Opinión

Las palabras del Presidente de México de origen mexiquense

Las palabras del Presidente de México de origen mexiquense
Periodismo
Enero 07, 2017 16:37 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com


El país inicia el año bajo los peores augurios que hayamos presenciado a lo largo de nuestra vida. Y nada de que nos salgan con que la charlotada de 1994 fue peor, aquello era un espantajo promovido por los resentidos quienes no lograron su propósito de encumbrar la candidatura de uno de los inventores de los charlatanes que aun hoy pululan bajo la bandera de apoyar las causas populares. Lo de hoy, huele y luce como desorden, falta de autoridad, carencia de reflejos para responder rápida y certeramente ante el embate. Todo se hace a toro pasado y al final las palabras suenan huecas y como dirían en la antigüedad, ’entran por un oído y salen por el otro.’ No hace mucho, comentábamos con un economista sinaloense destacado que pareciera que, a los integrantes del actual grupo en el poder, se les hace poco cualquier oportunidad para demostrar que su único objetivo es entregar el gobierno a cualquiera. Hasta parecen estar compitiendo consigo mismos para que el dislate presente supere por mucho al anterior. Y ante esto, pues cada vez las cosas lucen peor. Para recomponer las relaciones con el gobierno entrante de los EUA, en lugar de armar una estrategia coherente que conlleve invariablemente a definir como habrá de enfrentarse la renegociación del TLC, salen con bravatas de que se aliaran con los asiáticos y europeos. Sin embargo, eso se cae como castillo de naipes cuando les recuerdan que estos quieren establecerse aquí para entrar al mercado estadounidense y de allá viene un mensaje clarificador. Asimismo, para recomponer la relación con el futuro ocupante de la Casa Blanca apuestan a la relación personal con terceros. Mientras tanto en lo interno, sueltan el batacazo sin estrategia y al puro estilo de ’viva la virgen,’ para después, tardíamente salir a culpar al pasado y apelen a un nacionalismo que en ellos suenan hueco y la promesa de un futuro resplandeciente. En esas cavilaciones andábamos cuando nos encontramos, no por azar, un par de discursos que pronunciara aquel PRESIDENTE DE MÉXICO, de origen mexiquense, DON ADOLFO LÓPEZ MATEOS. Uno, lo pronunció al suscitarse la entrega de El Chamizal y el otro con motivo del cuarto aniversario de la nacionalización de la industria eléctrica.
Era el 25 de septiembre de 1964, el país vivía los años en que hablar de un seis por ciento de crecimiento económico anual era cosa común y no había hordas esperando que diera la noche para cruzar la línea fronteriza o el Río Bravo y adentrarse en los EUA. Hoy, nuestros hijos, se carcajean cuando les platicamos que una vez al año, el 22 de febrero, era factible cruzar hacia el país vecino al norte sin mostrar documento alguno y jamás se dio un éxodo masivo. Pero volvamos a aquel otoño ya cercano al fin del mandato, que vaya si lo había cumplido y bien, Don Adolfo. Estaba en la recepción de aquel pedazo de tierra, más simbólico que otra cosa, denominado El Chamizal. Ahí, el gobernante de origen mexiquense estaba reunido con el presidente estadounidense Lyndon Bynes Johnson ante quien apuntó: ’Esta es la primera vez, [y creemos que fue única] que el presidente de los Estados Unidos y el de México se reúnen, no para examinar problemas pendientes entre sus gobiernos o para inaugurar obrar realizadas mediante el común acuerdo de ambos países, sino para recrearse en una victoria de la amistad internacional que pudimos lograr a través de negociaciones tan honrosas como cordiales.’ Más adelante señalaba: ’Con el orgullo más que justificado ofrecemos este claro ejemplo de cordura frente a las conmociones de nuestros días, signo de cambios y ajustes que están configurando el mundo del mañana, pero que necesariamente originan conflictos cuya solución se busca a veces por las vías de hechos con preterición de los instrumentos que ha creado el derecho para mantener la paz y robustecer la solidaridad de las naciones.’ Posteriormente, invocó primero la figura del estadista Juárez García cuyo ejemplo de cómo defender la soberanía nacional fue, fijo Don Adolfo, la guía que siguió en el desarrollo de la política internacional de México entre 1958 y 1964. Aquí, nosotros debemos de apuntar que entonces sí existía la diplomacia mexicana pues era ocupada por profesionales. En la cancillería Manuel Tello Barraud, en la OEA, Rafael De La Colina Riquelme, en la ONU estuvieron Luis Padilla Nervo y como alterno, Jorge Castañeda y Álvarez De La Rosa, él sí un diplomático autentico y no como el chico quien se cree grande, mientras que como embajador en Washington operaba Antonio Carrillo Flores. Ninguno de ellos era aprendiz, conocían el oficio y, por ende, la política exterior mexicana era respetada en el mundo. Posteriormente, el presidente López Mateos emitió comentarios laudatorios a los presidentes John Fitzgerald Kennedy y el propio Johnson, por el papel activo que tuvieron en lograr aquel acuerdo.
En las palabras del mexiquense, ’la importancia del entendimiento a que llegamos sobre El Chamizal reside de una manera singular en que fue resultado del indudable mejoramiento que se registró en las relaciones entre los Estados Unidos y México durante los últimos treinta años, pero particularmente en los que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, cuando la Revolución Mexicana había sido ya finalmente comprendida. De una manera quizá explicable pero desde luego infortunada, ese entendimiento se produjo tardíamente en la historia de los dos países. Sobre este particular me parece interesante señalar que pocas veces se han registrado tantas coincidencias en las concepciones políticas, económicas y sociales de dos pises en cuya formación participaron elementos étnicos y culturales disímbolos.’ Aquí, este escribidor en vestimenta de revisionista habría de corregirle la plana a Don Adolfo y apuntar que olvidó de indicar lo acontecido a finales de la década de los años veinte en la relación México-EUA. Es importante destacar que en el proceso de formación del estado mexicano nuevo, la relación alcanzó niveles de excelencia gracias tanto al entendimiento entre el estadista Plutarco Elías Calles con el presidente John Calvin Coolidge, como a la del primero con el embajador Dwight Whitney Morrow, una tercia de personajes quienes fueron fundamentales para la construcción de la patria nueva y de hacer brillar las relaciones entre ambas naciones. Pero volvamos a 1964.
En ese entonces, el mandatario mexicano indicó que ’en la actualidad, después de las grandes guerras de este siglo, muchas de nuestras nociones políticas –sin detrimento de las que por naturaleza son inherentes a la estructura constitucional del Estado- han sido objeto de transformación y perfeccionamiento. Admitimos ahora sin dificultad, en todas partes, que el clamor de los pueblos por la realización de la justicia social debe de ser oído y atendido por sus servidores, y sabemos que el gobierno tiene una responsabilidad primordial en el progreso económico y social de la nación.’ Como diría la canción, ’como han pasado los años…’ hoy nuestros funcionarios no pueden interrumpir sus vacaciones, aun cuando la pradera se incendie, primero está el siempre bien (in)merecido descanso. Aunado a ello, muy poco saben de cómo se ha dado la relación entre ambas naciones y no van más allá del maniqueísmo puro. Ante eso bien muy bien las palabras del presidente López Mateos al respecto.
’La historia de México y la de los Estados Unidos…muestran coincidencias sin paralelo en otras regiones del mundo. Los motivos que nos unen bastan para construir el sólido pedestal de una amistad perdurable. Las diferencias que nos distinguen, resultantes –como entre los mejores amigos- de la naturaleza y el carácter de su personalidad diversa, deben necesariamente contribuir, en una sociedad internacional constituida para el ejercicio de la libertad, al enriquecimiento y a la madurez de los lazos amistosos.’ Bajo esa premisa fue posible que nuestro país construyera una relación de respeto que nos permitió margen de maniobra a pesar de las diferencias en el tamaño de la economía. Pero aquello implicaba, como dice ’La Bamba,’ ’…de una poca de gracia…’ a lo cual nosotros agregaríamos y algo más… Y así, llegamos al segundo discurso el del 27 de septiembre de 1964, al conmemorarse el cuarto aniversario de la nacionalización, esa si verdadera y no como la otra del cuento, de la industria eléctrica.
Entonces, el presidente Don Adolfo firmemente asevero: ’Hemos conmemorado la nacionalización de las instalaciones eléctricas que estaban en poder de empresas extranjeras. Ahora, todos los energético son del pueblo de México, están al servicio de su desarrollo y su bienestar.’ Ante los eventos que vivimos, no queda sino preguntarnos: ¿Podría el mexiquense de ahora repetir las palabras del mexiquense del ayer? Y no solamente eso, sino lo que enfatizó a continuación.
’Sabemos que en muchas partes del mundo hay incertidumbres, luchas internas, desgarramientos y contraposiciones. ¡Que distinto el panorama de México! ¡Que seguro puede sentirse el Presidente de la Republica cuando se mezcla con su pueblo en las tareas nacionales! No sin dolor y sin sacrificio ha aprendido México su camino. Nada ha sido fácil –desde ganar la independencia hasta esta conmemoración-, todo ha sido esfuerzo y sacrificio permanentes, pero el pueblo debe estar orgulloso de sus victorias…’ Y para concluir, se despedía desde el balcón central del Palacio Nacional.
’Desde aquí, les informé del resultado de mis viajes, desde aquí, de la nacionalización de la industria eléctrica, y, desde aquí, quiero convocar al pueblo para que no desmaye en la tarea, para que dando un ejemplo universal de unidad, de elevación de propósitos y de lealtad a las causas de la humanidad, siga conquistando victorias, elevando sus niveles de vida, haciéndose la justicia que merece y manteniendo en alto, siempre en alto, la soberanía de la patria y la dignidad de la nación.’
Tras de terminar de revisar los discursos del Presidente López Mateos nos entró una combinación de nostalgia y rabia. Nostalgia por que hace ya tiempo que quienes son nuestros gobernantes muy poco se le asemejan y no tienen con que soportar palabras como las pronunciadas por él. Nostalgia porque en aquellos años, a pesar de todos los pesares era factible vislumbrar que con trabajo y estudio sería factible alcanzar mejores niveles de vida, en lo personal podemos probarlo. Nostalgia porque entonces los gobernados creían en su presidente quien les respondía con acciones concretas y no atribuyendo culpas al de atrás como ha venido sucediendo una y otra vez desde inicios del siglo hasta nuestros días. Nostalgia porque los niños de entonces sí tenían porque irle a decir al presidente ’gracias’ al verlo pasar a bordo de un autobús. Rabia porque ahora nos quieren convencer con palabrería hueca y nula acción. Rabia porque, a pesar de la institucionalidad en que fuimos educados, tenemos que aceptar que la actual clase gobernante en el país carece del talento requerido para ejercer sus funciones. Rabia porque esto luce como barco al garete. Rabia porque hay muchísimos que no entienden que la paz social que esta nación vivió por siete décadas costó muchísimo construirla y fue gracias a ella que el país creció- se desarrolló. En ese contexto, retomamos parte del discurso último que Don Adolfo dirigió desde el balcón central del Palacio Nacional.
’No es la tarea de un hombre ni la de su equipo por brillante que este sea, lo que hace la grandeza de un país.’ Sin embargo, decimos nosotros, sin ello es muy difícil de que la nación pueda enfrentar los retos e imbuir en sus ciudadanos los deseos de laborar armoniosamente hacia un mismo fin. Porque aquel mexicano reconocía que ’lo que constituye esa grandeza es el espíritu que anima a su pueblo, y al mexicano lo anima el espíritu de su rebeldía contra toda injusticia, de su inspiración a la libertad de su deseo de progreso, de su ambición de ser mejor.’ Pero, reiteramos sin un liderazgo firme y con objetivos claros, toda esa pasión acaba distorsionada y provocando situaciones nada gratas. Por ello fue que recordamos las palabras de aquel PRESIDENTE DE MÉXICO, de origen mexiquense. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (1) Quien sabía cómo estuvo todo lo de Acteal, la semana previa al evento se paseó por toda la entidad, ya se fue con sus secretos.
Añadido (2) Si usted transita por la Ciudad de México, le recomendamos que se dé una vuelta por el edificio que ocupó el Tribunal de Santo Oficio. Ahí, encontrara la exposición ’La Inquisición, Procesos y Tormentos.’ Una muestra vivida de los métodos ’píos’ que la Iglesia Católica Apostólica y Romana empleó para ’convencer,’ y de paso quedarse con sus bienes, a quienes no aceptaban su dogma. De ese pozo abrevaron la bestia austriaca y el carnicero de Georgia. Para recordarlo…
Añadido (3) ¿Cómo es posible que no tuvieran una estrategia para enfrentar la situación que provocaría la liberación del precio de la gasolina? ¿En realidad pensaban que no habría reacciones negativas? ¿Serán tan ingenuos para creer que los socios que les ayudaron a aprobar las reformas iban a comprometerse para defenderlas?
Añadido (4) Una medalla más para los funcionarios del medio ambiente y de la Ciudad de México. De noviembre de 2015 a noviembre de 2016, las ventas de autos se incrementaron en 22.5 por ciento. Todo un acierto. Sus medidas, lograron el objetivo. No importa que la contaminación continúe afectando la salud de los mexicanos comunes. Recordemos que los otros, gracias a sus cargos altos, son inmunes a esas veleidades… hasta el día en que vuelvan a ser mortales simples. Por lo pronto, disputan el premio ’the car dealer of the year.’
Añadido (5) ¿Si alguien con un problema neurológico requiere de una intervención quirúrgica, recurriría a un odontólogo quien le dice que no sabe nada de la materia, pero que va a aprender conforme se desarrolle la cirugía?
Añadido (6) Y para confirmar sus palabras, lo primero que hizo fue irse a reunir con una embajadora a quien ya le avisaron que a más tardar el 20 de enero de 2017 debe de dejar cargo. Por si alguien dudaba de su sinceridad.

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