Jóvenes contra negligentes

México es considerado el país más letal para la juventud en América Latina, pues el asesinato de jóvenes alcanzó una tasa de 95.6 muertes por cada 100 mil habitantes, según estudios, por lo cual la Comisión Permanente del Congreso, pidió a los gobiernos federal y de los estados que, de manera coordinada, fortalezcan las estrategias para afrontar la problemática nacional que representan los altos niveles de muertes violentas en este sector de la población.
Hay estrategias de las propias instituciones de educación que pareciera que se asignan a ubicaciones aisladas con el objetivo de tener en los jóvenes vícitimas más vulnerables de la delincuencia común y organizada.
Así, el estudiante se preocupa por la inseguridad y deja de lado la protesta que por naturaleza le corresponde expresar.
La falta de oportunidades para los jóvenes en el país crea la primera agresión emanada de la autoridad.
Pero en el marco educativo, el simple hecho de que no haya espacio para todos y cada uno de los jóvenes que quiere estudiar es una agresión, que les modifica sus planes de vida.
Al gobierno, encargado de la seguridad de todos los habitantes, no le interesa si los jóvenes están seguros para ir a estudiar. Un ejemplo claro son todos los planteles, llamados FES de la UNAM, en el estado de México, donde los alumnos y sus padres saben perfectamente que pueden ser asaltados durante el trayecto, ya que el delito del asalto al transporte público es un verdadero escándalo en la entidad pero el gobierno de Eruviel Ávila no hace nada al respecto.
Los jóvenes que estudian en Cuautitlán, Acatlán, Aragón, entre otras saben que cualquier día pueden ser objetivo de la delincuencia ya a pesar de ello, siguen estudiando en esos lugares, la valentía de estos jóvenes contrasta con la mediocre cobardía de las autoridades del Estado de México que sabe perfectamente la condición de inseguridad que priva en el transporte púbico pero no hace nada por evitarlo.
Asaltos de esta naturaleza puede causarles la muerte no sólo a los jóvenes estudiantes sino a la población en general; sin embargo, a los policías del Estado de México les basta ver a un joven para intentar extorsionarlo, le siembran droga, le dicen que viene huyendo, le atribuyen delitos que no cometió a cambio de dinero.
En el país, la tasa de homicidio juvenil se incrementó desde 7.8 en 2007 a 25.5 en 2010, siendo los jóvenes los responsables de la mitad de los delitos en ese mismo año. Aunado a ello, se advierte que México va creciendo en el ranking mundial para ocupar los primeros sitios por la creciente ola de violencia en contra y entre jóvenes.
El documento ejemplifica que México tiene el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidio en menores de 14 años, de entre las naciones que integran la OCDE.
Con base en un estudio realizado por la Cámara de Diputados de Brasil y organizaciones de derechos humanos, señala que México se ha convertido este año en el país con la tasa más alta de mortalidad infantil y adolescente, donde el asesinato de jóvenes de 15 a 19 años alcanzó una tasa de 95.6 muertes por cada 100 mil habitantes.
No existe la mínima preocupación por los jóvenes, prueba de ello es el cierre de espacios de estudio n l educación pública y l apertura publicitaria de cuanta universidad patito surge.
La falta de respeto a los jóvenes ha llegado a causarles la muerte a muchos de ellos, como si se tratara de un exterminio, y de esto la responsabilidad no puede ser menos que de la gente encargada de la seguridad de la población, principalmente en el Estado de México donde la corrupción de los uniformados la hacen notar desde que alguien pisa sus territorios.
Estas acciones son tan continuas que las autoridades del Estado de México pasan de ser de negligentes a ser cómplices en esos asaltos que arrojan, heridos, y hasta víctimas fatales, la mayoría jóvenes.