Opinión

Hablemos de cómo olvidarse del libre mercado o los mercados libres para lograr la igualdad… pauperrima /II

Hablemos de cómo olvidarse del libre mercado o los mercados libres para lograr la igualdad… pauperrima /II
Periodismo
Mayo 26, 2021 21:51 hrs.
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Sergio Enrique Castro Peña › guerrerohabla.com

Al referirnos a mercados usualmente los asociamos y restringimos a los productos diversos o actividades netamente económicas. Sus campos, sin embargo, también incluyen aspectos de otras actividades humanas como son los científicos, técnicos y políticos, y entre estos últimos, de manera significativa, los electorales. Porque, así como los económicos para su desarrollo y crecimiento requieren de la existencia de un grado de competencia, interdependencia, comunicación y enriquecimiento por el intercambio de ideas, su desempeño sano requiere de la existencia de un número mínimo, para no llegar al centralismo, despotismo y monopolio del poder. Asimismo, debe evitar tal dispersiva que diluya la diferenciación de las ideas fundamentales que podrían darle sentido a su existencia. Lograr ese equilibrio entre la cantidad de participantes y la calidad de la oferta política es el Grial de todo sistema electoral.
El problema que enfrenta nuestro sistema plural de partidos políticos es que no encuentra una modalidad en donde la forma y grado de participación de cada uno de los contendientes tenga una recompensa acorde al esfuerzo realizado. La aparición del fenómeno del presidente López y su movimiento, en su afán de cimentarse, eligió el camino de la centralización de las decisiones en un solo líder, el mismo presidente. Esto resultó una copia mala de la época del priismo, en donde la mitología promovió, y caló de tal modo en la visión popular que sigue vigente hasta nuestros días, que el presidente tomaba unilateralmente todas las decisiones, sin consultar a nadie. Quienes realmente estuvieron cerca de la toma de decisiones seleccionadas conocen que ningún cambio de trascendencia se hacía sin antes haber consultado con los sectores involucrados directamente. De no haberse realizado de esa manera, no hubiera sido factible efectuarlos. En ese contexto, debemos de recordar que el sistema nunca contó con las fuerzas coercitivas para realizar los cambios simplemente por la voluntad o el capricho de un solo hombre, máximo si tomamos en cuenta la cercanía que se tiene con EU y el compromiso vital de México para mantener la paz en el sur de ese país.
En el caso del presidente López lo de la unidad y la paz no se le dan y tienen un lugar muy recóndito en sus objetivos, lo de él es la división, la confrontación, la separación, el desprecio de los grupos que lo apoyan en contra de sus detractores y una fobia por las instituciones vigentes. Exigir a otros el cumplimiento de la ley, cuando sabe que no existen caminos legales adecuados para obligarlo al sometimiento de esta, es su estrategia favorita. La impunidad es su condición natural bajo una superioridad moral, supuesta, que solamente esconde su desmedida proclividad al centralismo, despotismo y deseo de acumulación de poder. Entre los estudiosos de las leyes y la política existe una aceptación de que la sensación y la realidad que vive nuestro país es el lastre de la impunidad, que no es otra cosa que la manifestación suprema de la corrupción, porque ejemplifica la existencia de la imposición del más fuerte sobre los más débiles. Por tal motivo, el demagogo utiliza una gran parte de su tiempo en querer convencernos de la existencia de enemigos tan grandes, con tanto poder, que la población solamente podrá enfrentarlos bajo la protección y el cuidado que únicamente él, supuestamente, puede otorgarnos. Los gobernantes demagogos, sin embargo, no se conforman con la obediencia, la aceptación, también les es indispensable la adoración, el culto a su persona, al tiempo que les domina la obsesión por trascender en la historia, aunque sea escrita por ellos mismos.
Lo anterior contiene una relevancia vital dada la situación de creciente inseguridad en donde se nos repite hasta el cansancio que uno de los factores que contribuyen al incremento de esa violencia es la impunidad que se vive, lo cual nos lleva a preguntarnos ¿Por qué tengo yo, que cumplir con la ley, si el supuesto ’primer mexicano’ nos dice, sin ningún decoro, con sus palabras en las mañaneras y sus acciones que puede actuar impunemente sin temor a una sanción? ¿De donde pueden las autoridades, salvo por cuestiones políticas, los políticos tienen mucho que perder, iniciar o tratar de iniciar una estrategia de combatir la inseguridad, si ellos pueden actuar impunemente? Pensar que unos tienen el poder de actuar, hacer o difamar sin temor a ser castigados, es un mensaje muy bien entendido y aceptado por los que viven de la existencia de la impunidad. Si bien es cierto que la violencia no se puede combatir únicamente con más violencia, así también, la impunidad no se puede hostilizar con más impunidad. Tratar de esconder la impunidad con una falsa moralidad, no hace más que devaluar el valor de lo moral, no apuntalar el combate para eliminarla.
Los políticos surgidos en el siglo actual tienen impregnado en su ADN ideológico que la mera existencia de la democracia y la pluralidad es suficiente para evitar las conductas perversas de los gobernantes demagogos, los cuales una vez encumbrados en el poder serían influidos y contendidos por el sistema que los habían llevado a ese poder. Eso, sin embargo, es una percepción errónea totalmente. En esos políticos hay, también, en su ADN algo que los impulsa constantemente a centralizar y acumular el mayor poder posible y, a considerar que el tiempo para lograr sus objetivos primigenios nunca será suficiente. Ante esto, optan por bombardear constantemente a sus seguidores más recalcitrantes y a los oportunistas tibios que buscan la obtención de algún beneficio a un costo económico-político-social inocuo, aparentemente. Ellos suponen que estas acciones afectan a otros, principalmente a quienes consideran que han recibido beneficios sustanciales sin un esfuerzo y, por lo tanto, están plenamente justificadas.
El presidente, desde su visión de vengador o redentor para esos seguidores sin trabas, amplía su accionar hacia ese sector de la población que se encuentra en una búsqueda constante de pertenencia. Por ello, comenzara a adherirse, no por un convencimiento a toda prueba, sino por el hecho simple de formar parte de algo, que, aunque no lo entienda, le suena, a fuerza de repetición constante como el objetivo que siempre han buscado, su Grial particular. Pensar de forma tan limitada, no es extraño, ni ajeno a la cotidianidad de la población, ’desear’ lo que otro tiene es algo muy común en cierto sector de la población. Esa inconformidad- ’aspiración’ constante es el combustible que todo demagogo con aspiraciones autoritarias, sí no tiránicas, busca no solamente para hacerse del poder sino como el fundamento de sus metas. En base a ello, podrá darles sentido, probar que, en todo momento, poseyó la verdad, pero la existencia de los contrarios, sus enemigos, fue el escollo para ver lo que para él era evidente. Ante esta situación, la solución lógica es la eliminación de todos que no comparten su visión, su proyecto, su 4-T.
Dentro de esta visión catastrófica, la llamada ’economía social’ o ’el socialismo del siglo XXI’, otorga, una salida a los miembros de la iniciativa privada que quieran sobrevivir esta avalancha de nacionalizaciones o eliminación de enemigos del movimiento del presidente. El costo de su supervivencia será la supeditación a todas las decisiones tomadas por el gobierno, circunscribiendo, las empresas y los empresarios, sus actividades a las netamente comerciales y productivas, conducta que deberá ser vigilada y sancionada por el estado. Es la creación de un nuevo mundo feliz, nuestro caso de un país, que estará regido por la voluntad surgida del gobierno, que puede ser de un grupo, directorio o, de una sola persona, pero todos de tinte autoritario, en donde el resto de la población estará obligada a la obediencia emitida, el pensamiento del individuo, de la privacidad, del ciudadano como tal, queda abolido, solo podrá participar como otro miembro más de la comunidad.
El presidente sabedor de su ’impunidad’ seguirá atacando y destruyendo todo aquello que considere se opone a él o a su proyecto, solo el arrepentimiento y la adhesión pueden propiciar una esperanza de aceptación y, por lo tanto, de posibilidad de un futuro desarrollo. La pertenencia lo es todo, todo lo puedes aspirar tener, la disidencia es la perdición del todo, el mundo de la nada, nada será el futuro, nada las perspectivas de una vida mejor, el ’yo’ quedará eliminado, solo el ’nosotros’, la fuerza del ’grupo’ tendrá significado y validez. Pero, sin considerar el ’yo’ cartesiano, es evidente que con la eliminación del ’yo’, quedará únicamente una masa que en su pretensión de lograr una forma que tenga algún significado, encontrará únicamente una pasta tan diluida que hará imposible la integración y la fusión de un ente que pueda actuar en su momento independientemente.
Una de las ventajas con que cuenta la sociedad para defenderse de los constantes ataques del gobierno, es su casi total ignorancia de la tecnología principalmente la digital. Sus estrategias, hasta ahora, se han limitado al campo de lo macro, en la venta exclusiva de la imagen presidencial, por medio de las mal llamadas ’mañaneras’ de información, las cuales son cada vez una tosca imitación de la propaganda más burda. Al no contar con elementos expertos en los campos de la información y control de datos, los avances para entrometerse en la privacidad de los ciudadanos, como fue la de captar la información biomédica de los usuarios de la telefónica digital, no midió las fuerzas a las que se enfrentaba y al enorme mercado que esas compañías habían usufructuado por años, la captación y usufructo de la información personal en nuestro país proviene de la época del presidente Calderón, pero que en la actualidad, no solo en los países más desarrollados, sino incluso el nuestro, la información personal de nuestras diversas preferencias están disponibles en los mercados especializados. El acceso a esa información tiene un costo y, el gobierno lo único que no quiere saber es que tiene que pagar, ignorando la premisa de los grandes consorcios informáticos de que ’cuando el servicio es gratis, es que tu eres el producto’.
Por tal motivo, se sigue suscribiendo al campo macro, ’las instituciones’, pensando que si se apropia de ellas físicamente, por medio de personal afín a su 4-T, estará en posibilidades de controlar todas sus operaciones, nada más fuera de la realidad. Podrá designar a todos los funcionarios, incluso a todo el personal, pero al seguir esa estrategia lo único que estará logrando es aumentar el valor de su información, que al no poder controlar, los beneficios serán trasladados a otros participantes, dado que ese personal, ya sea dentro de su trabajo o fuera de él está en constante comunicación con otros usuarios de esos medios con lo cual la supuesta secrecía pierde toda validez. La apropiación de las instituciones, dados los avances actuales de la tecnología digital, es una falacia en cuanto a seguridad, para ello requerirá de una gran inversión adicional a fin de adquirir los equipos más avanzados de esa tecnología y del personal supra capacitado, tecnológicamente hablando, que para empezar requerirá de unos salarios altos, no solamente del convencimiento ideológico, recordemos que esto último no funcionó ni en las épocas de la Rusia Estalinista, y, no convertirse ellos mismos en el producto a vender.
Además de la casi imposibilidad del gobierno para controlar su propia información y creyendo, por otra parte, que el control de los medios masivos de información serán estrategias suficientes para lograr un dominio absoluto de la información en las redes más populares, sin tomar en cuenta que el mercado de la informática es mucho más amplio, dificultando enormemente la consecución de ese objetivo, el gobierno puede llegar a un punto de seguridad ilusorio que provoque una toma de decisiones erróneas, con resultados totalmente discordantes a los previstos, principalmente en lo referente al campo electoral.
El presidente, día a día, parece separarse de una realidad que una creciente cantidad de ciudadanos vive y percibe, ya sea en el campo de la salud, del ingreso, de su capacidad de compra, de seguridad y de confianza. Él vive en su carapason, su ’mundo feliz’, muy lejano de tener una empatía con la población que gobierna o con una gran parte de ella, en su 4-T que al final nos llevará a todos a una igualdad nunca vista. De continuar la tendencia económica actual no pasará mucho tiempo para que el actual gobierno la logre, todos seremos iguales, igualmente pobres. Pero acerca de la fallida estrategia económica y de seguridad social seguida por el gobierno actual, así como de sus repercusiones en los principales ámbitos de la sociedad habremos de ocuparnos en la colaboración siguiente. sergiocastro6@yahoo.com.mx

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