La Hoguera
Emmanuel Ameth
El activo más importante que tiene un periodista es su credibilidad, la cual se va construyendo día a día en un proceso arduo y en un camino tan empedrado, que difícilmente se canjea por un mero proceso electoral -quienes así lo hacen nunca tuvieron credibilidad ni prestigio-.
Es por lo anterior que resulta inaceptable que durante las campañas para la elección del titular ejecutivo en Hidalgo se hayan leído plumas que dieron esperanza donde nunca la hubo… es más, con tristeza, hay que decir que incluso algunas lo siguen haciendo pese a que el resultado es inminente.
La diferencia entre un publirrelacionista y un periodista es que en el primero de los casos, la narrativa siempre es a favor y en beneficio del cliente, en tanto para los segundos se trata de un retrato apegado a la realidad, guste o no al cliente, o incluso al mismo periodista.
Expresiones como las de ’la verdadera encuesta se da en las urnas’, ’en una elección todo puede pasar’, ’la encuesta es de quien la paga’, o la de ’esto no se acaba hasta que se acaba’ son meras palabras de aliento que se le pueden permitir a un matraquero, pero no a quien tiene la responsabilidad de informar a la sociedad.
Las líneas editoriales son muchas y muy respetables -bueno, algunas no merecen la mínima atención-, pero a pesar de ellas, no se puede caer en el error de publicar información falsa.
Aquí, en EANoticias, tenemos el compromiso de informar con veracidad y por eso vamos a ser claros, para que después no se nos quiera meter en el mismo costal de aquellos que en su irresponsable ignorancia -porque están obligados a informarse y/o a preguntar a quien conoce del tema- o bien, en la ponderación de sus intereses particulares sobre la labor de informar, mintieron.
Nunca hubo esperanza
*La estadística es una rama de la matemática que lleva al menos 26 décadas de estudio; la técnica del muestreo, piedra medular de la aplicación de encuestas, lleva al menos 12 décadas
*Una muestra, con metodología correcta, es capaz de inferir mediante una encuesta el comportamiento y preferencias de una población, siendo una herramienta de gran utilidad validada por las mejores mentes de la historia
*Un comunicador no puede poner en tela de juicio ni la matemática ni la estadística, no por el mero hecho de carecer de los elementos para cuestionar su teoría, sino simplemente porque esa no es su labor
*Un comunicador sí se puede permitir cuestionar los resultados de una sola encuesta, pues puede existir el sesgo en un estudio de manera independiente a su metodología y al error estimado. Sin embargo, un agregado de encuestas debe tomarse siempre por cierto -a menos que haya dudas sobre la discrecionalidad de la ponderación de los estudios ocupados para tal efecto-
*En concordancia con el párrafo anterior y para el caso específico del proceso electoral 2021-2022 para la elección de gobernador en Hidalgo, no hubo un solo periodo -ni anomalía- donde el agregado de encuestas diera preferencia en intención de voto a quien hoy se encuentra en segundo lugar
*Además, no hubo un solo periodo donde las preferencias sufrieran variaciones que pudieran proyectar un cambio en las tendencias respecto al posible ganador.
Hasta aquí podemos asegurar que nunca hubo un solo indicador o elemento que justificara la duda sobre quién encabezó las preferencias en el proceso electoral y tampoco hubo indicador o elemento que permitiera dudar sobre un cambio en las preferencias. Si alguien dio esperanza donde no la había -al segundo lugar-, lo hizo de forma injustificada y movido por sus propios intereses.
*La verdadera encuesta NO se da en las urnas. En todo caso, la votación es más parecida a un censo -sin llegar a serlo-, por lo que en sentido estricto, la votación no es una encuesta, ergo, no puede ser “la verdadera”
*Efectivamente, en una elección hay un sinnúmero de factores que pueden acontecer. Sin embargo, el periodista debe confiar en las instituciones per se -a menos que se demuestre lo contrario- y con ello, esperar que el resultado sea muy similar al mostrado por el agregado de encuestas -mismo que cuenta con los datos de dos decenas de casas encuestadora para este caso concreto-. Si los resultados no se parecieran a los dados por las encuestadoras, es de hecho, un fuerte indicador para investigar un posible fraude, pues no se estarían respetando -o reflejando- las preferencias electorales en un proceso supuestamente democrático
*La encuesta NO favorece a quien la paga porque como sucede con los comunicadores, el principal activo de las casas encuestadoras es la credibilidad y el prestigio. Puede haber un sesgo metodológico -cosa grave- que invierta las preferencias o, simplemente, una narrativa que minimice la distancia entre uno y otro competidores -un poco menos grave-. En ambos casos quien pierde es la encuestadora: tendría que existir una motivación suficiente para “canjear” sus años de trabajo por un mero proceso electoral -de los que hay casi cada año-. Si una encuesta hace lo anterior, es un mero instrumento propagandístico, no una empresa seria, que no genera confianza ni a quienes la contrataron