Texcoco, Edomex.- ¿Qué razones inducen a un público que en multitud quiere presenciar determinado espectáculo y por qué no asiste la gente a los conciertos de la OSEM?
Durante una entrevista el inmarcesible Chabelo deslizó el significado connotativo de la palabra catafixia: es un intercambio que solo implica ambición.
La estrategia cultural de presentar a la Orquesta Sinfónica del Estado de México (OSEM) en el Teatro al Aire Libre del Centro Cultural Mexiquense Bicentenario (CCMB) el domingo 4 de mayo en un concierto donde ofreció versiones musicales de Pink Floyd resultó positiva, circunstancialmente, en cuanto al logro de atraer mayor número de asistentes, en especial jóvenes, y políticamente incorrecta respecto a la desconsideración hacia el público que abarrotó dicho espacio del campus cultural.
En apariencia es extraordinario, sí, que a un concierto sinfónico asistan 4, 500 almas.
Es decir, comúnmente un concierto de la OSEM en la Sala de Conciertos “Elisa Carrillo” del CCMB inicia siempre a las 12:30 horas en punto. Ahora arrancó quince minutos tarde.
No cabía más gente en el espacio de gradas de dicho teatro desde las 11:37 horas. Quince minutos antes de las 12:30 había decenas de gente, a las orillas de las gradas, en plena resistencia de un inmisericorde baño solar.
Atrás de dichas gradas se instalaron dos carpas que más bien dieron la impresión de tratarse de un mitin político. No hubo sillas. Menos, gradas adicionales.
Infinidad de personas que aún llegaban al punto de encuentro tuvieron que refugiarse a la sombra de la cafetería y en el pasillo principal del CCMB. Mientras tanto, el sonido era pésimo.
Juan Manuel Ruiz Badillo, vecino de Texcoco, asistió al concierto en compañía de su esposa. Al preguntarle que le parecía la naturaleza de presentarse la OSEM en el Teatro al aire Libre advirtió: “Cómo es posible que las autoridades de este centro cultural sean tan desconsideradas con las personas. Empezaron tarde. Hay demasiadas personas a pleno rayo del sol, y siguen llegando más”.
Y acto seguido interpuso una serie de interrogantes: ¿A poco no pudieron instalar unas gradas portátiles como lo han hecho en ocasiones anteriores? ¿Qué tanto más les costaba sonorizar mejor el concierto o poner de plano más micrófonos? ¿Qué pasa en la cabeza de quienes programan estas actividades? ¿Esa es la cultura que nos quieren dar. Así nos quieren sensibilizar para venir al Centro Cultural?
“Ahora esto. Para el Día de las Madres van a traer a Napoleón. Según parece el elegido como artista estelar el Día del Padre será José-José. Puras miserias, puros cartuchos quemados. Nosotros mejor ya nos vamos. A ver cuándo regresamos. Ah, y ojalá sí publique esto que le digo”.
¿Qué razones inducen a un público que en multitud quiere presenciar determinado espectáculo y por qué no asiste la gente a los conciertos de la OSEM?
Naturalmente, dichos tipos de público tienen algo en común: se reconocen, están conscientes de ser protagonistas de una acción vital que no solo les agrada, sino que les determina socialmente. No obstante, aquellas almas que asisten y ocupan una butaca en la Sala de Conciertos del CCMB por primera vez tienen también la oportunidad de convertirse en “otros”, dejarse llevar por la música, asumirse como mejores personas, y notar que después de todo es un mito aquello de que la música clásica es “aburrida y sin chiste”.
Al respecto, vale la pena recordar lo que en su oportunidad ha señalado el escritor Mario Vargas Llosa en relación a que “para muchos lectores, leer significa también, y acaso sobre todo, gozar, paladear aquella belleza que, al igual que los sonidos de una hermosa sinfonía, los colores de un cuadro insólito o las ideas de una aguda argumentación, despiden las palabras unidas a su soporte material”.
