Opinión

Las disputas en los EUA, alrededor de la democracia, durante la mitad primera del siglo XIX / a de B

Las disputas en los EUA, alrededor de la democracia, durante la mitad primera del siglo XIX / a de B
Periodismo
Noviembre 07, 2020 20:13 hrs.
Periodismo ›
Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


Vivimos los días de la crisis post electoral en los EUA. Mientras unos proclaman la victoria, otros arguyen se cometió un fraude. En medio de todo eso, hay quienes vaticinan el fin del sistema democrático en esa nación. Dado que no contamos con datos de primera mano, porque ni modo que alguien asegure que son datos duros lo que se publica en los medios de acuerdo con sus preferencias, no nos queda sino esperar a que se diluciden las demandas y alegatos para conocer quien tiene la razón. De lo que no hay duda es que convirtieron esta elección en una que los deja muy mal parados a los ojos del mundo. ¿Con que cara podrán andar por el orbe como observadores-supervisores de las votaciones? Si requerían apoyo, tan fácil que hubiera sido solicitarlo. Allá por los rumbos de la frontera con Guatemala conocemos a alguien quien entregaba, siempre, resultados diáfanos cuando le encargaban algún proceso electoral. Pero dejemos los asuntos de la política para los expertos en el tema, y volvamos a la historia que es lo nuestro. En ese contexto, nos sorprende que por ahí haya quienes observan sobresaltados esta disputa, como si otras no se hubieran dado antes en aquel país. Por ello, en esta y la colaboración próxima, habremos de darnos una vuelta, sustentada en análisis diversos, por lo que aconteció en esa nación entre 1776 y 1850 cuando se creó ese sistema que ha prevalecido hasta nuestros días en medio de éxitos, fracasos, resurgimientos y crisis como la que hoy viven.
Al momento de que, en 1776, los EUA obtuvo su independencia de Inglaterra, se procedió a construir un país en el cual buscaron establecer un sistema de gobierno que marcara diferencias con el imperante al otro lado del Atlántico. Los ’Padres Fundadores’ entendieron que dicho sistema requería de mecanismos que les permitieran mantener las relaciones políticas, económicas y comerciales con el Viejo Mundo, pero habrían de ser los estadounidenses quienes determinaran la forma en que se darían. William Barney, profesor de historia en la University of North Carolina, menciona en ’The Passage of the Republic’ (1987), dos asuntos que aparecen al momento de elaborar la Constitución. Uno estaba relacionado en ’como establecer dicho sistema y el otro era cuanto poder debería de centralizarse en el gobierno federal.’ Para poder implantar lo primero, era necesario responder lo segundo. En ese contexto, optaron por crear una sociedad democrática. Como paso inicial, la Constitución, según lo apunta Barney, ’creó una república y un sistema de gobierno basado en la representación popular a través de dirigentes escogidos vía la elección. Sin embargo, de todos los funcionarios federales, solamente los miembros de la Cámara de Representantes eran escogidos directamente por la población.’
De acuerdo con el historiador y profesor de Columbia University, Charles Beard, la Constitución no resolvió los problemas heredados de la Revolución y las turbulencias presentadas durante los 1780s, únicamente proveyó con una respuesta que implicaba asegurar un gobierno de los inteligentes, los ricos y los bienhechores. Pronto, se vería que el proceso de independencia estaba incompleto. Este solamente representaba el principio de una era nueva, algo que el considerado padre de la educación en los EUA, Noah Webster, percibió muy claramente cuando, en 1789, escribió: ’un error fundamental de los estadounidenses es creer que la Revolución ha concluido, cuando solamente ha dado inicio.’ Esta revolución no implicaba el uso de armas, era una contienda que involucraba ideas y conceptos sobre como consolidar una república en la cual la población pudiera mejorar sus condiciones de vida, a la vez que ejercía su libertad personal.
En medio de esa discusión, dos grupos se crearon durante la presidencia de George Washington (1789-1797). Uno era el de los Federalistas comandados por Alexander Hamilton. El otro, los Republicanos, lo encabezaban Thomas Jefferson y James Madison. Esta división representaba la creación del primer sistema de partidos políticos en los EUA.
El historiador de Princeton University, John M. Murrin, indica en ’The Great Inversion or Court versus Country’ (1980), que para Hamilton la Revolución sería exitosa cuando los EUA fuera capaz de desarrollarse tanto como Gran Bretaña lo había logrado; esto era mediante la creación de una economía manufacturera moderna e integrada. Hamilton estaba convencido de que un gobierno republicano solo podría operar correctamente sí era gobernado por una elite. La manera de diversificar la economía estadounidense seria promoviendo el transporte de carga marítimo y creando manufacturas. Mientras tanto, Jefferson y Madison estaban convencidos de que para ser independientes había que permanecer siendo diferentes, libres y más virtuosos que los británicos. Ambos proponían que el futuro se fincara en una democracia agraria y en pequeñas unidades manufactureras con lo cual podría reducirse la dependencia estadounidense de bienes importados.
Los Federalistas, probritánicos y elitistas, representaban la mayoría en los 1790s. Aprovechándose de ello, Hamilton lanzó una revolución financiera que conllevaba la creación del Banco de los EUA, copia del Banco de Inglaterra; implantó acciones para pagar la deuda externa y doméstica, lo que logró en 1795; el gobierno federal asumió las deudas estatales , lo cual generó ganancias cuantiosas para los especuladores, pero no para los ex soldados, agricultores o empresarios; y estableció un sistema monetario. Al principio todo iba bien. Sin embargo, en 1792, la republica enfrentó su primera crisis financiera cuando, asociados de Hamilton, realizaron acciones especulativas. Pero eso fue un tropezón ligero y el crecimiento económico se consolidó en los años siguientes. Ante esto, Hamilton planeaba establecer un modelo de gobierno estatista que poseyera un alto potencial para coaccionar la disidencia, que los Federalistas equiparaban con la deslealtad. Para estos últimos, los valores políticos de libertad e igualdad habían sido subordinados al orden público y a un gobierno poderoso.
Inmersos en el éxito económico heredado de la administración de Washington, en 1798 y 1799, ya durante la presidencia de John Adamas (1797-1801), los Federalistas decidieron establecer un impuesto para una posible, pero nunca materializada, guerra en contra de Francia. Los costos de dicho gravamen y errores políticos serían pagados por los Federalistas en las elecciones presidenciales de 1800. Respecto a estas comentaremos a continuación. (Estimo que, aquí, puede hacerse la liga con la página electrónica)
Al igual que cuatro años antes, John Adams y Thomas Jefferson se enfrentaronen busca de la presidencia. Noble E. Cunningham, Jr., profesor emérito de historia en la University of Missouri, narra en ’Election of 1800’ (1971), que, para 1800, ambos partidos habían instituido el grupo de nominaciones del Congreso que fue atacado por considerarlo un símbolo de arrogancia por parte de los miembros de dicha instancia legislativa quienes intentaban controlar a los ciudadanos en sus derechos constitucionales. En Nueva York, un estado clave para ganar, Aaron Burr dirigió la maquinaria Republicana en contra de la Federalista liderada por Hamilton. Los Republicanos obtuvieron un triunfo rotundo en la ciudad de Nueva York y la mayoría Republicana para la legislatura. El grupo Republicano eligió a Burr como candidato a vicepresidente. Hamilton recomendó a los miembros Federalistas del Congreso que eligieran al otrora embajador ante Francia, Charles C. Pinckney, como candidato en igualdad de condiciones con John Adams. Hamilton consideró que era la única forma no solo de detener a Jefferson, sino también de hacer que Pinckney fuera elegido presidente y superar a Adams quien reaccionó pidiendo la dimisión de los hamiltonianos miembros de su gabinete.
La Constitución no establecía votaciones separadas para presidente y vicepresidente, pero especificaba que cada elector emitirá dos votos sin distinguir entre los dos cargos. El candidato con el mayor número de votos se convertiría en presidente y el segundo vicepresidente. Jefferson tomó un papel activo en la campaña, pidiendo a sus amigos que escribieran artículos para los periódicos, distribuyendo panfletos políticos y animando a sus seguidores. Adams aprovechó su papel de presidente y sus seguidores destacaron sus servicios revolucionarios. La plataforma Republicana se oponía a: ejércitos permanentes; gran armamento naval; una alianza con cualquier nación; aumento de la deuda nacional; las leyes de sedición y extranjería. Los Federalistas intentaron vincular las administraciones de Washington y Adams, mientras atacaban a Jefferson por representar un peligro para el país. Jefferson y Burr empataron con 73 votos electorales, Adams 65, Pinckney 64 y el gobernador de New York, John Jay 1. En la Cámara de Representantes la votación fue de 67 Republicanos y 39 Federalistas. Sin embargo, estos aun no tomarían posesión y la elección presidencial habría de ser decidida por la Cámara con mayoría Federalista.
La votación era por estados y cada uno emitía un voto. Ninguno de los partidos controlaba la mayoría de las delegaciones estatales, las cuales en dos estados estaban igualmente divididas y los Republicanos necesitaban uno de estos para obtener los 9 estados necesarios para una mayoría. Hamilton fue ignorado cuando instó a los Federalistas apoyar a Jefferson. El 11 de febrero de 1801 después de 19 votaciones, prevalecieron los mismos resultados, Jefferson 8 estados y Burr 6. Así, permaneció los tres días siguientes. Ante eso, se rumoraba que los Federalistas planeaban entregar la presidencia mediante un acto legislativo al secretario de estado, John Marshall. Al respecto, el profesor emérito de historia en la University of West Georgia, John Ferling, establece, en ’Cliffhanger: The Election of 1800’ (2004), que Jefferson le escribió a Burr proponiéndole que, si aceptaba la vicepresidencia, tendría mayores responsabilidades que quienes lo precedieron en el cargo. Burr rechazó la propuesta y habló de cómo sería su administración. Los Federalistas intentaron invalidar suficientes votos electorales y hacer que Burr fuera el ganador. No obstante, esto, Hamilton entró en negociaciones con sus oponentes. A cambio de los votos Federalistas, le pidió a Jefferson una promesa de preservar el sistema fiscal federalista, pero fue rechazado. Con los Federalistas apoyando a Burr, el estancamiento parecía inquebrantable. Se difundieron los rumores de una guerra civil. El día 14, James Bayard entró en negociaciones con un aliado cercano de Jefferson, supuestamente el representante por Virginia, John Nicholas, quien realizó promesas a Bayard a cambio de su abstención. Bayard fue acusado de traidor, aun cuando otros Federalistas negociaban con. Bayard decidió esperar hasta que se conociera la respuesta de este ultimo, misma que llegó el 16. Ante esta, Bayard quedó decepcionando de los Federalistas. El 17 de febrero, en la votación número treinta y seis, Jefferson recibió el voto de 10 estados y fue elegido presidente. La clave fue James A. Bayard, el único miembro de Delaware que votó por Jefferson. La discusión sobre si hubo o no negociaciones y promesas continuó, y cinco años después, Bayard aseguró que emitió su voto en función de ciertos acuerdos relacionados con la implantación de políticas en el futuro. Esto fue siempre negado por Jefferson y sus seguidores, pero las acciones realizadas por el primero durante su presidencia muestran que efectivamente hubo arreglos con Bayard para obtener su voto.
En lo concerniente a Burr, si bien obtuvo la vicepresidencia, el haber retado a Jefferson le causó un daño político irreparable, mismo que se agravó, y decretó el fin de sus aspiraciones futuras, cuando, el 12 de julio de 1804, mató en un duelo a Alexander Hamilton.
Unos días después de que se finiquitara el asunto de su elección, Jefferson envió una misiva a los sobrevivientes de la Declaración de Independencia, en el cual les aseguraba que con su ascenso al poder se aseguraba el triunfo de la Revolución Estadounidense, garantizando en esa forma que se abriera un capítulo nuevo en la historia de la humanidad.
Una vez en la presidencia, Jefferson dio un giro a la política estadounidense. El Republicanismo se convirtió en sinónimo de oposición a la monarquía y la aristocracia, así como al modelo de gobierno centralista. Jefferson, junto con James Madison, proponía una sociedad en la cual el individuo preservara su libertad. Charles Sellers, profesor emérito de la University of California, Berkeley, en ’The Market Revolution’ (1991), indica que Jefferson estaba convencido ’de que la virtud del ciudadano común podría preservar mejor la republica de la corrupción del mercado. Sin embargo, esto tenía una variante en la percepción de Madison quien en ’The Federalist Papers’ (1788), se pronunciaba a favor de que en la Constitución se establecieran las necesidades de una sociedad de mercado mediante la organización de la política sobre la base de los principios de competencia económica.
Desde los inicios del Siglo XIX, los estadounidenses se involucraron en una discusión sobre lo que democracia significaba. Para algunos, la democracia o el gobierno de la gente, otorgaba el poder de manera peligrosa a las masas oprimidas e ignorantes, mientras que otros estimaban que era el objetivo último de como una sociedad debería gobernarse. En 1804, George Cabot, quien fuera senador por Massachussets entre 1791 y 1796, escribió que la democracia representaba el gobierno de los peores. Años antes, el activista político estadounidense previo a la Revolución, James Otis, definió la democracia como un gobierno de todos en el que los votos de la mayoría se tomarán como la voz del conjunto y donde los gobernantes fueran los mandantes. Para los 1830s, Alexis de Tocqueville pudo percatarse que la mayoría de los estadounidenses proclamaban que su país era al mismo tiempo una democracia y una república. Desde la perspectiva de Sean Wilentz, democracia es un hecho histórico en medio de un vasto conglomerado de eventos y experiencias que se convierte en uno que viene a transformar las relaciones humanas entre los gobernantes y los gobernados. Solamente a lo largo de un periodo amplio es factible ver como la democracia y un gobierno democrático surgen de una sociedad particular organizada sobre los principios del mercado sustentados en el contexto de los intereses económicos, intelectuales y políticos de competencia. Sin embargo, no sería factible entender lo que la democracia significó para los EUA a lo largo del Siglo XIX, sin analizarla como parte de un proceso largo e infinito dentro del contexto en el cual se desarrollaron las fuerzas del Republicanismo y el mercado hasta unos años antes de que, el 12 de abril de 1861, la Guerra Civil estallara.
De acuerdo con William Barney en ’The Passage of the Republic,’ los elementos claves del Republicanismo eran: propiedad, igualdad, libertad y virtud. Implícito en cada uno estaba el sentido de independencia individual. Propiedad significaba la adquisición de una cantidad de tierra suficiente o habilidades artesanales y herramientas que asegurara dicha independencia y permitiera al individuo tener una existencia decente o competitiva. Poseer una propiedad productiva llevaría a la igualdad y la libertad, otorgándole al ciudadano las herramientas para ser lo suficientemente virtuoso hasta el punto de sacrificar su interés propio a cambio del bien colectivo. Opuesta a esa percepción, aparece la aristocracia o aquellos ’privilegiados porque su estatus no descansa en la labor productiva propia.’ A partir de esta discusión habremos de continuar en la colaboración siguiente. Por lo pronto, nos quedan varios días para seguir observando lo que, hoy, les sucede a los estadounidenses por no decidirse a: implantar la credencial de elector única con fotografía, solicitar al votante que se identifique, evitar el registro a última hora, olvidarse de los votos por correo, impedir sufragios anticipados o bien contar los que lleguen días después de la elección. Mientras no lo hagan, van a caer una y otra vez en situaciones como las que atestiguamos. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Al parecer, por segunda ocasión, un católico ocupará la presidencia de los EUA. Al igual que sucedió con el primero, John Fitzgerald Kennedy, la elección de Joseph Robinette Biden Jr., se da en medio de alegatos de fraude. No olvidemos que, en 1960, fue más que evidente como, en Texas e Illinois, la limpieza electoral brilló por su ausencia. ¿Coincidencia o costumbre?
Añadido (2) De pronto, al sentir el fuego cercano, el ciudadano Bergoglio Sivori se percató de que, por cuidar poco sus dichos, muchos serían los millones de dólares que dejaría de recibir. Ante lo que eso significaría para la multinacional, a meter reversa. Más vale salir con que no entendieron lo que quiso decir. Total, los tontos son otros.
Añadido (3) Después de lo acontecido en las elecciones de los EUA, ¿Habrá quien crea en lo que dicen las encuestas que prevén resultados al gusto de quien las paga para engañar incautos?
Añadido (4) Todo indica que el mercado regional de América del Norte, bajo el nombre que se le quiera dar, se convertirá simplemente en un consumidor de productos chinos.

Ver nota completa...

Escríbe al autor

Escribe un comentario directo al autor

Suscríbete

Recibe en tu correo la información más relevante una vez al mes y las noticias más impactantes al momento.

Recibe solo las noticias más impactantes en el momento preciso.


Las disputas en los EUA, alrededor de la democracia, durante la mitad primera del siglo XIX / a de B

Éste sitio web usa cookies con fines publicitarios, si permanece aquí acepta su uso. Puede leer más sobre el uso de cookies en nuestra política de uso de cookies.