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La importancia de llamarse Enrique

La importancia de llamarse Enrique
Periodismo
Julio 11, 2016 11:23 hrs.
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Fernando Irala › diarioalmomento.com

Luego de la salida de Manlio Fabio Beltrones de la presidencia del Partido Revolucionario Institucional, originada en los pobres resultados obtenidos para los priístas en las elecciones pasadas, todo hace indicar que en las próximas horas se registrará la candidatura ’de unidad’ para sucederlo, como gustan mucho de decir en ese grupo, del hasta el viernes anterior director de la Comisión Federal de Electricidad, Enrique Ochoa Reza.
El proceso ocurre en el estilo que el priísmo ha cultivado a lo largo de casi un siglo, sus militantes pasan de no saber quién los dirigirá y en todo caso hacer especulaciones de nombres ilustres, a apoyar con sorpresivo entusiasmo la opción que una mano no tan invisible señala de súbito.
Ahora nos enteramos que el ungido es un distinguido priísta de antigua militancia, que hasta hoy permanecía más o menos oculta, no obstante lo cual sus correligionarios le descubren de pronto, sólo a él, todas las cualidades y potencialidades necesarias para desempeñar el liderazgo partidario.
Todo muy normal si se mira hacia el pasado. Al intentar ubicarse en el momento actual y en el futuro político nacional, incluso la sucesión presidencial de 2018 y las elecciones que tendrán lugar el año próximo, las cosas ya no se ven tan normales.
Designar a un funcionario de brillante carrera académica, especializado en los temas de la energía desde estudiante y hasta la fecha, pero sin experiencia en el combate callejero en que se han convertido las lides electorales, para conducir a un partido todavía en el poder pero en retroceso evidente en las preferencias populares y en serio riesgo de perder la Presidencia nuevamente, es una jugada audaz o un grave error de cálculo.
En el escenario político externo, el PRD ha entrado en un largo proceso, matizado entre la decadencia y la agonía. Pero por un lado el panismo engallado, y en el otro extremo el pejismo que ha venido acumulando por décadas el resentimiento social, desde ya se sienten ambos vencedores de la próxima contienda.
Así que a ver cómo le va a Enrique, el próximo dirigente priísta. Y a Enrique, el otro.

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