SERGIO ENRIQUE CASTRO PEÑA

Hablemos de la violencia y la inseguridad

Hablemos de la violencia y la inseguridad
Periodismo
Noviembre 09, 2016 19:07 hrs.
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SERGIO ENRIQUE CASTRO PEÑA › guerrerohabla.com

Hace unos días, un amable lector, cuyo nombre nos reservamos por haberlo recibido en el entorno privado, nos envió un comunicado inquiriéndonos nuestra opinión respecto a la situación de falta de seguridad y la violencia predomina en nuestro país. Ante ello, decidimos hacer algunas consideraciones para dar respuesta a quien se toma un poco de su tiempo para leer nuestros escritos. De igual manera, quisiera, amable lector su comprensión por diferir la segunda parte del tema ’Hablemos Nuevamente de Presupuestos/ II de II’, para nuestra siguiente entrega. Por su comprensión, gracias.
Con respecto a la problemática de la seguridad que padecemos y que no es precisamente nueva, pero no tan lejana, es plenamente compartida. La preocupación, proviene desde nuestro punto de vista, no solamente de la existencia de ella misma, no podemos creer que es de creación espontánea, siempre existen factores que de manera aislada o combinada contribuyen a que su nivel de presencia lleve a situaciones que amenazan la sensación de seguridad, produciendo su antítesis, la inseguridad.
Por la inquietud que nuestro amable lector nos manifiesta, deducimos que se refiere a las formas de violencia que para este caso particular requieren ser analizadas: la violencia física provenientes por actos delictivos, principalmente del crimen organizado, secuestro, robos, drogas, entre otros; la violencia producto de la lucha político-electoral; y, de una combinación de estos dos tipos de violencia. En lo que concierne a la violencia física producto del crimen organizado, narcotráfico y secuestros, es un tema cotidiano de nuestros medios de comunicación y no es que consideremos que deben solaparse, ya que informar es su trabajo. Sin embargo, la problemática cambia de rumbo cuando esa misma información se manipula y contiene, en algunos casos datos y no es totalmente fundamentada o simplemente sale precipitadamente del dominio público por afectar intereses ligados a esos medios o intereses mayores. Aquí, la violencia y su información, se transforma en una herramienta política, en un gestor de violencia que se desvirtúa su objetivo original. Por tal motivo, el tema de la violencia, producto del crimen organizado o no, tiende, con su constante machacar mediático, a incrementar uno de los factores que más influyen en el proceder del ciudadano: ’el miedo, al miedo’.
Con respecto al proceso electoral, el factor violencia o de inseguridad nunca ha estado ausente. Tanto en la temática como en la forma que se dirigen las campañas y la tendencia a utilizar, en algunos casos magnificando, los problemas que no se atendieron o que no se pudieron resolver, todo esto cae en los ámbitos permitidos o aceptados por los actores de esas contiendas. Por tal motivo, el tema, la inseguridad, el sentimiento de haber sido engañados, la corrupción, y, otros señalamientos, tienen su dosis de fundamentación, pero también de manipulación. Se trata, de crear una división unidimensional buenos o corruptos, son culpables por que yo lo digo y ’todo el mundo lo sabe’. De lo que se trata es de crear situaciones de crisis ante una sociedad que no dispone de medios confiables ya que aún las llamadas ’redes sociales’ no son tan honestas como algunos comunicólogos, en su afán de diferir sus responsabilidades lo promueven. Una de las estrategias utilizadas por los partidos políticos, el CCE y los altos jerarcas de la Iglesia Católica, es enfocar sus baterías hacia el hecho de que las instituciones prevalecientes, son ineficientes, no funcionan, los problemas los han rebasados. Esto que parecen ser verdades absolutas, en realidad son mentiras a medias ya que su objetivo es producir una ’crisis de autoridad’ y en su fundamento, las instituciones. Dado que estas son inoperantes y no funcionan, arguyen, por lo tanto, deben ser sustituidas por ’pactos’ al margen de esas instituciones, lo que subyace en dicha propuesta es minar la hegemonía del Estado y la validez de su sistema, no solo de gobernar, de mantener la seguridad física y legal y, al mismo tiempo, establecerlo como una forma aceptable y legal. Esto es, producir una crisis permanente del Estado en su conjunto, sustituirlo. No se trata de cambiarlo, sino únicamente de realizar una apropiación temporal e imperceptible. El miedo siempre ha sido una compañía constante en las estrategias político-electorales, principalmente porque con sus mensajes tratan de señalar de forma más contundente los yerros y los efectos negativos de sus políticas, su percepción de inseguridad y, de seguir esa situación los efectos serán cada vez más señalados. Votar por ellos es votar, por una degradación económica, moral y política mayor. ’Persistir en el error’.
Al fomentar la inoperación de las instituciones encargadas de la seguridad, federales, estatales e incluso el ejército, por aquello de los derechos humanos, la incesante propaganda de los niveles de corrupción de los gobiernos estatales que bajo los resultados electores y su estrategia del combate a la corrupción y han sido sustituidos por militantes del PAN. Estos militantes vestidos de albicelestes han iniciado una competencia, entre sus candidatos ganadores, para determinar cual gobernante entrante ha encontrado más corrupción y exigir, fuera de cualquier proceso legal que proceda en contra de ellos, son culpables lo dicen ellos y están sustentados en el dicho de los grandes medios de comunicación. Sin embargo, la cruzada moralizadora o la estrategia de la lucha por el poder con su utilización, no solamente están delimitadas en su ataque a sus contrincantes sino que ha evolucionado a las contiendas por el poder interno de dicho partido. Los acontecimientos escalonados de señalamientos hacia un sistema, por un lado ineficiente e inoperante como es la impartición de justicia, el costoso sistema legislativo, con prebendas y sueldos de sus integrantes fuera de todo contexto, con gobiernos bofos y corruptos, como se ha señalado anteriormente, incluyen a los partidos políticos. Todo este proceso de desprestigio, puede considerarse que tiene un periodo de gestación de alrededor de veinte años y tiene todas las características de lo que llamo Winston Churchill, ’preparación de la coyuntura estratégica’. Nada es casual.
Sin embargo, cuando se combinan las dos estrategias antes señaladas, la violencia física y aquella producto en gran parte por los grupos políticos ligados al crimen organizado, la problemática cambia su cariz y puede tener una influencia muy importante, no solamente en los procesos electorales sino también, lo cual es más relevante, en la gobernabilidad, en la razón de ser del Estado prevaleciente.
Mientras que la violencia física del crimen organizado, se mantenga encapsulada en áreas definidas y la violencia verbal de los actores políticos dentro del marco legal e, independiente de la influencia del primer grupo, difícilmente serán factor importante para determinar si se realizan o no las elecciones en dichas áreas. Sin embargo, existen otras formas de violencia como son la capacidad de intimidación verbal y económica de los supuestos representantes de la sociedad civil, empresariales, religiosos, ONG´s, comisiones de derechos humanos (nacionales e interamericanos), los cuales se encuentran en manos de dirigentes seudo-imparciales nacionales, pero involucrados en rencillas con el actual gobierno. Pretendiendo existen supuestas violaciones a los derechos humanos, solapan acciones violentas de grupos contrarios al Estado, sancionándolos con fundamento en los estatutos de cualquiera de dichas comisiones protectoras de los derechos de los humanos. Arguyen que violentan sus derechos, pero al mismo tiempo esos mismos dirigentes ignoran y desechan esos dichos estatutos, olvidan que ellos también están obligados a cumplirlos. Esto sucede cuando omiten señalar las violaciones que cometen esos mismos grupos en contra de terceros, y que son ajenos a las disputas entre el gobierno y los inconformes o que violan el estado de derecho. No olvidar al trabajador de una gasolinera en Iguala, que murió calcinado al tratar de que se difundiera el fuego, producido por los supuestos pacíficos e inocentes ’normalistas’ y evito una tragedia mayor. Con ello, transgreden no solo los preceptos que los regulan sino también suplantando, mediante campañas mediáticas, las funciones de los órganos vitales para el funcionamiento del Estado como es el Judicial y por lo tanto el Estado de derecho.
Desde nuestra perspectiva personal, la violencia y sus repercusiones son algo que debe de preocupar a las autoridades, y a nosotros los ciudadanos, por la influencia que podría tener en las elecciones a realizarse el año próximo. Las que ocurrirán a nivel estatal en 2017 porque, como hemos señalado en nuestros escritos, serán un laboratorio de las de 2018 y porque la violencia que predomina dentro de los partidos políticos y la creciente pasión que se muestra en el tono de los mismos para los que conforman el actual gobierno, puede subir del simple señalamiento verbal y transformarse en violencia física. Si las instituciones desaparecen o quedan muy dañadas, las perspectivas no son muy halagüeñas. La violencia producto del crimen organizado es muy importante en el desarrollo de unas elecciones, pero su influencia todavía está localizada y limitada. Lo preocupante es que, cada vez más, esa influencia, aparentemente solapada, se manifiesta con mayor claridad y que en la amenaza de ’plata o plomo’, la primera esta desgraciadamente perdiendo. Para enfrentar adecuadamente la violencia física, la primera condición que se debe cumplir es que los guardianes de las instituciones tomen en serio su papel, si los grupos en el poder y, con ello, queremos referirnos no solamente al político sino también al empresarial y al eclesiástico insisten en actuar en la tenue línea de la legalidad e ilegalidad nos puede llevar a un punto de caos, mismo que algunos estiman, ingenuamente, que es manejable. Sin embargo, la experiencia nos dice que en estas cuestiones, bajo el entorno actual, el ser humano como individuo y la sociedad en general exhiben comportamientos altamente estocásticos y por lo tanto inmanejables. sergiocastro6@yahoo.com.mx

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