estar en capacidad de enfrentar nuevas amenazas (como las sanitarias) que estan surgiendo día a día.
Actualmente, ante la pandemia del Covid-19 que padecemos, los políticos estan poniendo sobre los hombros de la ciencia las soluciones mágicas que nos harán salir de ella. Nada más alejado de la realidad, porque se deja a un lado una realidad imperante, los organismos microbianos tienen la capacidad de transformarse constantemente, sin que en realidad se pueda predecir hacia donde va esa mutación, originando la aparición de nuevas enfermedades que pueden expandirse más rápidamente y, pueden o no, ser más fatales que las anteriores, pero, eso sí, nos enfrentaran a situaciones diferentes. La historia de la humanidad es la constante lucha entre las transformaciones microbianas y la búsqueda de formas de contrarrestar esas enfermedades.
Como señalamos anteriormente, la vulgarización, primero por los políticos y después por la población en su conjunto, sobre los alcances y la eficiencia de la ciencia, mezclada con un alejamiento sobre su responsabilidad, porque la ciencia por sí misma no es una entidad que tenga una relación directa y retroactiva con la sociedad, trabaja y depende al mismo tiempo del vaivén del humor de esa sociedad. Desde los inicios de la ciencia, siempre ha existido una cierta aberración, más producto del desconocimiento y la incomprensión de sus alcances y sus objetivos. La ciencia, se ha construido por la acumulación del conocimiento a lo largo del tiempo, ’trasnacional y trasgeneracional’. También en la ciencia no existen las preguntas prohibidas, los temas tabús, demasiados sensibles para ser tratados, no hay campos reservados o pregunta intocables. La ciencia, contrario de los aspectos metafísicos, se desarrolla dentro de un laboratorio, bajo un método que determina pasos que todo investigador debe seguir, pero con una flexibilidad que le permite seguir la regla de que ’el orden de factores’ o como los realizamos ’no afectan el resultado’. ’La ciencia’, exponía Carl Sagan, ’más que un cuerpo de conocimientos, es una manera de pensar’.
La pérdida o el abandono de la ciencia, por el fácil camino de las ganancias a corto plazo y con los mínimos costos, está originando que los países que en un tiempo fueron líderes del umbral del conocimiento, comiencen a caer en una decadencia sobre la valorización que se muestra en los medios masivos de comunicación. Estos medios han sido poco a poco atrapados con programaciones de ínfima calidad, con temáticas que en apariencia son fundamentados por la ciencia pero que en el fondo es una celebración a la superstición y la ignorancia. Temas como las visitas en el pasado de extraterrestres, de seres míticos, que intervinieron en la conformación genética de lo que hoy identificamos al ser humano. El proceso de evolución, con una mezcla de religión y fantasías colocan a los humanos con el último fin de esa misma evolución, pero quedando solo escalones en la concerniente a lo moral. La conclusión que obtienen ese grupo contrario a la ciencia es que el estudio y el conocimiento de la ciencia no solo es innecesaria sino prescindible, indeseable, incluso desechable tanto en tiempo como los recursos tanto físicos como monetarios.
Carl Sagan, en su libro ’El mundo y sus Demonios; la Ciencia como una luz Oscuridad’, recalca que ’la ciencia está lejos de ser un instrumento de conocimiento perfecto. Simplemente es el mejor que tenemos’. Este reconocimiento de uno de los mejores divulgadores de ciencia y especialista en el estudio sobre Marte, trata de alertarnos sobre la utilización de la cuasi ciencia, no solo en los campos de las ciencias duras sino también y, esto, es más relevante en la economía, la política y la sociedad. ’La ciencia por sí misma, no es un apoyo significativo para las acciones de los humanos, se limita a señalarnos las posibles alternativas que podemos tener ante una situación dada, cual escogemos siempre será de nosotros la decisión.’
La pérdida de nuestra autocrítica, de la evaluación de nuestras capacidades y conocimiento nos hacen confundir la esperanza con la validez de los hechos, cuando caemos en la aceptación de las verdades a medias, en la argumentación ininterrumpida, cuando la superstición o las fantasías, la realidad se puede desvanecer poco a poco y es sustituida por mitos, por creencias adornadas por deseos ocultos, que no requieran de nosotros más esfuerzo que la aceptación y la fe de que todo es posible, máximo sin nuestra intervención directa, solo con nuestra anuencia. Pero, el ámbito personal, que nos puede otorgar un campo más laxo, no debe ser remitido a los responsables de las cosas de autoridad, que les otorgamos mediante el sistema electoral la responsabilidad del manejo de la seguridad, la impartición de justicia, la salud, nuestra economía, entre otras. A ellas, siempre les debemos exigir que expliquen y demuestren que sus acciones tienen un objetivo y este sea congruente con los cambios que una sociedad sufre a la largo de existencia. Los gobiernos deben adaptarse a los vaivenes internos y externos que pueden afectarnos como sociedad, no pueden ser entes anquilosados en un solo tiempo e incluso en una sola idea. Porque al final tendrán que dar cuentas de su accionar, no de sus justificaciones sino de sus resultados.
La ciencia es, probablemente junto con su producto la tecnología, el único camino para mitigar los efectos nocivos que están o estarán flagelando nuestra sociedad. Pero, la ciencia en sí, como señalamos antes, es solamente un apoyo en la toma de decisiones, no es el camino o la opción única. Debemos e tener presente, también, que la ciencia tendrá una validez con un margen de error y la posibilidad de que en un futuro nos presente otra solución a ser considerada. Tener fe o conservar la esperanza, no es malo. Esto, sin embargo, nunca será suficiente, aunados a ellas, siempre debemos de tener como asidero lo que la ciencia y el conocimiento significan. sergiocastro6@yahoo.com.mx


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