Luz más cara

El gran escándalo de la presente administración fue la imposición de la reforma energética, aprobada con un gran despilfarro de recursos y presiones.
El gran fracaso de la presente administración fue la puesta en marcha de la reforma energética impuesta.
El ardid para convencer a la población de las bondades de la reforma energética fue que las tarifas de gas, energía eléctrica y el precio de las gasolinas bajaría considerablemente; sin embargo, la realidad no sólo fue diferente sino contraria.
Las tarifas eléctricas para el sector industrial, comercial y de uso doméstico de alto consumo volverán a subir a partir del primero de noviembre, informó la Comisión Federal de Electricidad, empresa de clase mundial.
La Empresa Productiva del Estado, que dejó de ser paraestatal igual que Pemex, anunció que debido a los incrementos de los precios de los combustibles para generar energía eléctrica registrados en octubre de 2016, las tarifas para el sector industrial aumentarán entre 5.6 y 7.2 a partir de noviembre, mientras que para el sector comercial el incremento será de entre 3.3 y 5 por ciento y la tarifa de uso doméstico de alto consumo subirá 3.3 por ciento.
La clase media, los industriales y los comerciantes, que constituyen el empresariado en México se sorprenden ante tal esquizofrenia gubernamental, que aprobó con tanta ligereza las reformas estructurales que las convierten en frágiles propuestas de gobierno sin el correspondiente respaldo social.
Así, las tarifas para el sector industrial se han incrementado entre 25 y 30 en el último año. Las del sector comercial acumularán un alza de entre 17 y 23 respecto al año pasado y la tarifa de uso doméstico de alto consumo un 17 por ciento.
La empresa justificó el alza señalando que el precio del gas natural que la CFE utiliza en sus procesos de generación se incrementó 50.8 por ciento en octubre de 2016, respecto a octubre de 2015 y son esos precios los que utiliza la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en la fórmula para calcular las tarifas eléctricas. Pero esos cálculos los hacen expertos que ahora muestran que no lo son; y esos especialistas no realizan pronósticos por uno o dos años sino por más tiempo, de tal manera que no pueden llamarse a sorpresa quienes tienen como única responsabilidad hacer pronósticos de costos y precios.
Si el precio del carbón importado aumentó 44 por ciento, mientras que el precio del carbón nacional se incrementó en dos puntos porcentuales debe ser parte de sus probabilidades y no anunciar o irresponsablemente que la reforma energética bajaría los precios; es decir, desde el inicio del sexenio los impulsores de la reforma sabían que con esa aprobación pasarían varias cosas menos la reducción de costos y tarifas, pero ellos así lo anunciaron para darle legitimidad a una propuesta que sólo fortalece a los posibles compradores que hasta la fecha no se animan a adquirir la oferta de los energéticos mexicanos por la fragilidad de su estructura y las repercusiones sociales que arrojó dicha medida.
La reforma energética se vuelve contra si misma al aumentar el precio de las tarifas eléctricas, deja a los funcionarios públicos como unos mentirosos, y a la actual administración como unos funcionarios públicos que tejieron sobre vacío una posibilidad de cambios cuyas consecuencias desconocían.