Rodolfo Villarreal Ríos

La carta pastoral que pocos han leído

La carta pastoral que pocos  han leído
Periodismo
Julio 24, 2015 22:08 hrs.
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A lo largo de la historia de nuestro país, muchos son los mitos creados en torno a las relaciones estado-iglesia. Uno de ellos es el vendido por quienes, usando la victimización como arma, han escrito acerca de lo sucedido a finales de julio de 1926. Entonces, apuntan los sesgados, el gobierno mexicano ordenó el cierre de los templos y la suspensión de los servicios religiosos. Esa es una falacia destinada a los crédulos poco afectos a consultar documentos originales, algo de lo cual se aprovechan los distorsionares de la historia quienes creen que así han de ganar indulgencias celestiales ante el Gran Arquitecto. Para sustentar nuestra aseveración recurriremos al texto de la Carta Pastoral publicada el 25 de julio de 1926 y los acontecimientos acaecidos unos días antes.
El 3 de julio del año referido, la jerarquía católica abrió “fuego sagrado” en contra del gobierno mexicano. En un discurso dirigido a los estudiantes de la Escuela Latinoamericana Pía, el ciudadano Ambrogio Damiano Achille Ratti, el Papa Pío XI, condenó las políticas implantadas por los dirigentes de nuestro país. Al día siguiente, la oficina de asuntos externos del Vaticano envió una carta a todos los diplomáticos de las naciones que le reconocían personalidad jurídica, así como a cada uno de los integrantes de la iglesia católica en el mundo, en la cual condenaban y denunciaban como enemigo de la religión católica al estadista mexicano, Plutarco Elías Calles.
Como respuesta el gobernante mexicano emitió reformas al Código Penal. Se señalaban penas a quienes desobedecieran las reglas establecidas en materia religiosa y acerca de cuál debería de ser el comportamiento de los sacerdotes como ciudadanos. Estas regulaciones fueron publicadas, por pura coincidencia, en una fecha con aromas revolucionarios franceses, el 14 de julio de 1926. Era obligatorio que cada ministro de culto fuera a registrarse en las oficinas del gobierno de la municipalidad más cercana a la cual residía. Ello entraría en efecto a partir del primero de agosto de ese año. Enfurecida por tal medida, la jerarquía católica mexicana, y los miembros de la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa en México, llamaron a la población para que boicoteara el consumo de bienes. Por cierto, en estos días ha aparecido un llamado similar con reminiscencias mieleras del sureste, convocando a un boicot nacional para este 14 de octubre. Simplemente un apunte por la coincidencia, vaya usted a saber a qué intereses ocultos responden los de ahora. Los de entonces esperaban el apoyo de Roma, pero el Papa no aprobó el plan y en su lugar recomendó oraciones en público y buscar nuevas formas para solucionar el problema. A la vez, designó el 1 de Agosto como el día para que, en todo el mundo, se elevaran oraciones pidiendo por la conclusión de la “persecución” que el gobierno mexicano llevaba en contra de los católicos. Sin embargo, el doble juego de siempre estaba presente.

El 25 de julio de 1926, hace exactamente ochenta y nueve años, ocho arzobispos y veintinueve obispos mexicanos firmaban, previa aprobación papal, una Carta Pastoral. Tras de invocar la preocupación de Pío XI por la situación prevaleciente en México, procedieron a recordar que desde 1917, Giacomo Paolo Giovanni Battista della Chiesa, el Papa Benedicto XV, se había opuesto a la Constitución Mexicana, algo que había sido ratificado por Pío XI en su Carta Apostólica del 2 de Febrero de 1926. A continuación procedieron a señalar que ahora se “…vulnera[n] los derechos divinos (sic) de la Iglesia, encomendados a nuestra custodia; es tan contraria al derecho natural, que no sólo asienta como base primordial de la civilización la libertad religiosa, sino que positivamente prescribe la obligación individual y social de dar culto a Dios; es tan opuesta según la opinión de eminentes jurisconsultos católicos y no católicos, al derecho constitucional mexicano, que ante semejante violación de valores morales tan sagrados, no cabe ya de nuestra parte condescendencia ninguna. Sería para nosotros un crimen tolerar tal situación: y no quisiéramos que en el tribunal de Dios nos viniese a la memoria aquel tardío lamento del Profeta: ‘Vae mihi, quia tacui.’ ‘Ay de mí, porque callé.’” Pero ya en plena carrera no paraban e insistían en que eran los emisarios directos del Gran Arquitecto, al tiempo que abrogaban ser poseedores de derechos divinos mientras hacían diversas preguntas.

“¿Quién no ve que convertir actos prescritos o aconsejados por Dios y por tanto, santísimos, actos amparados por todas las legislaciones de los pueblos cultos, actos que durante siglos han sido el alma y la vida de la Nación mexicana...? ¿Quién no ve, decimos, que convertir tales actos en delitos, dignos de pena, por cierto más rigurosos que las impuestas a los crímenes contra la moral en general, contra la vida, contra la propiedad y demás derechos de los ciudadanos; es un agravio verdaderamente inaudito que el último Decreto del Ejecutivo infiere a los derechos divinos,(sic) al derecho natural y a los intereses más caros y sagrados de la nacionalidad mexicana?” Y como sabían que del gobierno mexicano no iba a salir quien para complacerlos, procedieron en consecuencia.

“En la imposibilidad de continuar ejerciendo el Ministerio Sagrado según las condiciones impuestas por el Decreto citado, después de haber consultado a Nuestro Santísimo Padre, Su Santidad Pío XI, y obtenida su aprobación, ordenamos que, desde el día 31 de julio del presente año, hasta que dispongamos otra cosa, se suspenda en todos los templos de la República, el culto público que exija la intervención del sacerdote.” [Las negritas son nuestras] Eso sí, después se encargaron de propagar, y hacer creer a los crédulos poco cuidadosos, que el cierre de templos fue obra del “diabólico” estadista Elías Calles. Lo que sí efectuaron las autoridades mexicanas fue tomar el control de los edificios destinados al culto religioso, ya que estos eran propiedad de la nación, pero nunca los cerraron o prohibieron que los mismos católicos acudieran a ellos cuando quisieran. Sin embargo, tras asestar el golpe, los prelados mexicanos trataron de suavizarlo.
El 30 de julio, el obispo Pascual Díaz y Barreto escribió una carta al presidente de la Junta de Asistencia Privada, Eduardo Mestre Ghigliazza, solicitándole que intercediera ante el presidente mexicano y le solicitara una audiencia para los religiosos quienes le reiterarían que no eran enemigos del gobierno, aun, cuando decimos nosotros, no perdieran oportunidad para lanzarle mandarriazos y calificarlo de una partida de herejes. Ellos, aclaraban, simplemente estaban en desacuerdo con las disposiciones, pero en el marco de la ley. Obviamente hacían de lado las amenazas de excomunión con las que aderezaron la Carta Pastoral y que a le letra decían: “Es evidente que ni vuestra posición social, ni mandatos recibidos ni intereses algunos, excusarían de grave crimen ante Dios y ante los hombres, el que los católicos cooperaran a los males gravísimos que trae consigo la aplicación de las leyes anticatólicas. Y con mucha mayor razón se debe huir el vergonzoso calificativo de traidor a su religión y esquivar las graves penas canónicas en las que incurriría quien amparado con la llamada acción popular, se atrevería a denunciar a las personas o a los bienes sagrados.” Y esto último es lo que más les preocupaba tener a buen resguardo.” Así sucede en nuestros días, se les olvida reportar unos centavitos que se encontraron por allí extraviados, mil millones de euros. Morralla vil. No olvidemos que se trata de una institución carente de recursos. Prueba de ello, ¿No ha visto usted en los cruceros de la ciudad de México a religiosas vendiendo bolsas de galletitas? ¿Qué más muestra de las penurias de dicha institución? Pero volvamos al pretérito.
Dado que el presidente mexicano aceptó recibirlos el 21 de agosto, previamente el 16, el arzobispo José María Mora y del Río y el obispo Díaz y Barreto, le enviaron una carta justificando sus acciones, las cuales decían eran producto de la imposibilidad de ejercer su ministerio bajo las leyes prevalecientes. Apelaban a lo que en lenguaje vulgar se llama “hacerse de la vista gorda,” y no llevar a la práctica las disposiciones legales. Vaya con los guardianes de la legalidad y la decencia, solicitando violaciones siempre y cuando fueran a su favor, por supuesto. Asimismo, argüían que para ejercer su misión era necesario contar con libertades tales como la de conciencia, pensamiento, oración, instrucción, asociación y de prensa. En igual forma demandaban, se les reconociera su personalidad jurídica. Ello era una muestra del doble estándar bajo el cual operaban ¿operan? los miembros de la iglesia católica. Se les olvidaba, y hasta donde sabemos aún en nuestros días no lo han repudiado, el contenido de un par de encíclicas papales. Una, Mirari Vos sobre el Liberalismo y el Indiferentismo Religioso emitida el 15 de agosto de 1832 por Bartolomeo Alberto Cappellari, el Papa Gregorio XVI, en la cual prohibía la libertad de libre pensamiento. Otra, Pascendi Dominici Gregis sobre la Doctrina de los Modernistas, escrita, en 1907, por Pío X, Giuseppe Melchiorre Sarto. Esta aprobaba la censura de escritos que disintieran con los puntos de vista de la iglesia. Bajo esas premisas fueron los prelados Mora y Díaz a demandarle al estadista Elías Calles que todo volviera a la simulación. Dado que la respuesta no fue la esperada salieron de ahí tramando la revuelta que costó la pérdida inútil de las vidas de casi cien mil mexicanos. Eso sí, clamando que el gobierno de nuestro país había ordenado el cierre de templos, una conseja que aun hasta nuestros días creen quienes no gustan de revisar los documentos originales. Por ello, debemos de ser cautos, aun cuando hoy la piel de la oveja cubra su accionar. La historia siempre provee con lecciones como las que se derivan de la Carta Pastoral del 25 de julio de 1926. vimarisch53@hotmail.com

Añadido: Al observar la fotografía del dirigente nacional del PRI teniendo como fondo la imagen del Hijo del Santo, nos preguntamos: ¿Por qué no aprovechan la reunión de este sábado y tomados de las manos invocan el espíritu del Enmascarado de Plata original? Después de todo, recordemos que aquel hidalguense sí era muy efectivo para combatir malandrines, momias, marcianos, mujeres vampiro, zombis, hombres monstruos, científicos diabólicos, ladrones de tesoros arqueológicos o practicantes de la magia negra. Y como, desde hace más de treinta años que se fue, el país se quedó sin héroes y la economía ha crecido en promedio apenas 2.4 por ciento anual, pues tal vez en una de esas los tricolores encuentren el secreto para retornar a los tiempos idos. RVR

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