Y Obregón, el mejor militar mexicano: Felipe Ávila, historiador

La División del Norte, el ejército popular más poderoso de América latina

La División del Norte, el ejército popular más poderoso de América latina
Biografías
Diciembre 19, 2016 22:39 hrs.
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Norma L. Vázquez Alanís › diarioalmomento.com

(Segunda y última parte)

Una vez electo presidente constitucional, Francisco I. Madero hubo de enfrentar cuatro rebeliones, dos provenientes del ejército porfirista, las de Félix Díaz y Bernardo Reyes, ambas fracasadas, y dos más surgidas de sus propias filas, las de Emiliano Zapata y Pascual Orozco.
Precisamente para combatir el alzamiento de Orozco, que buscaba acelerar el cumplimiento de las reformas sociales ofrecidas por Madero, fue que Villa regresó a las armas para defender al caudillo que admiraba, para salvar su gobierno y se puso a las órdenes de Victoriano Huerta, colaboró en las batallas de El rellano y las que en Chihuahua derrotaron a la rebelión orozquista.
Así lo planteó el doctor en Historia Felipe Ávila en su conferencia ‘Villa, más allá del mito’, que dictó dentro del ciclo ‘Nuevas interpretaciones de la historia nacional’, organizado por el Centro de Estudios de Historia de México Carso (CEHM).
Sin embargo, -continuó- tuvo problemas con Huerta, quien veía con desconfianza a un líder revolucionario como Villa, lo consideraba como rival, le tenía envidia y coraje, de manera que decidió apresarlo, le hizo un juicio militar y lo iba a fusilar, pero cuando estaba prácticamente por ser ejecutado, llegó la orden de Madero a Huerta para que suspendiera la ejecución. Villa nunca olvidaría este gesto de Madero.
Pero si bien Huerta no mató a Villa, sí lo mantuvo preso y lo trasladó a la penitenciaría de Tlatelolco, donde permaneció encarcelado la mayor parte de 1912; ahí nació otra parte de la leyenda de Villa, quien al parecer no sabía leer ni escribir pues nunca había ido a la escuela, cuando en esa cárcel conoció al zapatista Gildardo Magaña, un intelectual michoacano que lo alfabetizó.
Pocos días antes de que estallara la Decena Trágica, Villa logró fugarse de la prisión militar de Tlatelolco y huyó hacia Estados Unidos; estando allá ocurrió el golpe militar de Huerta con el derrocamiento y asesinato de Madero, y cuando Villa se enteró de la muerte de su protector, decidió vengarlo y regresó a territorio nacional, entró por Chihuahua y en unas cuantas semanas levantó un ejército de miles de hombres para combatir al asesino de Madero.
Así, el 29 de septiembre de 1913 nació la División del Norte, con Villa como su comandante supremo, luego de que en el Cerro de la Loma se llevó a cabo una reunión de los jefes revolucionarios que lucharían contra Huerta en Chihuahua y Durango; decidieron formar un solo ejército y nombrar un jefe que mandara a todos y de manera democrática estos jefes votaron entre ellos a favor de Villa.
A partir de entonces comenzó la más brillante carrera militar en la vida de Villa, la División del Norte se convirtió en una poderosa maquinaria de guerra; tomó Torreón, La Laguna, Monterrey y acabó con una columna completa del ejército federal en la famosa batalla de Zacatecas del 23 de junio de 1914.
Consideró el historiador, que no es una exageración decir que, en la historia de los ejércitos de América Latina en el siglo XX, la División del Norte de Villa fue el ejército popular más poderoso.
Ruptura entre Carranza y Villa

La toma de Zacatecas se hizo contra la decisión de Venustiano Carranza, quien había empezado a tener serias dificultades con Villa porque cuando éste había sido gobernador de Chihuahua, expropió a los hacendados sus bienes para ponerlos al servicio de la revolución y de las clases populares, lo cual representaba un proyecto social distinto al suyo.
Explicó el conferenciante que la División del Norte de Villa fue la que más contribuyó al derrocamiento del ejército de Huerta, por ello Carranza veía con recelo a Villa, a quien juzgaba como un jefe demasiado independiente, voluntarioso e inculto, pero, sobre todo, porque se dio cuenta de que había un liderazgo que lo estaba desafiando, que crecía y eso no podría tolerarlo.
Por eso Zacatecas fue el punto de ruptura entre Carranza y Villa, de manera que en julio de 1914 parecía inminente la guerra civil entre estos dos revolucionarios, y para tratar de impedirla y poder sentar los fundamentos para la siguiente etapa de la revolución, Álvaro Obregón, Lucio Blanco y Antonio I. Villarreal anunciaron el Pacto de Torreón, que reuniría a representantes de la División del Norte y un sector de los jefes del Ejército Constitucionalista con el propósito de ponerse de acuerdo y limar las asperezas entre Villa y Carranza.
De este pacto surgió la idea de convocar a una convención de jefes revolucionarios que decidiera la fecha de las elecciones, pero también que obligara a Carranza a cumplir con el Plan de Guadalupe y que asumiera la presidencia interina de la república, lo que no convenía a los intereses de Carranza porque cuando se convocara a elecciones una vez restablecido el orden constitucional, si él ya había sido presidente interino no podría reelegirse, pues el principio maderista de la no reelección era sagrado y no se podía violar.
Obregón, Villa, Eduardo Hay, Blanco y Villarreal decidieron entonces convocar a una convención, pidiéndole a Carranza que respaldara esta postura, pero él llamó por su cuenta a una junta en la ciudad de México en la que participaron solamente miembros del constitucionalismo.
El 10 de octubre de 1914 se reunió la convención militar en Aguascalientes con delegados del constitucionalismo y del villismo; desde un principio esta asamblea resolvió asumir la soberanía y hacer a un lado a Carranza, pero se vino abajo cuando Obregón recapacitó que le convenía más seguir apoyando a Carranza, que avalar a Villa. Por esa razón regresó a aliarse con Carranza y desde Veracruz, a finales de ese año, se organizó la contraofensiva constitucionalista a la convención sostenida por Villa y Zapata.
Guerra civil entre revolucionarios

El de 1915 fue el año de la guerra civil entre los revolucionarios, cuando tuvieron lugar las batallas más cruentas de toda la revolución, las más sanguinarias y destructivas; México fue un enorme escenario bélico en el que se enfrentaban dos grandes proyectos: el del constitucionalismo y el de la convención.
Empero, cada uno tenía a su vez divisiones, porque en la convención estaban los proyectos zapatista y villista, que no eran los mismos, pero tenían muchas similitudes; y en el constitucionalismo tampoco eran iguales los planes de Carranza y los de Obregón. De manera que se enfrentaron dos proyectos de nación y dos grandes ejércitos, el constitucionalista y el convencionista.
En un principio parecía que el triunfo iba a estar del lado de los convencionistas, que la División del Norte era más poderosa que los ejércitos constitucionalistas; sin embargo, pronto se evidenció que no era así.
Las investigaciones historiografías de los últimos tres años demostraron que la correlación de fuerzas entre los convencionistas y los constitucionalistas estaba más pareja de lo que se había sostenido hasta entonces y que en términos estrictamente militares, Carranza tenía superioridad sobre la convención: contaba con más hombres y mejor suministro de armamento tanto por las fronteras como por las zonas económicas que controlaba, precisó el doctor Ávila.
Asimismo, detentaba una enorme ventaja en el terreno económico, porque Villa sólo dependía de los recursos de Chihuahua y Durango, estados que prácticamente habían agotado su economía entre 1913 y 14, mientras que Zapata también había colapsado la riqueza del maíz en varios años de guerra civil contra los enemigos del zapatismo, en cambio Carranza controlaba las zonas más ricas, prósperas y fronterizas de la república, la zona petrolera, el puerto de Veracruz y la zona henequenera de Yucatán, además de las minas de Coahuila, es decir, que sus recursos económicos eran muy superiores a los de Villa y Zapata.
La reciente búsqueda en fuentes historiográficas también determinó que el factor definitivo del triunfo del constitucionalismo fue que en las muy decisivas batallas del bajío entre abril y junio de 1915, Obregón demostró ser mejor militar que Villa; tuvo la capacidad, la serenidad y la habilidad militar de haber establecido una estrategia de batalla magistral, y haberla llevado a la práctica explotando las debilidades de la División del Norte.
Obregón demostró ser el mejor militar de la revolución, el único general invicto y quizá el mejor general en la historia de México y eso también contribuyó a la derrota de Villa, sostuvo el doctor Ávila.
Resurgimiento de Villa

Después de su derrota, Villa se regresó a Chihuahua, donde continuó como guerrillero durante los siguientes cinco años y nunca abandonó su causa; cuando parecía que estaba más derrotado y débil se le ocurrió invadir Columbus, porque quiso vengarse de Estados Unidos que había reconocido a Carranza y además perjudicar a éste provocándole un conflicto internacional con EU y lo consiguió, comentó el ponente.
Esa acción resucitó a Villa de sus cenizas, porque de ser un líder guerrillero a salto de mata con unos cuantos hombres que lo seguían, se convirtió nuevamente en un héroe que rebasó las fronteras porque la expedición punitiva que mandó Estados Unidos a México nunca lo encontró y logró mantener la resistencia hasta 1920.
Cuando estaba próxima la rebelión de Adolfo de la Huerta contra Obregón, declaraciones de Villa respecto a su capacidad para formar en dos días un ejército de 40 mil hombres, aparecieron en la primera plana de un periódico; pocas semanas después un grupo de asesinos a sueldo le dio muerte.
Ahí acabó su vida, pero resurgió la leyenda y se hizo más grande por la historia de la profanación de su tumba y el robo de su cabeza. Así se forjó el mito de este personaje extraordinario de la historia nacional, concluyó el doctor Ávila.
(La primera parte se tituló ‘Francisco Villa más allá del mito, según el historiador Felipe Ávila’)

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