Hay que frenar el "bullying"

Desde la primera línea aclaro que no es de mi agrado escribir ni pronunciar neologismos, porque el español es un idioma hermoso. Sin embargo aplico uno para titular mi columna, por el ser el de moda y atraer la atención de quienes visitan esta página digital.

A partir de unos meses a la fecha, hemos oído en noticieros radiofónicos, leído en diarios y revistas sobre “el bullying” e inclusive hemos visto imágenes en la televisión, particularmente el caso del niño de una escuela de Ciudad Victoria, Tamaulipas, que fue víctima de la agresividad de sus compañeros y que, se afirma, los profesores no impidieron que se desarrollaran esos criminales hechos, mismos que suscitaron la intervención del Presidente Enrique Peña Nieto.

Pero, el pero que nunca falta, antes de continuar deseo precisar que mi amigo Carlos Canchola Nava, compañero en el diario La Prensa, fue directamente al diccionario y encontró que el mencionado neologismo tiene una muy precisa y definitiva traducción al español: amedrentar, abusar, acosar, hostigar. Lástima que “estemos acostumbrados” a ir por el camino más fácil y olvidar que nuestro idioma es muy bonito. Sin embargo con frecuencia oigo que la gente se despide con un “bay” en lugar de un dulce “adiós” o bien “parqueate ahí enfrente”, cuando podemos decir “estaciónate ahí”.

Luego de ese paréntesis, retomo el tema del acoso que se da en las escuelas primarias y secundarias de nuestro país. No puede afirmarse que es una copia de lo que ocurre en otros países, porque en todos son diferentes la cultura, las costumbres, la forma de pensar y de actuar. La idiosincrasia mexicana difiere totalmente y por ello no son válidas las comparaciones. En un estudio profesional que realizó Joanna Pérez Canchola, en la Universidad de las Américas, profundiza en el tema y plantea la urgencia para que se tomen las medidas necesarias.

Ciertamente es una tarea que corresponde a las autoridades de los tres niveles en materia de educación, como también en los planteles educativos a los integrantes de las “sociedades de padres de familia” y en los hogares debe atenderse a ese problema orientando debidamente a los hijos. Este fenómeno social tiene que ser preocupación del Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, aplicando programas especiales en las escuelas normales para preparar a profesores especializados y no cargar la responsabilidad a los que están encargados de impartir la enseñanza. Es de esperarse que haya una acción de esa naturaleza, aunque ésta no sea parte de la muy cuestionada reforma educativa, que tiene más de reforma laboral que de la materia que se enuncia.

Es oportuno referir que el acoso u hostigamiento en las escuelas primarias no es algo nuevo, sobre todo se vivió en las particulares que recibían a niños becados por el gobierno federal (derecho que estableció don Jaime Torres Bodet, uno de los más recordados titulares de la SEP). Los becados eran objeto de discriminación por parte de sus compañeros y los profesores ejercían su labor con rudeza hacia esos menores que no pagaban la colegiatura. Desconozco si ese sistema de becarios exista.

Como punto de acotamiento sobre este delicado y grave problema social, recordamos a quienes nos contaron sobre “las novatadas” en el H. Colegio Militar, donde los potros o sean los alumnos de primer ingreso tenían que soportar las salvajadas que les hacían sus compañeros de grados superiores. Aunque siempre se ocultó, llegó a registrarse la muerte de un novato, otros desertaron poco después de iniciado el curso e inclusive alguno llegó al suicidio. Nunca hubo una denuncia por parte de los afectados ni de sus familiares, pero las versiones circularon.

PREGUNTA PARA MEDITAR:

¿El Secretario de Educación Pública actuará con amplio criterio para frenar este problema, porque la solución no está en cesar a los profesores?