Rodolfo Villarreal Ríos

Los recuerdos

Los recuerdos
Periodismo
Enero 02, 2016 18:13 hrs.
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A través de la ventana aparece una carpeta blanca extendida hasta topar con la base de las montañas y continuar hacia la cima. La temperatura, se empeña en mostrar cuan “cálido” se ha vuelto el planeta. En ese entorno, un autoexiliado porque nadie lo corrió de facto, aun cuando de hecho así fuere. De haberse quedado permanentemente en aquel sitio hace tiempo se hubiera despedido para siempre y no habría podido decir adiós a otros años, incluyendo al que acaba de irse, y menos percibir los albores del 2016. Invadido por la nostalgia empezó a recordar lo que a través del tiempo fueron vivencias.
Como infante provinciano fue muy dado a escuchar, y entrometerse en, las pláticas de los mayores. Desde aquella perspectiva, pueblerina, gustaba de leer cuanto cayera en sus manos ya fueran periódicos, revistas, libros o panfletos, además de poner atención a cualquier noticiero radiofónico o televisivo. Aunado a ello, estaba atento, o como se decía entonces, “paraba oreja” a cuanto se decía por allá y acullá. Por eso, a pesar de sus pocos años de vida, creía estar capacitado para opinar sobre cualquier tema mundano. En todo ese contexto, gustaba de charlar con sus abuelos paterno y materno. Con el primero armaba tremendas discusiones. No gustaba de quedarse callado si lo que escuchaba no concordaba con su perspectiva. Aquel hombre, acostumbrado a ser “poseedor de la verdad eterna” no recibía precisamente con agrado que un chamaco quien apenas rebasaba un lustro y tres años, fuera a cuestionarlo. Sin embargo, al final de cuentas aquello seguramente no le desagradaba pues seguía recibiéndolo y contándole las anécdotas de su vida. Al niño aquel le gustaba oír principalmente lo que se refería a la leyenda sobre el torero non de las tres décadas iniciales del Siglo XX o bien lo referente a aquel par de políticos que se quedaron a un paso de serlo todo. Con uno había tenido confianza plena, con el otro su acercamiento llegó hasta el punto de solicitarle que perdonara la vida de un cuñado camino al paredón. Para el impúber, entonces sonaban simplemente como dos nombres, con el tiempo aprendería el tamaño de los personajes en cuestión. Mientras en el pueblo el estadista formador del estado mexicano moderno era anatematizado por haber trasladado a otro sitio la principal fuente de empleo, aquel hombre siempre le dijo a su nieto que eso había sucedido porque era lo mejor para el país. Y ahí seguían las pláticas-discusiones. En el otro lado de la moneda, con su abuelo materno las charlas eran menos intensas, aun cuando ello no les restaba contenido informativo. Le narraba como el estadista había visitado el pueblo y nadie le puso atención. Por ello, decía, la venganza fue trasladar aquella fuente de empleo a otros lares. Además de que él tenía otro motivo para que no le simpatizara, uno de los hijos del estadista le cortó la vida a uno de sus hermanos. Sin embargo, además de las historias infantiles que le contaba, le daba a conocer como se comportaban en realidad los respetables y notables del pueblo, incluyendo al sacerdote cuya actuación estaba alejada de toda santidad. Eso combinado con el narrado por el otro abuelo, quien era Masón, hizo nacer en el entonces párvulo una proclividad escasa hacia los asuntos de santidad. De nada valieron los esfuerzos maternos por hacerle ver que era conveniente atender las actividades religiosas, aun cuando tampoco ella se empeñó mucho por encauzarlo por esas veredas. Con su padre, platicaba de todo y compartía su interés por los toros, los deportes, la historia y la política.
Al chamaco aquel de pronto le daba por irse a husmear. Un buen día, andaba en medio de una convención priista en donde tiraban al candidato del gobernador para imponer a un líder sindical como el abanderado para contender por la presidencia municipal del pueblo. Y en eso de contender por algo, el infante decidió participar para ser el presidente de la sociedad de alumnos de su escuela primaria, participó y empleó los métodos que se usaban entonces, y al parecer se continúan usando hoy en otra escala, procedió a regalar dulces a los votantes. Por supuesto que triunfó. Años más tarde, volvería a incursionar en esas lides como integrante de una planilla contestataria a las autoridades educativas. Salvo que ahí cometió un error, pronunció un discurso que sí lo hubiera emitido en el momento correcto hubiera hecho ganar a los suyos, pero no midió los tiempos y perdieron. Con esos antecedentes llegó el momento de enviarlo a estudiar fuera y aun los rescoldos de movimientos estudiantiles estaban vivos. Mientras su padre se informaba acerca de planteles educativos, hubo alguien que le recomendó una universidad en el occidente del país “que era muy buena y tenía mucha disciplina.” Y allá fue a parar el ya entonces adolescente. De pronto se encontró con que ahí el par de estadistas del país, uno era considerado Luzbel y el otro Satanás. Aquello era un mundo diverso al que conocía. Sin embargo, la calidad educativa era de excelencia y hubo de guardarse sus perspectivas ideológicas. Cuando quiso emigrar a otros lares, al ir a ver encontró el otro extremo y prefirió la enseñanza al desorden. Cinco años guardó silencio en medio del cual hizo su protesta el día de su graduación. Nunca imaginó lo que aquello pudo haberle costado. Tiempo después, se enteraría como a un amigo que lo había antecedido por aquellos sitios, un profesor bastante limitado de sapiencia le impidió titularse, todo porque lo cuestionaba en clase. Así salió a la vida profesional. Antes, había rechazado cortésmente incorporarse como maestro en el lugar en donde había estudiado.
Había decidido irse a buscar trabajo en la capital de la república, pero no sabía ni cómo ni dónde. De pura casualidad, encontró en la central de autobuses a alguien que había sido uno de sus profesores quien le dijo que lo buscara en aquella ciudad. Pero antes de hacerlo, habría de cometer varios errores, unos generados por la inexperiencia y otros derivados de la arrogancia. Hasta que finalmente fue a solicitar el apoyo ofrecido. Lo refirieron con quien, el tiempo lo convertiría en su mejor amigo, estaba al frente de aquello y a olvidar blasones académicos, tuvo que empezar desde el peldaño más bajo. Pronto dio un par de pasos arriba. Un buen día lo mandaron a su primera encomienda fuera de su oficina, había que ir a medir el grado de confiabilidad del censo ganadero. Un estado del centro fue el escogido. A lo largo de ocho días recorrió la entidad sin dejar de visitar municipio alguno. El delegado de la dependencia, lo atendió de manera amable. Al día siguiente de regresar a su sitio de trabajo, se enteró de que a aquella persona la habían cesado. Todos en la entidad creyeron, así se lo dijo una amiga tiempo después, que la visita había sido con tal fin. Y ni cómo explicar la percepción errónea. Eso era parte del aprendizaje, muchas otras lecciones recibiría. Una de ellas fue cuando le salió lo “verde.” Alguien llegó a solicitarle unos documentos que no necesariamente tenía que entregar, pero creyó en los dichos de aquel quien con mayor experiencia le dijo que debería de entregárselos y así, lo hizo. Cuando llegó su superior jerárquico le informó de aquello y, con toda razón, le dio una reprimenda severa. Lección que nunca olvidaría. En ese entorno continuó hasta el día en que habría de emigrar, por vez primera, para irse a cubrir su segunda etapa educativa. Al regreso, de nueva cuenta a tocar puertas, hasta que un condiscípulo-amigo lo incorporó al grupo de un economista afamado entonces.
Anduvo promoviendo, convencido plenamente, lo que era el programa de fomento industrial y comercio exterior. Sin embargo, lo que más recuerda es cuando de pronto se vio inmerso en el proceso para elaborar, para el candidato a gobernador de una entidad del noreste, el plan de desarrollo económico. Ni era nativo de allá, ni la conocía, igual sucedía con quienes lo acompañaban en la labor, pero eso sí contaban con información vasta al respecto. En menos de una semana aquello estaba listo para irse a presentarlo y el economista afamado fue a exponerlo en aquel sitio que al protagonista de esta narración entonces solamente le sonaba a lugar de conspiradores, pero que hace un lustro vino a enterarse que ahí había algo de su historia. De aquella reunión, recuerda el entripado que hizo quien era el encargado en la campaña de planear las actividades económicas y como muestra en el regreso a la ciudad no se dignó dirigirle la palabra a quien iba como su copiloto. Al poco tiempo, aquello terminaría. La guadaña ahorradora desapareció las áreas de planeación. Entonces no imaginaba a donde lo llevaría aquello.
De pronto estaba inmerso en un programa de comunicación que buscaba justificar la nueva política económica. Por ahí circulaban quienes decían ser opositores de la misma, pero prestos cobraban cada quincena, previa elaboración de escritos laudatorios sin firma. En ese entorno, sostuvo una de las discusiones más absurdas sobre el brazo armado de la Revolución y el único general invicto de la misma. Dijo estupidez y media sobre este último hasta el grado de engancharse en un pleito que hasta la fecha prevalece, quien es hoy un director de teatro prominente fue testigo de ello. También conoció que tener la razón no necesariamente es adecuado. Tuvo la osadía de decirle a quien era su superior jerárquico que aquel que se miraba en los espejos de los elevadores todos los días no iba a ser el elegido, que el asunto estaba entre otros dos. Los cuatro meses restantes se los pasó en la congeladora hasta que el tiempo le dio la razón, pero la relación laboral estaba minada. De ahí, su amigo lo ayudaría a embarcarse, por mientras, en una área en donde no tenía nada con que identificarse. Y de ahí al desempleo por un buen rato.
Hasta el día en que su antiguo maestro lo rescató, aunque por poco y vuelve al ostracismo. El primer día de labores, acudió a un evento. Antes de que este diera inicio, estaba parado a medio pasillo, cuando de pronto se acerca a él una persona quien lo interroga sobre si es quien, identificándolo por su nombre, acaba de incorporarse al equipo. La respuesta es en afirmativo al tiempo que le pregunta y ¿usted quien es? La respuesta es soy fulano de tal, el recién llegado creyó que todo se terminaba, se trataba del líder de aquel grupo quien soltó una carcajada. De esa manera empezaban once años de laborar conjuntamente con él. De todo hubo en ese tiempo hasta un interludio en donde el protagonista tuvo que ser rescatado por su amigo para, provisto de una calculadora y un lápiz, ir a justificar un proyecto educativo presentándolo en forma tal que los resultados impresionaron a un experto mundial quien creyó que aquello se había obtenido corriendo un programa informático. Tras de ello, volvió a incorporarse al equipo. Y a refrendar un día sí y otro también que la lealtad, honradez y laboriosidad eran su divisa. Pero lo más interesante llegaría cuando finalmente, dentro del grupo, se incorporó a trabajar directamente con su maestro-amigo. A poner orden en donde era escaso. Lidiar con todo tipo de sujetos desde el que ofrecía la vulgar “mordida” hasta el que amenazaba con algo más, sin dejar de lado a los políticos de todos niveles, colores y sabores que prometían cesarlo o ir hasta arriba para obligarlo a que les cumpliera sus peticiones. O aquel que fue y lo acusó por “no aceptar garantías.” Sin olvidar el día en que un sabiondo le dijo que si había corrido quien sabe que programa informático para determinar el índice de ordenamiento en la actividad. Todo se había hecho con una computadora, un lápiz y muchísimo sentido común. Así hasta que le llegó la noche a la patria y en medio de ella tuvo que transitar durante tres años por cumplir un compromiso de amistad. Una y otra vez, le repetió que aquello no valía la pena, hasta que, junto con el final del otoño, todo se terminó y salvo dos personas permanecían en una oficina solitaria, los demás ya se habían ido. De ahí al exilio voluntario y a reinventarse. Hoy, observa cómo, un invierno tras otro, el verde se cubre de blanco hasta llegar al tope de la montaña. vimarisch53@hotmail.com
Añadido: Noviembre 18, 2015: “En amena plática con el líder de mi Partido, Manlio Fabio Beltrones, concluimos que la grandeza de Zacatecas se construye a partir de tener proyecto, experiencia y generar consensos en todos los sectores del estado.”
Diciembre 27, 2015: “Decidí dejar la militancia del PRI, después de luchar por lograr la unidad por el bien de Zacatecas y por un piso parejo en la contienda. No hubo tal.”
“Seguiré impulsando la gran coalición por Zacatecas para a partir del 2016, el primer gobierno de coalición de la época moderna de nuestro país.”
Diciembre 29, 2015: “La dirigencia nacional del PRD me hizo la invitación para buscar la candidatura a gobernador de mi estado [Zacatecas], me siento honrado con esta distinción.”
¿Protagonista de un evento como aquellos que armaban George Parnassus o Don King? ¿Demócrata? ¿Pragmático? ¿Cínico? Los zacatecanos habrán de escogerle el calificativo.

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