Opinión

La actitud que un estadista mexicano adoptó ante las resistencias al cambio

La actitud que un estadista mexicano adoptó ante las resistencias al cambio
Periodismo
Enero 13, 2017 19:30 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


En los tiempos que vivimos todos los actores de la vida pública mexicana pareciera que compiten para demostrar lo sorprendidos que están ante lo que parece será una relación tensa con el presidente futuro de los EUA. ¿Pero porque habríamos de sorprendernos? Indebidamente nuestro gobierno fue a meter su cuchara en un asunto que no era de su competencia y anduvo promocionando el voto a favor de la candidata demócrata. ¿Esperaban acaso que el candidato triunfante fuera a responderles con cortesías? Hoy, carentes de una política exterior, todo se apuesta a una supuesta relación de cercanía, desconocemos a que grado será, con un tercero. Pero esto de las fricciones entre nuestro gobierno y los vecinos del norte no es nada nuevo, así hemos vivido, y sobrevivido, a lo largo de nuestros días, meses y años como país independiente. Como han sido resueltas esas desavenencias ha dependido en mucho de la actitud de quien ha estado al frente del ejecutivo mexicano. Dado que lo nuestro es la historia con un interés particular, primero, en el nacimiento de México como nación con el estadista Benito Pablo Juárez García y después en la construcción del estado mexicano moderno edificado por el segundo, y último, estadista que hemos tenido, Plutarco Elías Calles. En ese contexto, nos dimos una vuelta a lo acontecido allá por el otoño de 1926, cuando dos de los grandes poderes políticos del mundo, el gobierno de los EUA y la alta jerarquía de la iglesia católica, hacían todo lo posible por descarrilar el proyecto de nación que emergía entonces.
En esta ocasión comentaremos como a consecuencia de las acciones del segundo peor embajador, el primero recordémoslo es el execrable Henry Lane Wilson, que nos han enviado los estadounidenses, James Rockwell Sheffield, la relación se tensó. Ante ello, el estadista Elías Calles respondió como debe de hacerse en esos casos sin titubear y convencido de que el proyecto de nación que estaba en proceso de implantación era el correcto para el futuro del país. Para ilustrar este capítulo de nuestra historia, recurriremos a un par de artículos originados en torno al estadista mexicano. Uno versa sobre lo expuesto en un artículo publicado, en octubre de 1926, bajo su firma en la revista ’Foreign Affairs.’ Otro, acerca de lo que el estadista Elías Calles respondió, a inicios de diciembre de 1926, en el diario Excélsior.
En ese caso, se trató de la réplica a los ataques que el secretario de estado, Frank Billings Kellogg emitía hacia el gobierno mexicano calificándolo de bolchevique. Esas embestidas eran originadas por los reportes manipulados que le enviaba Sheffield a quien un par de pájaros de cuenta tripulaban y le vendían información falsa como si fuese autentica. Aunado a ello agregaremos que la relación de Sheffield con los funcionarios mexicanos era casi nula. Su principal fuente de información, sobre lo que realizaba el gobierno mexicano, provenía de lo publicado en la prensa diaria la cual era, y será siempre, muy útil para conocer ciertas cosas, pero no para en función de lo que ahí aparezca delinear las acciones diplomáticas de ningún país.
En ese contexto, Sheffield había reportado que la representación del gobierno soviético en México realizaba una actividad inusual y el número de personas que ahí laboraban no correspondía a las casi inexistentes relaciones entre ambas naciones. Asimismo, se argüía la preocupación prevaleciente en círculos estadounidenses porque un antiguo representante ruso en nuestro país, a quien identificaban como M. Petkosky, desarrollaba actividad política intensa la cual llegaba hasta Nicaragua, utilizando a México como su centro de operaciones para preparar el ataque a los EUA y diseminar la doctrina bolchevique en el continente. En ello iba preparar un ataque en contra del Canal de Panamá y sabotear el proyecto futuro de un canal en Nicaragua. Ahí no paraba todo, la ’cilindreada’ que le daban a Sheffield sus informantes alcanzaba para mencionar que varios radicales izquierdistas estadounidenses eran pagados por el gobierno de México. Por ello, decían los estadounidenses, el secretario Kellogg está muy molesto con el gobierno mexicano. Además, para calentar más las relaciones, ya se anunciaba el arribo próximo de la embajadora soviética en México a quien ellos identificaban como madame Kollantai, el nombre correcto era Aleksandra Mijáilovna Kollontái, para quien aseguraban al arribar a Veracruz habrían de organizar un desfile y un banquete. Ante esta ’información confidencial’ que Sheffield manejaba, y compartía, la prensa mexicana quiso salir de dudas. Por esto, un reportero de Excélsior quiso conocer de primera mano, en voz del estadista mexicano, lo que opinaba sobre todas aquellas imputaciones que lo presentaban enfundado en un traje rojo purpura al tiempo que blandía la hoz y el martillo.
Para iniciar, Elías Calles respondió que aquellas acusaciones eran simplemente propaganda y que si no fueran difamatorias serian ridículas. Enfatizó que nadie en sus cabales podría dar cabida en su mente al hecho de que México, un país en proceso de construcción, sin un ejército organizado para ir en busca de conquistas territoriales y sin una armada, planeara atacar el Canal de Panamá o los sistemas de defensa de otras naciones. ’¿Es lógico pensar que nosotros quienes tratamos de poner nuestra casa en orden, vayamos a convertirnos en apóstoles de doctrinas exóticas?’ Afirmaba que el problema de México no es de ningún otro país, mi gobierno desea ejecutar sus acciones por sí mismo en función de los asuntos que aquí lo demanden y no supeditado a teorías foráneas. Por lo tanto, los problemas políticos de Rusia nos son tan extraños como los de los EUA. En igual forma, apuntaba el estadista que México mantenía relaciones con Rusia, al igual que lo hacen muchos otros países de Europa, basadas en asuntos meramente comerciales. Sin embargo, la premisa fundamental de la relación con esa nación era sustentada en el respeto a las diferencias de opinión respecto a su ideología política. Acto seguido procedía a delinear los grandes objetivos de su programa de gobierno el cual, afirmaba, era profundamente cristiano, pero que sus enemigos los calificaban de bolchevique con fines propagandísticos. Afirmaba que si en lugar de hacer eso, continuara con un programa similar al que había prevalecido durante los años del porfirismo, y pagando notas laudatorias en la prensa, obtendría el título de pacificador del país y reconstructor de la nación. Dejaba, al paso del tiempo, el juicio final que respecto a su programa y actuación habría de emitirse. En lo concerniente al programa en cuestión, vayamos a lo publicado en ’Foreign Affairs.
En octubre de 1926, fue publicado el artículo titulado ’The Policies of Mexico Today’ (Las Políticas de México Hoy). En dicha pieza, Elias Calles explicaba en qué consistían las acciones que el gobierno, encabezado por él, realizaba para construir lo que habría de ser el estado mexicano moderno, el cual debemos de recordar fue lo que dio pie a un sinnúmero de beneficios que, a pesar de todos los errores cometidos, impactarían positivamente sobre la mayoría de la población. Esto lo afirmamos a riesgo de que, como siempre, no faltara quien nos tache de falsarios no obstante que ellos mismos jamás hubieran logrado muchas de las cosas que hoy disfrutan de no haberse implantado con éxito dicho programa.
Para explicar porque tanta reticencia, proveniente del extranjero, a la instauración de un nuevo orden en México, Elías Calles exponía que solamente un tercio de la riqueza nacional estaba en manos de mexicanos. Entre los poseedores principales de dicha riqueza sobresalía la institución llamada iglesia católica que, decimos nosotros en medio de artimañas y triquiñuelas con prestanombres, poseía el 60 por ciento, lo cual explica porque ayer, al igual que hoy, se oponían a cualquier cambio que atentara contra sus bienes abundantes. Asimismo, apuntaba que lo más fácil para su administración hubiera sido atender los problemas inmediatos, mejorar las condiciones domésticas, lograr estabilidad financiera con el exterior y consolidar en lo domestico su poder militar y político. Sin embargo, se optó por emprender un programa de reformas que contenían un alto grado de sentido nacionalista y social, las cuales en el futuro habrían de ser la fuente de la paz social, progreso colectivo y generadoras de riqueza pública. Esto implicaba adoptar métodos y sistemas que permitieran generar riqueza a partir de los recursos domésticos y defender los derechos de la nación. Esto había sido, y es, practica común de todas las naciones para preservar su independencia política y económica, lo cual les permitiría consolidar su prosperidad económica y alcanzar un desarrollo total.
Lo anterior, apuntaba el estadista mexicano, no está inspirado en el odio hacia el extranjero. El gobierno nunca ha rechazado aceptar los beneficios que se derivan de la cooperación internacional como un apoyo al proceso de desarrollo. Asimismo, no estima que el establecimiento de leyes que fomentan la soberanía deba de considerarse contrarias para aceptar la participación de extranjeros en el proceso de construcción de la nación nueva. Simplemente que dicha participación habrá de hacerse conforme a los intereses nacionales. El objetivo es simple, que los inversionistas extranjeros actúen en el marco de las leyes mexicanas con el objetivo de actuar como coadyuvantes al desarrollo y crecimiento de nuestro país y, diríamos nosotros, no como simples agentes saqueadores que únicamente dejan salarios paupérrimos. Tras de esto, pasaba a los asuntos monetarios y financieros.
La preocupación fundamental era lograr una reorganización del sector gubernamental para resolver el problema primario: el balance presupuestario. Ello permitió reanudar el pago del servicio de la deuda externa, cumplir con las obligaciones domésticas, implantar las medidas requeridas para desarrollar la educación, la agricultura y la industria, así como resolver el problema de la circulación monetaria. Como resultado, de la reorganización administrativa y la rehabilitación financiera fue posible, al final del primer año de gobierno, ahorrar 70 millones de pesos y con esa cantidad fundar el Banco de México y más tarde el Banco Nacional de Créditos Agrícolas. A la par de estas medidas, el gobierno de Elías Calles estaba preocupado por convertir al campo mexicano en generador de riqueza. Para ello planteaba el establecimiento de sistemas de irrigación, la construcción de una red carretera y de caminos y promover intensamente la educación agrícola. Si bien como primer paso se buscaba proveer de tierras bajo la forma de tenencia de la tierra en ejidos, a la par logró que el Congreso aprobara la forma de posesión bajo la modalidad de pequeña propiedad. Estaba cierto de que el colectivismo no era la ruta correcta adecuada para generar el cambio que requería el campo mexicano, el tiempo le daría la razón ampliamente por más que los panegiristas de quien convirtió al campo en un ente generador de votos anden por ahí inventando historias fantásticas para justificar fracasos. Para concluir su artículo, el estadista Elías Calles abordó lo concerniente a las resistencias que algunos envolvían en ropajes celestiales.
Para él, en México no había un problema religioso. Por parte del gobierno mexicano no se daba persecución ninguna en contra de credo religioso alguno u oposición al dogma o la práctica de cualquier religión. Es cierto que la Constitución Mexicana contiene enunciados que el clero mexicano considera incompatibles con su intervención constante e ilegítima en asuntos de orden político y de estado o con su poderío económico el cual usa como medio de influencia espiritual y el principal factor de dominación en asuntos materiales. Aquí les dejaba muy claro que mientras no acudieran a las instancias legislativas que les autorizaran cambios en la Constitución, la única alternativa que tenían era cumplir con la ley establecida. Hasta ahí llegaba la pieza en ’Foreign Affairs.’
Con lo descrito evocamos la forma en que, durante la segunda mitad de la década de los 1920s, estaba en proceso de creación el estado mexicano moderno. Las resistencias a que se implantara fueron muchísimas, más de las que normalmente nos mencionan ampliamente los libros de historia. Para vencer las de nuestros vecinos al norte fue necesario convencerlos de que se llevaran al inepto que tenían como embajador y nos enviaran al mejor que hemos tenido a lo largo de la historia. A la resistencia de la curia católica fue necesario enfrentarla en una lucha estúpida que costó la vida de más de cien mil mexicanos y la forma en que se solucionó funcionó hasta el día en que se les ocurrió volverles a abrir la puerta a estos, quienes envueltos en ropajes supuestamente celestiales, no pueden esconder sus apetitos de poder político y económico. En el mismo entorno del grupo gobernante hubo quien bajo una piel de oveja vino a retrasar el reloj de la historia y optó por fomentar la propiedad de la tierra bajo formas que prevalecieron en la época prehispánica dejando de lado la propuesta de que a la tierra hay que arrimarle tecnología e irrigación en dimensiones adecuadas para que sea rentable desde el punto de vista económico y no de votos. Sin embargo, a pesar de todo ello, el estado mexicano moderno fue exitoso y logro en términos generales traer beneficios para el país y su población. Y si usted, lector amable, se pregunta cuál fue el secreto, le diremos que quien encabezó el cambio tenia rumbo y sentido de hacia dónde iba y que quería. No anduvo titubeando ante las críticas o los embates de los opositores. Nada de andarse moviendo en la dirección del viento para que no se molestaran lo opositores. El camino estaba delineado y, aun cuando somos pocos quienes abiertamente reconocemos la grandeza del estadista Plutarco Elías Calles, los resultados de su obra nadie puede negarlos. Mucho bien les haría a quienes acostumbran soltar por aquí o por allá el calificativo de estadista efectuar una revisión a la historia dura de la década de los 1920s, algo que también deberían imitar quienes ambicionen, o pretendan abrogarse liderazgos que en sus fantasías y la de quienes los rodean les otorga en automático el calificativo de estadista. Recordemos, de este calibre solamente hemos tenido dos y el último dejó el cargo presidencial hace cerca de noventa años. vimarisch53@hotmail.conm
Añadido (1) Al parecer en el Senado de México la escasez de vergüenza es abundante. En el pasado reciente, cuando eran matraqueros de la candidata demócrata, nos proveyeron con un par de perlas. Una, las cuatro senadoras, incluida la coahuilense, con sus camisetitas. Otra, aquel promocional del guacamole. Y como no hay segunda sin tercera, ahora se promueven como defensores de los paisanos en los EUA. Son de dar pena ajena. ¿Por qué, en lugar de tirar dinero en publicidad inútil, mejor coadyuvan a instrumentar acciones reales y demandan, tanto al gobierno como a los hombres de negocios, que aquí se creen las condiciones para que no tengan que largarse?
Añadido (2) El 22 de abril de 1992, en Los Pinos, Jacques Cousteau declaró que en sus viajes múltiples por el Golfo de California no había observado vaquitas marinas y en el evento nadie fue capaz de mostrar una fotografía reciente, entonces, de dicha especie. Han pasado casi 25 años y hoy nos salen con que la especie está en peligro de extinción y requieren quien sabe cuántos millones para salvarla. No hay duda, el verde es el color que alivia los male$ de los ecologistas$.
Añadido (3) ¿Por qué será que hay ciertos establecimientos a los cuales los vándalos protestantes del gasolinazo, ni siquiera se acercan? ¿Será porque son muy respetuosos de las manifestaciones folclóricas?
Añadido (4) ¿A cuenta de que el Banco de México sigue utilizando fondos de la reserva para disque detener la devaluación del peso? Eso ya huele a negocio para favorecer especuladores o ¿Alguien más estará en el ’business’ beneficiándose con cada inyección?
Añadido (5) Como simple dato histórico, recordemos que el nacimiento de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), se dio el 22 de septiembre de 1929 como una de las respuestas de aquellos que se oponían al nacimiento del estado mexicano moderno. Para acordarse hoy que nos la quieren presentar como defensora del pueblo.
Añadido (6) El procurador del consumidor dice primero que vivimos en una economía de libre mercado. Inmediatamente después, cita al secretario de economía quien afirma que los precios no deben de aumentar más del uno por ciento. ¿Alguien les habrá dicho lo que significa libre mercado y las condicionantes requeridas para que este opere?

Ver nota completa...

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.

La actitud que un estadista mexicano adoptó ante las resistencias al cambio

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.