Indigente, deporte olímpico mexicano


Casi medio siglo de palabras vacías y quimeras vanas de los hombres de pantalón largo

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Diciembre 01, 2019 19:52 hrs.
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Jesús Yáñez Orozco › diarioalmomento.com

+Comité Olímpico Mexicano pasa la ‘charola’ rumbo a Tokio 2020, anuncia el informe de la Asamblea Anual Ordinaria

+Realizará ’colecta olímpica’ para la justa cuatrienal

+Busca recabar 23 millones de pesos para enviar a 150 personas a los juegos

Ciudad de México, (Balón Cuadrado) .– Amargo día de fiesta. Celebración de casi medio siglo de ignominia. En el estacionamiento, poco más de una hectárea, aparcados casi un centenar de autos –incluidas camionetas blindadas– último modelo y algunos deportivos reflejan el poder adquisitivo de la llamada famiglia olímpica. Sus bruñidas láminas multicolores parecen fundidas bajo el poderoso rayo del sol otoñal de mediodía. Diminuta bola incandescente camina impasible en el firmamento.

Nadie se percata que, impensable, también está aparcado un helicóptero al otro extremo del inmueble. Es el Centro Deportivo Olímpico Mexicano en la capital del país, conocido como CDOM. También relumbra el verde irremediable de sus jardines. Huele a pasto recién cortado. Sinfónico trinar de pájaros atempera el rugir de motores citadinos.

Consta de más de 100 mil metros cuadrados, en una zona privilegiada de la ciudad de México –cerca de la exclusiva colonia Polanco, colindante con el Campo Militar Número 1– convertido en elefante Blanco, huérfano de apoyo oficial. Por lo general, hace más de un año, luce semidesierto.

Vive un olímpico viacrucis por falta de dinero que, durante más de cuatro décadas, salía de una partida del presupuesto de la Secretaría de Educación Pública, vía la Comisión Nacional de Cultura Deporte (Conade). Requiere 90 millones de pesos anuales para operar.

Ahora agudizado por la llamada austeridad republicana de la Cuarta Transformación –encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador–, cuyo espíritu es una feroz cruzada contra la corrupción rampante.

No recibe un centavo de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Aunque, curioso, AMLO destinó 350 millones de pesos en 2018 para el beisbol, su deporte preferido.

Carlos Padilla Becerra, 73 años de edad, abundante penacho plateado, titular del Comité Olímpico Mexicano, ha terminado de rendir su séptimo informe anual –en el Marco de la Asamblea Ordinaria– lleno de palabras vacías y quimeras vanas. Acudieron 53 miembros de Federación, 32 permanentes, tres eméritos e invitados especiales. Escuchan contritos desde sus máscaras de yeso.

Nadie sonríe.

Rito que de nada o poco sirve. En otros momentos de a vida política era imprescindible la presencia del presidente de la República en turno.

Una gelatinosa salva de aplausos se desgrana apagada y es una suerte de réquiem de su discurso. Casi 40 minutos plagados de lugares comunes. Es el besamanos del deporte nacional.

Disertación plañidera, iluminada de oscuridad, camina lenta en labios de Padilla:

’Mantengámonos unidos’, ’seamos dignos de nuestro gran momento en la historia’, ’resultados alentadores’, ’histórica actuación’, ’éxito alcanzado’, ’resultados enorgullecieron’, ’cosecha histórica’…

Verborrea interminable para referirse al espejismo de las 136 medallas de las cuales 37 preseas fueron de oro, en los pasados Juegos Panamericanos de Lima. Y de las que, vergonzante, se colgó López Obrador: entregó 240 mil pesos a cada uno. Quizá sirvieron para pagar el enganche de un diminuto departamento de 50 metros cuadrados o adquirir un carro último modelo.

Con dinero y sin él; con corrupción o sin ella, México es un eterno campeón de la derrota. Más si tomamos en cuenta que sólo posee 69 medallas en su historia olímpica, que contrastan con las 2 mil 522 de Estados Unidos.

Y tampoco cumple función social alguna.

Incluso, un puñado de reporteros, mujeres incluidas, también sufren las medidas draconianas del COM.

A falta de sillas –o una pequeña sala de piel negra que antes había– un puñado de periodistas miran sentados, durante casi dos horas, desde la escalera del recibidor del Comité, unos 150 metros cuadrados, el monitor donde se observa la pésima trasmisión, en circuito cerrado, del informe de Padilla. Inaudibles sus palabras una veintena de veces.

Algunos de ellos de la tercera edad. De vez en cuando estiran las piernas para desentumirse. Otros salen un momento a la explanada para airear el tedio. Parece una prueba de resistencia para sus glúteos. Un puñado, estoico, permanece de pie.

Ante la negativa del apoyo económico por el gobierno federal, el Padilla anuncia la creación de «la colecta olímpica» –eufemismo de limosna– con ayuda de los empresarios. Busca recaudar 23 millones de pesos que será el costo de las 150 personas que acudirán a la justa de Tokio 2020.

«Este año no nos dieron dinero y lo entendemos», gimotea Carlos Padilla, como indigente del olimpismo nacional.

Diplomático, rechaza tener ’pleito’ alguno con Ana Guevara, directora general de Conade, con cuatro carpetas de investigación por presunta corrupción. La funcionaria le notificó en días pasados que la política de austeridad de López, no tenía considerado presupuestos a las Asociaciones Civiles, como es el COM.

Aunque Conade haya pasado de recibir alrededor de dos mil millones de pesos, en 2018, a más de dos mil 700 millones, en 2020.

Padilla, como quien clama caridad, narra que uno de «los 23 padrinos» que aportarán un millón de pesos, solamente, será Olegario Vázquez Raña, presidente vitalicio del COM, quien estuvo presente la ceremonia. Viene acompañado de su hijo, del mismo nombre, cuyo patrimonio está estimado en tres mil 300 millones de dólares.

Cifra que, según Wikipedia, lo convierte en uno de los empresarios más importantes, ricos y poderosos de su país.

Don Olegario, 83 años de edad, heredó de su hermano Mario el férreo control del deporte olímpico. Lo manejó con mano de hierro en guante de seda de 1974, hasta su muerte, en 2015.

Además de agradecer a los principales patrocinadores del COM, Banco FAMSA, aseguradora SISNOVA y LI NING, comenta Padilla Becerra:

’Ante la imperiosa necesidad de recursos para asistir a la justa olímpica, hemos diseñado el programa de donativos denominado ´Misión Tokio 2020´ con el apoyo de empresarios socialmente responsables (sic)’.

Padilla lanza un lacrimógeno llamado para apoyar esfuerzos con todos los miembros de la Famgilia Olímpica:

’Convocarlos a la unidad viendo por el interés general, nunca por el interés personal y la mezquindad del egoísmo. Y recordarles que los valores olímpicos trascienden las coyunturas momentáneas, ayudan a resolver conflictos’.

Remata:

’Para eso estamos aquí; a eso los convoco. Mantengámonos unidos. Seamos dignos (sic) de nuestro gran momento en la historia conservando la autonomía que nos exige la Carta Olímpica’.

También resalta la labor con Alianza Olímpica Mexicanos por la Paz. Incorpora a diversos actores sociales, públicos y privados como el mismísimo COM, la Fundación Alfredo Harp Helú para el Deporte, los Centros de Integración Juvenil, la Asociación Fuerza Migrante, la de Medallistas Olímpicos Mexicanos.

Uno de los primeros en abandonar la asamblea anual, es el poderoso Olegario Vázquez Aldir, 47 años de edad. Va enfundado en elegante traje azul eléctrico, acompañado de dos guardaespaldas con aparatos de intercomunicación al oído.

Lo espera una camioneta, Van, blanca con el logo del COM. Lleva prisa. Unos minutos después regresa el vehículo con tres trabajadores del Comité, que lo acompañaban, y el chofer.

Segundos más tarde surca los aires un helicóptero, que despega cerca del velódromo del CDOM, bajo los destellos solares.

En el mosquito metálico viaja Vázquez Aldir.

Y, sí, los dueños del dinero siempre llevan prisa.

El cielo también es de ellos.

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