Lo que hace la ignorancia

Desde hace tiempo en lo que va de esta administración, la revista británica The Economist ha dado en señalar los yerros que se multiplican diariamente, elevados a una potencia descomunal, en las decisiones, dichos, actitudes, del mandatario mexicano, Andrés Manuel López.

Sorprende que en México, sus adeptos no tengan la capacidad de darse cuenta, a pesar de tan notorias, de las constantes como gigantescas pifias. Asombra la falta de acuciosidad para interpretar las argucias e intentar remiendos de sus constantes fallas y que las salidas más ridículas sean acogidas por ellos como aciertos ingeniosos y además, pregonadas a título propio como verdades absolutas que sólo compiten con las de Dios.

La revista aludida publicó la semana pasada un artículo con la fotografía de nuestro presidente en la portada, en el que alude una serie de hechos que de sobra son conocidos aquí y que incomodaron sobremanera al Ejecutivo. Manifiesta el dicho: ’la verdad no peca, pero incomoda’. De inmediato se aprestó a dar una respuesta como las que también conocemos de sobra.
Calificó la publicación de pasquín, de majadera y de mentirosa, cuando es reconocida como el medio más influyente del planeta entero, en temas de diversa índole, incluidos como principales los económicos.
No publicó al azar. Está debidamente informada, como también lo hizo ver después de las respuestas que dieron en México, tanto el mandatario como sus corifeos.

Los que hacen posible la publicación inglesa también aludieron las fuentes de que se valieron en esta ocasión y que por cierto, sobraban, ya que en México no hay quienes no las conozcan de sobra, salvo, repito, los que tienen una venda en los ojos y se niegan a quitársela, como el enamorado que se niega a aceptar que su gran amor es incapaz de propinarle una traición.

Esto además, es una muestra clara de que los denuestos presidenciales a los medios mexicanos, a los politólogos y a los analistas serios, que vierten su interpretación de las acciones del Presidente tal y como son, con precisión milimétrica y con una visión muy amplia, no son más que una reacción desatinada, ilógica y furibunda, promovida por la absoluta falta de razonamiento, frente a lo que no quiere que se diga y que se sepa.

Por eso los exhibe con rabia como ’chayoteros’ y mentirosos, cuando está probado que él reparte los ’chayotes’ más altos de la historia a sus elegidos (v. gr. La Jornada) y que el único que profiere mentiras es él mismo. Así dictan diversos estudios de empresas dedicadas a examinarlo -como La organización Signos Vitales-, que en abril del año pasado le contabilizaron 80 falacias diarias, o el doble a las que llegó el ex presidente Donald Trump, de acuerdo con un estudio que igualmente formuló el prestigiado diario The Washington Post.

El Presidente dice que quienes publican la revista están enojados porque en México se realiza un cambio. Esto lo saben. Pero más allá, saben que el cambio es para destrozar al país, de acuerdo con los signos tan visibles, que comenzaron a aparecer con la destrucción de obras significativas a nivel mundial. Con el asesinato de niños por falta de medicinas. Con el perdón a propios de sus actos de corrupción. Con estrategias de abrazos para los asesinos…

Es la primera vez en la historia del país que unas elecciones se ven manchadas de sangre y con notoria participación del narco, a un grado espeluznante y a plena luz del día. El horror de noventa aspirantes asesinados, propiciadas por la errática política anticrimen, que en la realidad no existe. Esto tampoco es apreciado por sus enamorados. Aún con resultados a la vista.

Nos parece, inclusive, que The Economist se quedó hasta corta en sus juicios. Es obvio. Los espacios en los medios son limitados. No para escribir un libro. Si de esto se tratara, sobran elementos para escribir muchos volúmenes tan sólo de las conferencias matutinas, sin contarle otras actividades.
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