Opinión

La unificación: historia breve de un pueblo al que gobernó el nativo de un estado vecino del sureste / B

 La unificación: historia breve de un pueblo al que gobernó el nativo de un estado vecino del sureste / B
Periodismo
Abril 20, 2018 21:27 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com

Al final de la colaboración anterior comentábamos acerca del nombramiento de Otto von Bismarck como Ministro Presidente de Prusia quien solamente respondía a la autoridad del rey, Wilhelm I, y presidia el Landtag (el parlamento). Esta acción tendría repercusiones trascendentales EN el futuro del pueblo germano para lograr su unificación como nación. Pero antes de adentrarnos en el análisis de ello, debemos de dar un repaso breve en torno a la figura de Bismarck.
Otto Eduard Leopold von Bismarck era un prusiano nacido en el seno de una familia cuyo padre pertenecía a la aristocracia terrateniente, mientras que su madre era descendiente de miembros de la academia y funcionarios gubernamentales. No obstante que fue ella quien lo indujo por los caminos de la formación profesional, Bismarck siempre sobrepuso el honor de pertenecer a la clase terrateniente sobre el talento intelectual indudable y la perspectiva cosmopolita que poseía, características estas últimas que sustentarían su accionar en la vida pública. A instancias maternas, en 1832, se inscribió para estudiar leyese historia en la Universidad de Göttingen ubicada en el reino de Hanover. Ahí, lejos de abocarse al estudio, prefirió dedicarse a ’socializar.’ Tras de un año ahí, se trasladó a la Universidad de Berlín en donde se tituló. Posteriormente, después de laborar por un tiempo en el servicio público y ’descubrir’ que no estaba llamado a ser un subordinado, nuevamente un asunto relacionado con su madre, el fallecimiento de ella en 1839, marcaría el derrotero que seguiría. El padre atravesaba por problemas financieros relacionados con sus propiedades, lo cual hizo que Bismarck, cual joven Cincinato, dejara la vida pública y fuera a realizar labores en el campo. Ahí permanecería hasta 1847 cuando en el reino de Prusia, por vez primera se instaló un parlamento y Bismarck fue electo como miembro de él.
Ahí, se distinguiría por ser un rabioso enemigo de los liberales, oponerse a la emancipación de los judíos y expresar su desacuerdo con las revoluciones de 1848. Esto lo convertiría en una de las voces más importantes de los conservadores. Estaba convencido firmemente de que lo mejor era tener un estado cristiano la cuya existencia provenía directamente de la aprobación divina. Este acercamiento de Bismarck a la concepción religiosa se da a partir de su matrimonio con Johanna von Puttkamer quien pertenecía a una familia aristocrática y muy religiosa. Estos conceptos sobre la divinidad y el ejercicio del poder derivado de ella, hicieron que el rey y sus asesores voltearan a verlo. Durante los años subsecuentes desempeñaría varios encargos políticos y diplomáticos. Fue representante de Prusia ante la Confederación Germana, y más tarde sería embajador en Rusia y en Francia. Durante el desempeño de dichos cargos, tuvo oportunidad de conocer de cerca a quienes serias sus adversarios en el futuro. En Rusia al príncipe Alexander Mikhailovich Gorchakov; en Francia a Napoleón III; y en una visita a Inglaterra, cuya forma de gobierno nunca aceptó como modelo a seguir por Prusia, se entrevistó con el primer ministro, Henry John Temple, Tercer Vizconde de Palmerston, Lord John Russel, dos veces primer ministro durante el gobierno de la Reina Victoria, y con Benjamin Disraeli quien seria primer ministro durante los 1870s. Con el bagaje descrito habría de enfrentar los años por venir bajo el principio de que: ’La política es el arte de lo posible, la cual presenta una sucesión constante de alternativas. Muy raramente hay una solución única a un problema político especifico.’ Basado en ello, en las negociaciones, siempre dejo abiertas alternativas para llegar a una solución.
No obstante, lo anterior, cuando empezó a ejercer el cargo, trato de lograr un compromiso con el Parlamento, pero estos rechazaron la oferta. Ante esto, la única opción factible fue que el estado realizara sus actividades sin la cooperación del Parlamento. Pero esta seria la primera de las muchas batallas que habría de enfrentar Bismarck en el proceso para llegar a crear la unificación alemana.
En 1863, cuando se suscitaría la revuelta polaca en contra del gobierno de Rusia, los rebeldes recibieron el apoyo de Francia, Gran Bretaña y Austria. Esto proporcionó una oportunidad para que Prusia consolidara sus relaciones con Rusia a quien le proporcionó apoyo, instalando tropas para evitar que los insurrectos se refugiaran en territorio prusiano, al tiempo que autorizaba que el ejército ruso entrara a su territorio para perseguir a los polacos. Asimismo, en 1863, se suscita la Guerra Danesa generada a partir de la disputa por la sucesión en el trono danés en donde la sucesión de los ducados de Schleswig y Holstein fue reclamada por Cristian IX y por un duque danés, Frederick von Augustenburg. Los prusianos apoyaban fuertemente al segundo dado que la mayoría de la población en esas dos entidades eran germanoparlantes. En ese contexto, Bismarck arguyó que esos territorios pertenecían al monarca danés conforme a lo establecido en el Protocolo de Londres firmado en 1852. Sin embargo, cuando Cristian IX se rehusó a ello, Bismarck ordenó al ejercito prusiano, con el apoyo de Austria, avanzar sobre los territorios en disputa. Dado que los daneses no aceptaron entrar en negociaciones, Prusia y Austria declaran la guerra a Dinamarca en febrero de 1864. Al no contar con ningún respaldo, los daneses son derrotados y mediante la Convención de Gastein, en 1865, se decide que Prusia administre Schleswig y Austria lo haga con Holstein. Sin embargo, tanta armonía no duraría mucho tiempo.
En 1866, los austriacos se inconformaron con el arreglo y buscaron que fuera la Confederación Alemana, de la cual tanto ellos como Prusia eran miembros, la que determinara el futuro de los términos en los cuales fue firmada la Convención arriba mencionada. Ante ello, Bismarck encuentra la excusa perfecta para consolidar el poder prusiano y excluirlos de un control futuro sobre territorio alemán. Dado que la perspectiva de Bismarck era convertir a Prusia en el gran dominador de Alemania, inicia una política de aislamiento de Austria ante los grandes poderes europeos. En abril de 1866, se arregla con el reino de Cerdeña para que esta pueda recuperar Venecia que estaba en posesión de Austria. El generar esta confrontación permitiría que los austriacos tuvieran que atender dos frentes de batalla a la vez. A la vez, Bismarck logra convencer a Rusia de que permaneciera neutral en el conflicto. Gran Bretaña opta por permanecer al margen del conflicto. Por su parte, Francia a la vez que acepta apoyar a Prusia para armar una alianza con Italia, Napoleón III acepta la neutralidad a cambio de recibir territorios en la región del Rhine. Sin embargo, al sobrino de su tío le salió lo ’vivo’ y secretamente acordó con Austria que esta le cedería Venecia en caso de una victoria eventual de los austriacos. Mas tarde, se vería que el sobrino era muy bueno para operar dentro de los confines de Paris. Sin embargo, en eso de la política internacional todo le salía mal y aquí no habría quien pagara el precio de sus torpezas como le resultaría en su aventura mexicana, pero esto lo veremos mas tarde. Mientras tanto, en junio de 1866, Bismarck usó como pretexto las acciones que Austria desarrollaba para reorganizar el gobierno de Holstein y, como lo indicamos líneas arriba, los acusó de violar la Convencion de Gastein, ante ello envió tropas a dicho territorio. Y aquí empezaron a verse los resultados de haber realizado reformas al ejercito prusiano años antes. Esta milicia resultó muy superior a la austriaca, además de contar con un liderazgo mucho muy superior. En la llamada Guerra de las Siete Semanas, las fuerzas de Bismarck lograron incorporar a Prusia los poblados de Schleswig, Holstein, Hanover, Nassau y otros territorios. En igual forma, logró que los estados del centro y norte de Alemania se convirtieran en integrantes de la Confederación Germana del Norte bajo ciertos arreglos en la Constitución. Los estados de la región sur si bien permanecieron hasta cierto punto independientes, firmaron tratados con Prusia bajo los cuales sus ejércitos, al amparo del liderazgo prusiano, responderían en caso de un ataque foráneo. En el caso de los gobernantes de Hanover y Hesse-Cassel que mostraron resistencia a aceptar los términos impuestos por Prusia, fueron echados y despojados de sus territorios. Al amparo de la Paz de Praga, la Confederación Germana fue disuelta, Prusia se comprometió a no intervenir en asuntos de Alemania. Ante esto, la oposición interna a Bismarck empezó a desvanecerse.
Lo alcanzado hizo que los liberales se rindieran ante el sentimiento nacionalista prevaleciera tanto en Prusia como en las regiones norte y central de Alemania. Quienes antes eran opositores a Bismarck no tuvieron otra opción sino sumarse a la mayoría conservadora que ahora controlabas el Congreso y aprobar la Ley de Indemnización y aceptar los arreglos presupuestarios de Bismarck, que, si bien pudieran resultar cuestionables desde el punto de vista constitucional de los cuatro años anteriores, de no hacerlo hubieran enfrentado las consecuencias de oponerse a un líder victorioso cuyo poder iba en ascenso. Sin embargo, había una cuenta por saldar con aquel quien jugó a dos cartas durante la Guerra de las Siete Semanas.
En sus sueños de grandeza, Napoleón III buscó convertirse en el gran mediador entre Austria y Prusia. Al mismo tiempo, como si fuese desconocido su arreglo ’secreto’ con la primera, demandó a Bismarck que le cumpliera el ofrecimiento de las tierras de Rhineland y en Bélgica. La respuesta fue en negativa. Temeroso de una alianza posible entre Rusia y Francia, Bismarck buscó la forma en que Francia apareciera como demandante de territorios en Luxemburgo y Bélgica. Sabedor de que en el sur de Alemania (Bavaria, Württemberg, Baden y el sur de Hesse) se mantenía latente el descontento hacia él, Bismarck jugó la carta del sentimiento patriótico que anteponía las raíces germanas a la posibilidad de que Francia fuera a alzarse en contra de ellos y eso los obligaba a participar como aliados de Prusia liderando la Confederación Germana del Norte en contra del imperio francés.
En 1870, Napoleón III aun creía que influencia le alcanzaba para jugar en las ligas mayores, la realidad le mostraría cuál era su condición real. Sin embargo, antes de llegar ahí, mostraría su condición delirante. Cuando al príncipe alemán, Leopold de Hohenzollern-Sigmaringen le ofrecen el trono de España, Francia demanda que no acepte su candidatura. Afiebrado, Napoleón III exige al rey Wilhelm que, como jefe de la Casa de Hohenzollern, ningún miembro de esa dinastía aceptara nunca la corona española. Si bien los germanos aceptan olvidarse de aventuras hispanas, Napoleón III extraviado demandó que, el rey de Prusia, le enviara una carta pidiendo perdón por simplemente considerar esa posibilidad. Para ello, envió al embajador francés ante Prusia, Vincent, Count Benedetti para que exigiera al rey actuar en consecuencia. Esto se convirtió en la pieza que faltaba para armar el rompecabezas que pedazo a pedazo había venido construyendo Bismarck. Cuando recibió el llamado ’Despacho Ems’ mismo que le remitió el rey narrando su entrevista con el diplomático galo, el ministro presidente prusiano lo editó y dio a conocer a la opinión pública inflamando el fervor patriótico en ambos bandos.
Bismarck demostró cuan superior era su olfato político, del militar ni hablamos, al que poseía el sobrino de su tío. Estaba convencido de que ninguna nación apoyaría a Francia pues si esta salía victoriosa de una confrontación con Prusia, se volvería inmanejable. Aun cuando el pronóstico de Bismarck resultó acertado, Napoleón III, movido por la presión de sus paisanos quienes clamaban revancha por la burla, movilizó el ejercito el 19 de julio de 1870. Esto fue visto por los estados germanos como una agresión y decidieron aliarse con Prusia. Dada la superioridad militar prusiana, las huestes galas fueron derrotadas y más tarde Napoleón III seria tomado como prisionero dejándolo en calidad de elemento de repuesto por si Prusia requerida colocar un títere para gobernar Francia, como no lo necesitó lo envió como exiliado a Inglaterra en donde fallecería en 1873. Tras de un sitio de cuatro meses, el 28 de enero de 1871, Paris fue tomada por las fuerzas prusianas.
Para entonces, Bismarck había negociado con los representantes de los estados germanos del sur, suprimido la Confederación del Norte de Alemania y dado pie a la unificación de Alemania. El 18 de enero de 1871, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, Wilhelm I de Prusia era proclamado como emperador germánico. El imperio alemán era una federación de 25 estados en donde había reinos, ducados, (chicos y grandes), principados y ciudades libres. Si bien el emperador era igual entre sus pares, era el primero entre los iguales. Presidia el Bundesrat el cual se reunía para discutir la política presentada por el canciller, a quien el emperador nombró recayendo la designación en Bismarck a quien se le otorgaría el título de príncipe desde donde habría de liderar el Segundo Imperio Germánico entre 1871 y 1890. Sobre ello comentaremos en la colaboración siguiente. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) De pena ajena, y esto no tiene nada que ver con asuntos de género, la actuación de las ciudadanas aspirantes a gobernar la Ciudad de México. Ellas, se dicen de izquierda y arguyen contar con el respaldo mayoritario. Sin embargo, nos surge una pregunta ¿Se deberá esto a lo que escribe el periodista Rafael Cardona acerca de que ’El gobierno [¿de la izquierda?] soborna a los ciudadanos más pobres, más ignorantes, más semiurbanos (no importa si la leche ’Bety’ está contaminada con mierda. De todos modos, se la beben porque es regalada), a cambio de la tolerancia ante cualquier desmán.’?
Añadido (2) ¿Cómo cuantos votos más pensaran ganar los impulsores de la extinción del fuero? Desde nuestra perspectiva, cero.
Añadido (3) Toda una imagen poética, uno delante y otro atrás. Los dos peores ciudadanos que ha (des)gobernaron el Distrito Federal como ejemplo de que el filósofo tunero, Gonzalo N. Santos tenía razón, ’la moral es un árbol que da moras.’
Añadido (4) Dicen que se reunían mas personas alrededor de uno de aquellos vivales que clamaban ’¿Dónde está la bolita, donde esta la bolita…?’ que en un mitin presidido por la ciudadana del rebozo.
Añadido (5) Mientras que, a un chofer habilitado de gran negociante, lo exhiben como un truhan, el beneficiado del negocio encabeza la cruzada contra la corrupción y se dice salvador de la patria.
Añadido (6) ¿Veremos mañana un debate de ideas o simplemente otra lucha entre cinco lanzándose lodo y porquerías? Si versara sobre ideas, los seres pensantes, como usted lector amable, saben perfectamente quien no es capaz de hilar dos oraciones.

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