Opinión

Lo que el estadista Juárez García escribía antes y después del 15 de mayo de 1867

Lo que el estadista Juárez García escribía antes y después del 15 de mayo de 1867
Periodismo
Mayo 13, 2016 23:29 hrs.
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Rodolfo Villarreal Ríos › guerrerohabla.com



Ayer y hoy, la fecha ha sido relegada no obstante lo importante que resulta para que realmente nos iniciáramos como nación. Fue el día en que, encabezados por el estadista Benito Pablo Juárez García, los HOMBRES DE LA REFORMA, siempre con mayúsculas, dieron el paso final para terminar con la intervención extranjera. Una intromisión que nació de la confabulación de la derecha mexicana y la curia católica, pero que al final terminó siendo un contubernio de los oportunistas de siempre y su marioneta a quien llamaban emperador. Aquella pesadilla concluyó el 15 de mayo de 1867 cuando las fuerzas liberales ocuparon Querétaro. En ese contexto, antes y después de la fecha, el estadista Juárez García escribía diversas misivas relacionadas con el asunto, mismas que son reproducidas en un trabajo de recopilación extraordinario, el cual estimamos no ha sido debidamente aquilatado, que realizó Jorge L. Tamayo quien en 15 volúmenes publicó el epistolario del presidente a quien debemos haber dejado de ser un conglomerado de feudos para integrarnos en una nación. Pero vayamos a lo que el único indígena que ha dirigido nuestra nación escribía por aquellos días.
Dado que, en 1867, las fuerzas de la republica continuaban recuperando porciones del territorio nacional, el estadista Juárez García venia ya de regreso de Paso del Norte hacia la ciudad de México, pero aquello tomaría tiempo. Estacionado en San Luis Potosí, el 23 de marzo escribía al gobernador de Sinaloa, general Domingo Rubí Zazueta, indicándole que ’hoy deben de haber llegado a nuestro campo en Querétaro las fuerzas que se mandaron traer del Estado de México para perfeccionar el sitio. De aquí en adelante el enemigo tendrá que sucumbir en Querétaro, o que hacer un esfuerzo desesperado para romper el sitio en cuyo último caso será derrotado, según lo indican todas las probabilidades porque nuestras fuerzas que son superiores en número y calidad a las del enemigo están listas para esta eventualidad.’ Pero aun cuando esas palabras eran proféticas de lo que acontecería, aún quedaba un camino largo por recorrer y muchos obstáculos por salvar. Con fecha 25 de marzo, Juárez apuntaba a Rubí que ’el día 22 salió de la plaza de Querétaro una columna de cuatro mil hombres [de las fuerzas de Maximiliano] con la mira de apoderarse de un convoy de víveres que de Guanajuato mandaba el señor Gobernador don León Guzmán [Leonardo Francisco Antonio Guzmán Montes de Oca] para nuestros ejércitos; pero fue rechazada y obligada a replegarse a la plaza por el Sr. Gral. [Amado] Guadarrama que cubre la salida de Querétaro para Celaya.’ Sin embargo, no solamente en el Bajío se fraguaba la derrota del invasor.
Eso lo continuaría monitoreando Juárez en San Luis Potosí desde donde, el 5 de abril, enviaba una misiva a New York cuyo destinatario era su hijo político Pedro Santacilia Palacios. En el documento, el oaxaqueño apuntaba: ’Hoy estábamos con mucho cuidado porque [Leonardo] Márquez salió de Teotihuacán el día dos del corriente con cinco mil hombres y doce piezas de artillería para Puebla sitiada por Porfirio [Díaz Mori], y aunque éste ya había tomado disposiciones para salir a batir a Márquez, pero no tenía suficiente artillería y temíamos una derrota que hubiera prolongado la guerra; pero esta noche hemos recibido la plausible noticia de que el mismo día 2 fue ocupada Puebla. Porfirio comunicó la noticia por telégrafo [al general Francisco] Leyva [Arciniega] que está en San Martin Texmelucan para que se la trasmitiera a [Mariano] Escobedo [De La Peña] y que éste ha mandado por extraordinario. Este importante suceso va a precipitar la caída de Querétaro y la ocupación de México. Porfirio tiene ahora abundante número de piezas de artillería y municiones. Márquez habrá contramarchado a México, aunque Guadarrama con cuatro mil caballos va a entretenerlo mientras llega Porfirio a alcanzarlo.’ El circulo se cerraba para el enemigo y la confianza de asegurar el triunfo crecía en el ánimo del presidente mexicano quien el 15 de abril volvería a mandar una carta a New York, pero destinada a su esposa, Margarita Maza Parada a quien le comentaba que ’es casi seguro que a más tardar dentro de dos meses habrá terminado la guerra completamente. Tengan otro poco de paciencia…’ Pero mientras llegaba ese momento había que dictar medidas sobre cómo tratar a quienes serían los derrotados.
El 23 de abril, le comentaba a Mariano Escobedo que: ’El Sr. [Miguel] Blanco me dijo que en una contestación que dio U.[Usted] a los de la plaza, les manifestó U. que no fusilaba a los prisioneros. Entiendo que habló U. de la clase de tropa, y esto me parece muy político y conveniente, aun cuando la tropa se componga de extranjeros, por razones que diré a U. cuando nos veamos; pero no debe hacerse lo mismo con los cabecillas prominentes y con los jefes, oficiales y sitiadores en quienes concurren circunstancias agravantes, pues a estos debe aplicarse el rigor de la ley.’ Al día siguiente, Juárez volvería a tomar la pluma para escribirle nuevamente a Santicilia a quien le comentaba que ’el sitio de Querétaro se estrecha cada día y es ya cosa indudable que a fines de este mes o principios del entrante los sitiados se rindan o son derrotados completamente si se resolviesen a romper el sitio.’ Con el optimismo por las nubes aseguraba que ’es muy probable que México sucumba antes. Esta semana debe recibir Porfirio la artillería de grueso calibre que mandó subir de Puebla y desde luego comenzara a obrar con la actividad y audacia que acostumbra.’ Ni duda había que Juárez conocía plenamente al tuxpeño y le reconocía sus capacidades como estratega militar. Sin embargo, ello no le impedía recordarle de manera subliminal quien era el líder de aquel grupo. En dicho contexto, el 27 de abril, le indicó ’que me parece bien que siga U. la regla que ha usado de no fusilar a la clase de tropa que caiga prisionera, ya se componga de mexicanos o de extranjeros, salvo que entre ellos haya alguno o algunos que por hechos notables sea digno de la pena de muerte, en cuyo caso no debe dejársele impune. En cuanto a los cabecillas prominentes y a los jefes, oficiales y sitiador en quienes concurran circunstancias agravantes, debe usarse con ellos de todo el rigor de la ley. Los soldados, jefes y oficiales que no fueren ejecutados, deben estar a lo que el gobierno disponga, como se hizo con los de Puebla.’ Pero el general Díaz empezaba a mostrar que él tenía sus tiempos en el accionar e informar a sus superiores. En ese entorno, el 3 de mayo, Juárez escribía a Santacilia que ’el día 24 de abril me dijo Porfirio que iba a comenzar sus operaciones sobre México y no hemos vuelto a tener noticia ¿lo creerá U.? desde aquella fecha. Ya le he mandado dos extraordinarios. En Querétaro sigue el sitio. Los sitiados han hecho varias tentativas serias en que han sido siempre rechazados aunque hemos sufrido algunas perdidas de fuerzas y de jefes…Calculo que México será ocupado antes de Querétaro y que caso Porfirio será el que venga a completar la obra.’ ’El pueblo de todo Querétaro nos es hostil: no sale siquiera un hombre o una mujer a dar algún aviso a nuestros jefes, de lo que hace el enemigo.’ Respecto a esto último, en base a pura observación personal, aun en nuestros días, es factible percibir que en ciertos sectores de esa ciudad prevalece una fascinación heredada hacia el austriaco barbirrubio. Pero retornemos al pretérito y la percepción de Juárez hacia Díaz.
El 15 de mayo de 1867, por la mañana Juárez continúo su ejercicio epistolar con Santacilia a quien le señalaba que ’continúan las operaciones sobre Querétaro y México con alguna lentitud,’ también a él le empezaba a ganar la impaciencia, ’pero con la esperanza y casi seguridad de una victoria completa. Al principio no pudo establecerse un verdadero sitio en Querétaro y tuvo tiempo el enemigo de proveerse de víveres; pero de 20 días a la fecha nada recibe ya de fuera y sufres las horribles consecuencias del hambre. Es ya notable la deserción de sus tropas que pasan a engrosar nuestras filas diariamente. Escobedo me dice ayer que es tal la desmoralización en que ha entrado el enemigo que muy pronto tendrá un término feliz de campaña.’ Acto seguido, tratando de auto convencerse de que su pupilo Díaz era un leal y buen muchacho, Juárez anotó: ’De Porfirio no he tenido noticia hace algunos días. Seguramente sigue el sistema que observó en Oaxaca y Puebla de no escribirme hasta no fechar su carta en la capital conquistada.’ Una vez que Juárez recupero la imperturbabilidad escribió: ’Los impacientes están dados a Satanás, porque quisieran que en un instantes quedara todo terminado, aunque los grandes criminales quedaran impunes, y sin garantías la paz futura de la Nación; pero el gobierno sin hacerles caso, sigue corriendo despacio con el firme propósito de hacer lo que mejor convenga al país, sin que influyan en sus determinaciones la venganza personal, la compasión mal entendida ni amago alguno extranjero, sean cuales fueren los términos con que se quiera disfrazar; hemos luchado por la independencia y autonomía de México y es preciso que esto sea una realidad….’ Y a las cuatro treinta de la tarde, cuando le llegó la noticia, recordemos que entonces viajaban a paso cansino, el oaxaqueño anexaba en su misiva: ’Viva México. Querétaro está en nuestro poder. Comenzó el ataque a las tres de la mañana de hoy y a las ocho fue tomado el cerro de la Campana último atrincheramiento del enemigo habiéndose rendido el enemigo a discreción. Maximiliano, [Tomás] Mejía y [Severo Del] Castillo se rindieron en el cerro citado.’ Cuatro misivas fueron generadas tras esa noticia.
Una destinada al general Felipe Berriozabal, en la cual aparte de anunciar el triunfo, le agregaba que Miguel Miramón había sido capturado. Mostrando que el agradecimiento era parte de su forma de ser, Juárez dirigió una segunda carta a quien mucho lo había apoyado en los días en que muy pocos creían en la causa cuando llego a Chihuahua, Bernardo Revilla [Valenzuela] a quien específicamente le comentó: ’Tengo el gusto de felicitar a U. y toda su apreciable familia por la ocupación de Querétaro que tuvo lugar a las ocho de la mañana de hoy…Suplico a U. diga al Sr. Don Laureano que tenga esta por suya…’ La tercera epístola fue para Domingo Rubí a quien felicitaba y le pedía lo hiciera extensiva a D. Juan B. Sepúlveda y el general Ángel Martínez. La cuarta fue para Santacilia repitiendo lo que ya había apuntado en su anterior, además de darle instrucciones de como la familia debería de emprender el regreso a México. Pero los asuntos domésticos no eran la prioridad, faltaba definir qué hacer con los tres aprendidos de mayor prominencia.
El 22 de mayo, volvería a dirigirse a Santacilia para comentarle que ’después de la ocupación de México ha marchado la mayor parte de las tropas para México a ponerse a las órdenes de Díaz. Escobedo permanece en Querétaro. El traidor [Ramón] Méndez que se había ocultado, fue descubierto y fusilado desde luego conforme a un bando que expidió Escobedo respecto a los cabecillas ocultos. A Maximiliano, Mejía y Miramón se les mando juzgar en consejo de guerra conforme a la ley de 25 de enero de 1862. Pudiera habérseles ejecutado con solo la identificación de sus personas por hallarse en el caso expresado en la citada ley; pero el gobierno ha querido que haya un juicio formal en que se hagan constar los cargos y las defensas de los reos. Así se alejara toda imputación de precipitación y encono que la mala fe quiera atribuirle. Anoche fue la orden.’ Posteriormente, el 5 de junio, le haría saber que ya habían llegado a Querétaro ’los defensores que de México mandó traer Maximiliano. Aunque ya ha pasado el término que se dio para la defensa; pero por equidad se ha concedido una prórroga de un nuevo termino que es de 24 horas que comenzaron a correr ayer tarde.’ Cinco días más tarde, Juárez daba cuenta de que ’en esta semana quedara terminada la causa de Maximiliano, Mejía y Miramón y solo quedara pendiente la de los demás generales y algunos coroneles y paisanos. A los demás prisioneros los he indultado sin necesidad de sujetarlos a juicio y le he conmutado la pena capital en otra proporcionada a sus crímenes.’ Sin embargo, esa gracia no alcanzaría para los principales responsables a quienes les fue denegado el indulto y ’en la mañana del día 19 del corriente deben ser ejecutados…,’ tal y como ocurrió. No obstante esto, durante nuestros días hay quienes sin soporte documental fehaciente gustan, como dirían los estadounidenses, ’to drink the kool-aid’ y decirnos que Max terminó sus días allá por tierras salvadoreñas convertido en un ’simpático viejecito.’ Con ello hacen el juego a quienes no han perdonado que el estadista Benito Pablo Juárez García haya convertido lo que era un conglomerado de feudos en una nación, colocado en su lugar a la iglesia católica siempre intervencionista en asuntos terrenos cuando lo suyo debería de ser ocuparse de los espirituales, pero sobre todo por haber osado oponerse a los dictados de la ’gente de razón’ quienes soñaban con que un príncipe barbirrubio viniera a civilizar a los habitantes de esta tierra de salvajes. Ha trascurrido casi un siglo y medio desde aquel 15 de mayo de 1867 y la fecha está relegada casi al olvido. ¿Sera porque aún les continua incomodando que fue a partir de entonces que realmente nos convertimos en una nación, misma que hoy cada vez más parece atomizarse para volver al estado prevaleciente a esa fecha? vimarisch53@hotmail.com
Añadido: Hoy, al observar el comportamiento de Vicente Fox Quesada, algunos aparecen sorprendidos. Al respecto, reproduciremos parcialmente lo publicado, en Zócalo, el 10 de junio de 2000. Entonces, Don Rafael Villarreal Martínez consideró que ese sujeto era ’el candidato menos indicado para gobernar a México en estos momentos tan difíciles, porque es un hombre que no tiene credibilidad…primero dice una cosa y posteriormente asegura lo contrario. Es necesario que acuda con un siquiatra para que ponga en orden su cerebro…sería lo peor que le podría pasar a México que este individuo llegara a un puesto tan importante…este país requiere de personas que estén debidamente preparadas y con experiencia para dirigir los destinos del país y no de personajes inventados o populares de la noche a la mañana en base a una fuerte campaña publicitaria…este señor Fox es un producto de papel y de otros medios…’ Para que lo mediten quienes hasta ahora, cuando el ’encantamiento’ ya no les reditúa, se percatan de lo que ayudaron a entronizar. Llevamos diez y seis años pagando las consecuencias de aquello que, allá en el pueblo, fue percibido plenamente por alguien quien simplemente era un egresado de la Universidad de la Vida en la cual se graduó con mención honorifica y vaya que honraba sus blasones.

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