Columna invitada

La niñez y los beneficios de la reforma educativa

La niñez y los beneficios de la reforma educativa
Periodismo
Febrero 21, 2018 18:12 hrs.
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Ernesto Millán › guerrerohabla.com

La muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta provocó un cambio trascendental en la historia de nuestro país. Independientemente de las dimensiones reales de su liderazgo, el entonces candidato tenía la misión de ser presidente y seguir adelante con el proceso de liberalización económica, iniciado durante el sexenio del presidente Miguel de la Madrid, y que tuvo continuidad hasta 1994. El magnicidio postergó por 18 años aquello que se sabía que era imprescindible para las aspiraciones de un México competitivo: las reformas estructurales.

Diversos personajes han sostenido que las políticas neoliberales son entreguistas y precursoras de la privatización; sin embargo, la economía de libre mercado en la que incursionamos parecía ser nuestra única alternativa; competíamos o competíamos. Si la Unión Soviética se disolvió en 1991 para dar paso al capitalismo en los países que la integraban e incluso China, siendo comunista, adoptó un sistema de capitalismo de estado, ¿por qué México no lo haría?

Para el 2012, arribó al poder el presidente Enrique Peña Nieto e impulsó con enorme decisión las reformas pendientes, entre ellas la educativa, que desde el inicio de su vigencia hizo evidentes graves problemas. El más álgido tenía que ver con el control que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ejercía en ciertas entidades. Este gremio se destacó por sus constantes paros laborales, en virtud de los cuales recurrentemente dejó a los niños sin clases en Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca. No olvidamos que la educación fue secuestrada por la Coordinadora y utilizada para que los gobiernos atendieran sus exigencias. Lo anterior generó enorme indignación en el país.

La CNTE, además, mostraba un gran poderío económico que le permitía financiar sus megamarchas y plantones. En el 2002 y el 2003, por ejemplo, realizaron movilizaciones que desquiciaron la Ciudad de México, después, se hicieron constantes. En mayo del 2013 se instalaron en el zócalo de la Ciudad de México por cuatro meses, sitio del cual fueron desalojados el 13 de septiembre. Pero para continuar con sus disturbios, se mudaron al Monumento a la Revolución, donde ocuparon la explanada y permanecieron ahí por más de dos años, generando graves daños económicos a los comerciantes de esa zona.

Actualmente, las cosas cambiaron, es incuestionable la eficacia de la reforma educativa, ya que permitió descubrir que cientos de millones de pesos se malversaban para el pago de aviadores y movilizaciones, lo que ya se ha corregido; devolvió el eje rector de la educación al Estado, pero, sobre todo, ha permitido que los niños de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca ya asistan a clases regularmente, esto gracias a un gobierno que decidió ’arremangarse la camisa’ y atender problemas que por 12 años crecieron al amparo de la impunidad y la indiferencia; sin embargo, hay quienes prefieren cerrar los ojos y, peor aún, inducirnos al retroceso.

Estamos de frente al destino. Las decisiones que tomemos determinarán si, aun contra viento y marea, México continúa avanzando o si daremos un ’golpe de timón’ que nos llevaría por un camino de inminentes riesgos y que se anuncian con la alianza AMLO–CNTE, en el contexto de la República amorosa.

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