“La familia michoacana”


Por Juan Vives Rocabert

“La familia michoacana”
Periodismo
Enero 06, 2014 08:41 hrs.
Periodismo ›
Al momento noticias › todotexcoco.com

La empleada de mi casa me pasó el teléfono diciéndome que me llamaba un tal ingeniero Torres. Tomé la llamada.

-¿Es el señor Vives?

-Si, dígame.

-Mire, espero que haya pasado bien sus fiestas y ahora que ya lo dejamos pasar muy bien su Navidad y que pudo festejar muy bien con su familia, ahora tocan los negocios. Soy de la Familia michoacana y le hablo para que usted se ponga a mano con nosotros, como ya lo hicieron muchos de sus vecinos. Necesitamos que nos dé un dinero. Ya todo el mundo, usted lo sabe bien, ha colaborado con nosotros. Los que no lo han hecho han tenido que sufrir las consecuencias porque les hemos tenido que mandar a nuestros sicarios. Pero usted no se preocupe, si colabora, usted no va a tener problemas; incluso le vamos a dar un número clave para que ya nadie lo moleste. O sea que, ¿qué dice usted señor Juan?

- ……..

-Mire, usted ya sabe que no le queda de otra, hay que cooperar. Como usted puede ver, yo lo estoy tratando bien, no estoy usando palabras groseras y lo trato con corrección. Pero usted tiene que cooperar con nosotros. Y ya sabe, si va usted con la policía, usted conoce como ellos mismos son los que nos protegen, o sea que le iría peor, por eso no se lo aconsejo. Le podríamos mandar unos sicarios para que lo mataran a usted o algún miembro de su familia, y eso puede usted evitarlo cooperando con nosotros. Entonces, señor Juan, ¿con cuánto está usted dispuesto a colaborar con nosotros? Ya sabe que esta cantidad va a ser una sola vez y que le vamos a dar una clave, un número en clave para que ya nadie lo moleste más.

-………

-Mire, señor Juan, más le vale que entienda que esto va en serio. Somos de la Familia michoacana, usted seguramente ha oído hablar de nosotros. Somos gente seria, no nos andamos por las ramas. Queremos saber de a cuánto va a ser su cooperación y lo dejamos tranquilo, de lo contrario podemos mandarle a alguno de nuestros sicarios y a usted o alguien de su familia podríamos matarlo. O sea que usted dice…

-Voy a colgar.

-No cuelgue, porque le puede ir peor. Si usted cuelga quiere decir que no está aceptando el trato y entonces se va a atener a las consecuencias, vamos a mandar a alguien para que los perjudique y nosotros no queremos eso…

-(Colgué el teléfono)

Esta fue mi felicitación de Año Nuevo.

No es la primera vez que tratan de extorsionarme por teléfono. Me han hablado diciendo que tiene a mi hijo al que están golpeando en ese momento; otra vez fue una hija a la que estaban torturando, una vez más decían que tenía secuestrada a una hija y que teníamos que pagar un rescate. No es la primera vez y, ojalá, fuera la última. Independientemente del intento de extorsión, el problema es el daño psicológico que este tipo de agresión brutal ocasiona en la población. La gente tarda -tardamos- un cierto tiempo en convencernos de que colgar el teléfono fue la mejor conducta. Pienso que es lo que hay que hacer en cualquier ocasión de este tipo, sin embargo, eso no quita la angustia, la incertidumbre acerca de lo acertado de nuestra conducta. Mucha gente pasa muchas noches sin poder dormir, tiene que recurrir a medicamentos para calmar la ansiedad, se vuelven paranoides. Hay quien, incluso, se va del país.

Evidentemente es muy difícil controlar este tipo de delincuencia. Sin embargo, los servicios de inteligencia saben que la mayor parte de estas llamadas telefónicas parte de alguna de nuestras cárceles y que se trata de presos que siguen extorsionando a la población, o lo intentan, haciendo, un tanto al azar, miles de llamadas todos los días. Si bien es verdad que es problemático controlar este tipo de llamados telefónicos, es claro que en las cárceles podría existir un control -y, de haber voluntad, podría ser un control total- sobre la posesión o no de teléfonos celulares. También es verdad que son perfectamente rastreables y localizables a las personas que abren este tipo de cuentas bancarias en las que los delincuentes exigen les depositen cierta cantidad de dinero y que sería factible -sin mayores problemas- saber y detener a quienes están involucrados en estos delitos.

Empieza el año de 2014. ¿Va a seguir todo igual?

Hemos escuchado los discursos, las promesas. Pero, ¿seguirán siendo una forma de alimentarnos dándonos el famoso atole con el dedo? ¿Hay alguien -por ejemplo, el Sr. Mondragón Kalb- interesado en cambiar las cosas? Los ciudadanos, que nunca perdemos del todo las esperanzas, esperamos que alguien, un día, cumpla la tarea que se le encomendó y por la que el Estado le paga un sueldo.

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

“La familia michoacana”

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.